Capítulo catorce: La calma antes de la tormenta.

1K 151 35
                                    

Había quedado mudo ante aquel ser. Ese demonio era idéntico a su querido y fallecido padre: Shiro Fujimoto. Lo que en un principio fue sorpresa, confusión y desconcierto, fue reemplazado por sentimientos más característicos de él: Verle le llenó de una inmensa rabia y enojo.

«¡Me vale como te llames!»

«¿¡Por qué te pareces tanto a mi padre!?»

— ¿Uh? — Azazel alzó una ceja — ¿A tu padre? Querido primo~, yo no me parezco para nada a mi "querido" tío, Satán.

«¡No me estés jodiendo!»

«¡No voy a aceptar jamás a Satán como mi padre! ¡Mi único padre se llama Shiro Fujimoto!»

— ¿Aquel estúpido sacerdote? — comentó Azazel con curiosidad.

Eso fue su colmo. Una inmensa ira y odio se apoderaron de Rin, quería golpearle por osar decir eso de Shiro. Apretó la mandíbula, y con toda la razón del mundo, se dispuso a sacar la Kurikara y atacar a ese tipo. Sin embargo, antes de que pudiese hacer algo... Se le adelantaron.

— ¿¡Qué maldita sea te pasa, Samael!? — chilló Azazel

Rin se quedó quieto, parpadeando unas cuantas veces. Sin previo aviso, Samael le había proporcionado una fuerte patada a Azazel, haciéndolo atravesar una de las paredes. Algo del polvo proveniente de los escombros flotaba en el aire. ¿Por qué? Esa era la pregunta que rondaba en la mente de Rin, ¿Por qué...?

— Lo mismo te pregunto a ti — habló el peli-morado, su expresión daba miedo — ¿Qué coño te pasa?

— ¡Sammy~ insultó! — chilló Lucifer — ¡Banzai!

— ¡Cállate!

La siguiente escena, fue un Lucifer sentado en una de las sillas, con aura deprimente pareciendo un perro regañado. En definitiva, la expresión de Samael daba el más puro miedo, sin embargo, Azazel tampoco se quedaba atrás. Para Rin no era nada bueno ver a alguien tan parecido a su padre adoptivo haciendo esas muecas. Le recordaba el día que Satán...

«Fue mi culpa...»

Reprimió sus sollozos. Los recuerdos de su padre eran tan melancólicos. Le lastimaba recordarlo, pero, no todo era cosas tristes. Había un sinfín de recuerdos felices;las vacaciones de verano, les leía cuentos antes de dormir, los quería tanto.

Mierda, antes acusaba a Yukio de ser un llorón y parecía que él tenía una fortaleza inquebrantable ante esas situaciones, y ahora...

«Fue mi culpa...»

Las lágrimas descendieron por sus mejillas. Quedó ajeno a lo que hacían los demás. Samael estaba demasiado ocupado discutiendo con Azazel, aunque realmente se debería decir que el primero regañaba al peli-gris.

Por su parte, aunque no lo pareciera, Lucifer estaba atento a lo que hicieran los dos menores del lugar. Amaimon simplemente observaba a Rin, cuando se percató de que lloraba, algo en su interior se removió de manera desagradable. No soportaba ver a Rin así.

— Sígueme~

Tomó la muñeca de Rin y salió del comedor. ¿Usar la puerta? ¿Para qué con semejante agujero en una de las paredes? Fuera de ahí, había soltado al chico, pidiéndole que le siguiera.

El muchacho aún miraba hacia dentro, con un profundo semblante de culpa, ¿Por qué los humanos tenían que mortificarse tanto? Le quitó la Koumaken y corrió de ahí.

Llamas azules [AmaimonxRin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora