Dicen que la curiosidad mató al gato, y ese era precisamente el enemigo mortal contra el que Rin se encontraba combatiendo en esos mismos momentos. Minutos atrás se había cambiado la molesta bata que traía puesta y se vistió con las ropas junto al buró de la cama. Su uniforme quedó hecho trizas en el incidente.
«Espera un minuto... ¿Y si...?»
Pensar en la posibilidad de que Negaus se hubiese atrevido a secuestrarle terminó pareciéndole una estupidez a los pocos segundos. Le costó hasta cierto punto, pero fue capaz de recordar cómo acabó en aquel sitio tan extraño. La voz difusa de un pequeño demonio le martillaba la cabeza, pero todo estaba borroso. Lo único certero que sabía era que el payaso de Mephisto lo dejó ahí.
«No puedo volver...»
Su mirada estaba clavada en el suelo, intentando no recordar aquel ataque. Nunca tendría el valor de mirar nuevamente a los demás a la cara, la humillación era demasiada para él. La inseguridad de volver a la Academia no lo dejaba en paz, sería demasiado exigirse el aguantar permanecer rodeado de tantos niños mimados sin cerebro.
También, no quería desistir de volverse un exorcista y patearle él mismo el trasero a Satán. Pero, por otro lado, no se sentía capaz de seguir asistiendo a las clases de preparación de su curso. Lo último que deseaba era estancarse, sin embargo el miedo comenzaba a carcomerlo por dentro. Temía que los demás lo odiaran y alejaran.
«No puedo volver»
Rin miró una última vez hacia la ventana, antes de dejarse caer sobre la cama y hundir el rostro en la almohada. No era bueno en esa clase de decisiones. Aún así, lo tenía decidido, estudiaría por internet.
No regresaría al salón para las clases extra, aunque eso no significaba que abandonaría su meta de matar a Satanás. ¿Tal vez podría transferirse a otra sede? Lo veía poco probable, tendría que fastidiar a Mephisto para que cediera.
«¿Quién vino?»
Se vio obligado a levantarse de la cama al oír unas voces fuera de la habitación, eran sus compañeros de la clase de exorcistas. Maldijo por lo bajo, estaba acorralado, no tenía por donde escapar. ¿O sí?
«¡Joder!»
Agradecía, por lo menos, que hubiesen dejado intactas sus pertenencias. La llave que conectaba hacia el salón de las clases de exorcismo aún permanecía con él. Presuroso, se vio obligado a tomar sus pertenencias y cruzar la puerta del baño para escapar de ahí. Aunque un mal paso al cerrarla le hizo caer de bruces al piso.
Normalmente aquello no representaría problema alguno para él, si no hubiera sido atacado incorporarse sería pan comido. Su realidad era otra, había sufrido un abuso. Se puso en pie y dio una fugaz mirada hacia atrás. Sabía que estarían preocupados al no verle, pero no se sentía listo para encararlos.
.
.
"No lo entiendo..."
Aquel pensamiento era el causante de mantener a Amaimon entretenido. Inmediatamente, Mephisto se dio cuenta, por lo que decidió sacarle la sopa de una vez.
— ¿Ocurre algo? Amaimon.
— No. No pasa nada.
Aquella respuesta fue dada por reflejo y poco después el demonio abandonó el despacho. El único que ahora se encontraba ahí era Mephisto. Apenas Amaimon se fue, permitió que una traviesa y maliciosa sonrisa adornara su rostro.
ESTÁS LEYENDO
Llamas azules [AmaimonxRin]
Fanfiction"Todo el mundo va a perseguirte. Buscarán hacerte daño de cualquier manera posible. Tanto humanos y demonios dejarán caer su odio sobre ti" Jamás le dio tanto peso a esas palabras hasta que lo experimentó en carne propia. Los daños físicos sanan con...