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Al cabo de diez minutos Camila apareció. Llevaba unos leggins negros y una camiseta blanca, su pelo recogido en una coleta desarreglada. Se notaba cansada, su caminar era lento y triste. Cuando ya estaba a unos pasos de Lauren, corrió hacia ella y la abrazó, la chica de ojos verdes no se lo esperaba pero no dudó en arroparla, tiró el cigarro al suelo y envolvió a la pequeña con sus brazos. Camila no pudo más y lloró, soltó todo lo que llevaba acumulando durante toda la noche, quería desahogarse.

-Llora lo que quieras. No me voy.

-¿Por qué me hace daño? Quiero que me deje.

-Camila eres mayor de edad ¿Por qué no te vas?

- No tengo nada. Mi padre me dejaría sin nada ¿A dónde voy?

-Vente conmigo.- Le dijo sin quitar esos grandes ojos verdes sobre los ojos de Camila que estaban adquiriendo un tono rojizo por el mar de lágrimas expulsadas durante toda la noche.

Camila comenzó a negar con la cabeza y a reír de forma tímida hasta que se dio cuenta de que la propuesta de Lauren iba totalmente enserio y fue ahí cuando se puso seria también.

-Pero si apenas nos conocemos. Igual tengo manías raras y te molestan o igual quieres traer a alguien a tu casa y yo molesto.

-JAJAJA ¿A quien? Vivo sola y como mucho puede venir Matt a hacer visitas o a traerme comida.

- No sé... Igual la chica que me presentaste el día del combate.- Camila no quería sacar ese tema pero le salió.

- ¿Julia? Sólo es mi ex. No tengo ningún tipo de relación con ella, me hizo mucho daño.- La cara de Lauren cambió por completo.

-Lo... lo siento no sabía.

-Da igual. Entonces... ¿Sabes cocinar?

-Emmm si. Es de las pocas cosas que me entretienen en casa.

- ¡Pues perfecto! No tendrás que deberme nada, yo te dejo mi casa a cambio de que me cocines y si encuentras una mejor opción donde vivir te puedes ir sin ningún compromiso. ¿Qué me dices?

- Que por mi firmaba ahora mismo pero tengo miedo.

-Mira te llevo a desayunar y mientras lo piensas. Sin presiones.

- Vale...¿A dónde vamos?

-Sin planes. Ya vamos mirando por el camino. ¡Por cierto! Esta vez traje dos cascos. Como la última vez pusiste el grito en el cielo por ir con sólo uno... Para que veas que no soy ninguna "salvaje".- Lauren le puso el casco a Camila y la ayudó a subir en la moto. Lauren se puso su casco y arrancó la moto. Circularon por las calles de Miami unos minutos, pasaron en una pastelería y escogieron un surtido de pasteles, batidos, zumos y cafés para después, ponerse camino a la playa.

A Camila se la notaba más calmada, también es verdad que estaba hambrienta, en lo que llevaban sentadas en la arena aún no habían intercambiado más de cinco palabras ya que la morena estaba demasiado concentrada comiendo los pasteles que le había comprado la boxeadora.

-Veo que no te gustan los pasteles.- Dijo riendo Lauren. Le gustaba ver a Camila comer, le encantaba la forma en la que se le hinchaban las mejillas.

-Perdón.- Dijo una Camila sonrojada que se limpiaba con una servilleta los restos de pastel que tenía en la boca.

- No pasa nada. ¿Te puedo hacer una pregunta?

-Las que quieras.

- ¿En qué trabaja tu padre para ganar tanto dinero?

- Pues sinceramente no lo sé. Tiene varias empresas.

- ¿No lo sabes? O igual no me lo quieres decir...

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