Capítulo diecinueve: Voluntad

760 101 31
                                    

Ser llamado "arma" una y otra vez, provocaba que la paciencia de Rin fuese disminuyendo con velocidad. Samael le había dicho, claramente, que no se le ocurriera pronunciar ni una sola palabra durante todo el juicio. De preferencia, que ni siquiera revelase poder hablar.

Sin embargo, esa tarea tan simple y exasperante se tornaba sumamente difícil. Arthur al ver el rumbo favorable, para él, que llevaba el juicio no dudo en encajarle con ímpetu la espada. Lenta y disimuladamente lo torturaba, como una silenciosa venganza de lo que sucedía.

Rin no tenía más opción que apretar los dientes y hacerse un ovillo. La razón de ser inmovilizado así, fue para que el actual Paladín probara su dudoso punto de vista, usando de excusa su regeneración. Cabe decir que, el charco de sangre que se iba acumulando en el suelo, ahora no lo ponía en buena posición ante el Grigori.

Aún así, ninguno de los consejeros prestaban caso a su situación, o por lo menos fingían satisfactoriamente no hacerlo. Era complicado, sobre todo para el más joven y la mujer, Baltazar y Gaspar. Su apariencia humana no ayudaba a tratarlo con indiferencia, tampoco la edad que tenía.

Si el torturado fuese Samael, o algún otro demonio, pasar de su sufrimiento sería más sencillo. Sin embargo, ver como un adolescente sufría y desistía de soltar si quiera un solo improperio, causaba cierto malestar en ellos. ¿Acaso era cargo de consciencia? ¿Por el hijo de Satán? No podrían tener sentimientos más contradictorios.

— Decidimos emitir nuestros votos a la apuesta del señor Pheles.

— Sin embargo, lo haremos bajo dos condiciones.

— La primera, es que si llega a descontrolarse será inmediatamente ejecutado. La segunda, es que apruebe el examen para exorcista que se efectuará en 5 meses más. 

Rin tampoco sabía a quien temerle ahora: si a los demonios, que lo querían como su príncipe o a los humanos, que buscaban asesinarlo. 

.

.

Pese a poder salir del reloj cucú, ninguno de los tres Reyes demonio se atrevió a hacerlo. El flujo del tiempo transcurría indiferente al mundo humano, Samael podría hacerlos desaparecer de Asshia por lo que ellos creerían unos cuantos minutos y realmente aparecerlos un par de décadas a la fecha en la que estaban.

En cualquier momento podría llamar de regreso aquel artefacto, si salían y eso ocurría, el demonio espacio-tiempo probablemente no tendría mucha urgencia de ayudarlos de inmediato. Tal vez los dejaría algunos días ahí, por desacatar la clara orden no dicha.

"Rin..."

El que más callado estaba, era Amaimon. Lucifer lo observó con un poco de fastidio y Azazel clavó sus ojos marrones sobre su primo con cierto interés. El amor era algo que aún no tenía la suerte, o el infortunio, de experimentar.

— ¿Rin te preocupa?

— Sí...

— Entonces, haces bien en preocuparte.

El comentario de Azazel atrajo la atención de ambos hijos de Satán, causando que una ligera y maliciosa sonrisa aflorara en él.

Él lo está buscando, no pasará mucho y finalmente conseguirá su objetivo. Lo hará sufrir, de hecho, todos sufriremos con sus actos.

— ¿Hablas de mi padre?

— No. Me refiero al único familiar humano que le queda a los hermanos Okumura....

.

.

Que el juicio terminara fue un alivio para más de uno. Atestiguar como Arthur, a regañadientes, retiraba su espada y lo dejaba libre fue una de las mejores sensaciones que había sentido en aquel día. La herida sanaba, sin embargo, aún percibía el dolor.

Llamas azules [AmaimonxRin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora