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No sé si era por la incertidumbre de la antigua casa a oscuras, o si realmente empezó a hacer frío. Pero el ruido de las maderas del piso crujiendo a cada paso que damos no me agradaba en demasía.

Con Yoongi avanzamos hacia la sala de estar, donde se podían ver las abundantes escaleras. Yo me quedé parada al principio de éstas, mientras que mi acompañante se dirigía hacia otra sala, no le presté mucha atención ya que me pareció ver una sombra por los finales de la escalera, indicando a alguien en el segundo piso.

—Yoongi... —Susurré tratando de distinguirlo en la oscuridad de la sala en la que no estaba segura si se había ido—. ¡Yoongi...! —Volví a susurrar, y escuché un "shhhh" por su parte, lejano. Rodé los ojos con mala cara, aunque no podíamos vernos. Iba a ir por mi propia cuenta entonces.

Subí unos escalones y en un abrir y cerrar de ojos sentí como alguien me agarraba de la muñeca con peligrosa bruzquedad y sin dejar que me quejase, me tapó la boca con su mano libre.
Me moví intentando soltarme, con desesperación. Sin lograr resultados. Pataleé golpeando el suelo, si bien no podía usar mis manos o mi voz, mi objetivo era advertir a Yoongi con el ruido que estaba haciendo.

El desconocido o desconocida, me pegó una cinta demasiado segura en la boca, todo muy rápidamente y lastimándome en el proceso, yo sin poder hacer nada al respecto y aún teniendo ahora mis manos atadas; no dejaba de tratar de huir como una loca. Agarró de mi cabello y no pude evitar quejarme del dolor antes de que abriera una puerta y me tirara con violencia a un cuarto del cual luego cerró sin llave.

Mi castaño cabello despeinado me estorbaba la vista, mi respiración estaba notablemente agitada, así que aprovechando que estoy en el suelo y que la amenaza aparentemente se había ido, pude intentar calmarme.
Mi ropa estaba desalineada y algunos de los botones de mi camisa se habían roto, pero en esta tesitura no tuve tiempo ni de darle importancia.
Miré a mi alrededor, la habitación era de tamaño mediano y lo único que alumbraba era la escasa luz que la cortina no podía ocultar.

—¡Jin! —Exclamé al percatarme del castaño, en la misma situación que yo, diferenciándonos el hecho de que sus piernas estaban amarradas con una soga y las mías no. Sin embargo, debido a la cinta, no salió de mí más que un sonido raro, indescifrable.

Los ojos del chico se dirigían atrás mío, con cierta persistencia. Algo quería decirme. Miré hacia atrás girando con mi cuerpo entero y vi a qué se refería, algo escondida, entre papeleríos de los muebles, se encontraba una tijera. Hubiera sido conveniente que hubiese sido un cuchillo, o no sé, algo más efectivo como una navaja. Pero peor era nada. Aprovechando mi libertad con las piernas, me arrastré hasta que mi espalda chocó con el mueble. Cayeron papeles y lapiceras. Choqué mi espalda otra vez con aún más fuerza, y bingo, cayó lo deseado. Con mis manos a pesar de estar atadas, logré agarrar las tijeras y ejercer presión contra la delgada soga alrededor de mis muñecas.
Mentiría si dijera que no dolió, después de liberar mis manos, se podía apreciar tonos rojizos que ardían. Me saqué la gruesa cinta de un tirón apretando mis ojos y tensando la mandíbula por la aflicción.

Fui rápidamente hacia Jin, quien había estado expectante, y pude notar que sus sogas eran de muchísimo más grosor. Me sentí estúpida al molestarme por eso, ¿acaso habían subestimado mi fuerza?
De todas maneras, aquello no era un gran obstáculo ahora que podía utilizar mis manos, pues lo liberé sin ninguna dificultad.

—¡Jihee! —Miró mi vestimenta desarreglada—. Él... Él... ¡¿Te hizo algo?!

Velozmente con las palmas de mi manos moviéndose de un lado a otro indicando que no, al igual que el movimiento de mi cabeza, respondí: —No, no. Estoy perfectamente bien, no te preocupes.

Resopló con enfado—. Eres increíble, ¿por qué vienes a cosas peligrosas? Te pudo haber hecho algo, Jihee.

—En vez de regañarme podrías agradecerme, al menos no vas a morir solo. —Le guiñé un ojo divertida, pero seguía manteniendo el ceño fruncido.

—¿Cómo te atreves a bromear con eso, pequeña idiota?—Quien no me dejaba tener un vocabulario "fuera de lo decente" ahora me estaba insultando. Bien.

—¿...Quién es? No lo vi bien, por lo que dijiste puedo deducir que es un hombre.

—Así es. Es uno de los tipos que usurparon aquella vez la casa de Jungkook. Me sorprende que no haya muerto.

—Y a mí que siga intentando quién sabe qué con nosotros... Luego de lo sucedido, yo lo pensaría dos veces antes de volver a atacar. Quiero decir, mataron a su compañero frente a sus ojos... —Dije en voz baja, más para mí que para él.

—Abramos la ventana y salgamos de aquí. No creo que saltar de un segundo piso sea la manera más segura de escapar, pero por lo menos puedo asegurarme de que no vamos a morir.

Bueno, la verdad no me daban miedo las alturas, no me aterraba doblarme el tobillo, y no es como si estuviéramos muy alejados del suelo tampoco, pero aquello no estaba en mis planes.

—Espera... —Dije, frenando la acción de Seokjin de abrir la ventana—. Yoongi está aquí, el tipo puede hacerle algo.

El castaño resopló—. ¿Viniste con Yoongi? —Asentí con la cabeza lentamente, pues estaba concentrada ideando un plan en mi cabeza.

—Saldré a los pasillos. Bajaré.

—¿Acaso estás loca, Jihee? Es Yoongi de quien hablamos, vámonos.

—Vete tú si quieres, —dije razonablemente— no me molestaría que te fueras si así lo deseas. —Lo miré de manera dulce—. Pero yo no pienso correr ese riesgo. ¿Qué si le pasa algo? Sé que es Yoongi y confío en él, pero no quiero arrepentirme después.

—¡En serio eres increíble! —No lo malentiendan, no me estaba haciendo un cumplido. Su tono elevado y cara de malhumorado solo indicaba que se estaba quejando.

Agarré la tijera y la guardé entre mi espalda y el elástico trasero del pantalón. —Uh... Perdón, supongo. —Dije abriendo la puerta de la habitación.

YOUR LIPS - MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora