Con dificultad, Lauren abrió la puerta de aquella casita. No había soltado a Camila en ningún momento quien la besaba con ansias.
-Camila esto es peligroso. Pueden llegar tus padres y además aquí nos podemos hacer daño.
-¿Ahora piensas las consecuencias de las cosas?
-Desde que te conocí. No quiero que te pase nada.
-Contigo sé que no me va a pasar nada.- Y finalizó la frase con un beso. A Lauren se le escapó un pequeño gemido, lo que provocó la risa de Camila.- ¿Acabas de gemir? ¡Apenas te toqué!
-¿Qué quieres que haga? Llevo mucho tiempo a pan y agua.
- Me encanta como hueles.-Camila puso su boca en el cuello y le daba besos húmedos. Esto hizo que Lauren no aguantase más, la dejase en el suelo y la apoyase contra una pared.
Entonces, sus labios se encontraron a medio camino y se besaron con lentitud y firmeza. El oxígeno dejó de importar, los nervios desaparecieron, y las manos de Lauren se posaron cautas en la cintura de la que siempre fue su chica. Descendieron tan despacio, hasta descansar en sus caderas. Se separaron brevemente, solo para tomar algo de aire, y volvieron a la carga poco después en un nuevo beso, esta vez más apasionado. Acortaron la distancia que separaba sus cuerpos, pegándose lo máximo posible. Ya no hacía calor, pero sí había una fuerte necesidad de sentir la anatomía de la otra contra la suya propia.
La mano de Lauren se coló bajo la cinturilla de los pantalones elásticos de Camila. Luego apartó la tela a un lado y se hizo un hueco en sus bragas de encaje, suspirando, al notar cómo su dedo resbalaba por sus pliegues con una facilidad pasmosa.
―Dime cómo lo haces ―le susurró Lauren al oído, tanteando la zona.
La morena cerró los ojos y acalló un gemido. Se escondió en el cuello de la boxeadora para murmurar muy cerca del oído:
-Solo lo consigues tú.
Sabía que el orgasmo iba a llegar solo y estaba muy muy cerca. Temía que si paraba, la electricidad en su sexo desapareciera, de manera que optó por penetrarla una vez tras otra, acariciándole el clítoris con el pulgar. Abrió los ojos un segundo para mirar a la chica que la estaba llevando al borde de la locura pero eso no hizo que se detuviera. No las necesitaba para su placer. Camila notaba el sudor por cada región de su piel, dos dedos entrando y saliendo empapados, las chispas. Estaba a punto, había trabajado su orgasmo...
-¿Estás bien?- Lauren la cogió por la cintura de nuevo y esperaba una respuesta con una sonrisa.
- Me tiemblan las piernas.- Decía con la voz entrecortada.
-JAJAJA eso es bueno.- La besó con fuerza.- Igual tendríamos que salir.
-Nonono ¿A mi me tiemblan las piernas? Pues a ti también.
Camila retomó ese rítmico movimiento de caderas y se sorprendió al ver cómo su chica abría las piernas dejando que se acomodara mejor entre ellas. Sus manos comenzaron a desabrochar los botones de la camisa de Lauren de forma atropellada, ansiosa. Se oía discutir a una pareja, pero estaba en la lejanía, quizá era algún vecino. Camila no quiso oírlo. Necesitaba volver a sentir a Lauren. No tardó mucho en introducir los dedos bajo la tela y acariciar sus pezones rosados, que estaban del todo erectos.
Lauren agarró con fuerza los glúteos de la morena y gimió en su oído ―lo más bajito que le fue posible― al sentir aquellas atenciones en sus pechos. Camila, con un instinto casi animal, presionó los dedos contra su intimidad, arrancándole un nuevo grito gutural que quedó acallado por un beso desesperado.
A medida que pasaba el tiempo a Lauren le resultaba más complicado resistirse. En aquel momento, Camila solo podía pensar en cómo complacer a la chica de ojos verdes, sin importar dónde estaban y a pesar de que sus manos eran inexpertas y sus movimientos torpes. Era la primera vez que llegaban tan lejos y no tenía del todo claro cuál era el reglamento en estas circunstancias. Por ello, se dejó guiar por su cuerpo y por el de Lauren, que se contoneaba sobre la hierba con cada nueva caricia.
Rompió el beso con desgana tan solo para mirar los ojos de la joven y encontrar en ellos la respuesta que buscaba: un «adelante, Camila». En otras circunstancias le habría pedido que lo verbalizara, pero estaba tan excitada por la situación que se conformó con aquella mirada oscurecida y alentadora.
Comenzó a besar su cuello, bajando por él hasta terminar en su pecho. Sus dedos ―temblorosos por los nervios, la inseguridad y la excitación―, apartaron sin miramientos la tela de las bragas de Lauren, sumergiéndose en aquella zona que deseaba tocar y satisfacer en concreto. Mordió uno de sus pechos al notar la humedad y, por un momento, se sintió desfallecer al escuchar aquel nuevo sonido a caballo entre un gemido y un gruñido. Lauren quería más, y Camila estaba dispuesta a dárselo.
―¿Te gusta? ―preguntó cerca de su oído.
Lauren asintió un par de veces, no podría haber hecho otra cosa. Un viento suave empezó a soplar, y entonces encontró el punto exacto donde los gemidos eran más altos y más largos y se quedó justo ahí. Inició una serie de movimientos circulares, alternándolos con leves toquecitos con las yemas de sus dedos. Subió un momento porque creía haber olvidado el sabor de sus labios y suspiró contra ellos cuando notó cómo la castaña correspondía el beso con impaciencia.
Las manos de Lauren viajaban sin rumbo fijo por el cuerpo de la morena, hasta que llegaron a su sexo, que también pedía a gritos algo de atención. Entonces, la joven colocó la palma de su mano sobre él de forma imprevista, haciendo presión, lo cual sobresaltó a una Camila que, con poco cuidado, introdujo uno de sus dedos dentro de Lauren. Tuvo que censurar sus gemidos con un beso intenso donde se exploraron con ferocidad.
Camila se movió en el interior de la joven de forma caótica y desorganizada, sin ritmo alguno. Pero cada vez lo hacía más rápido y más profundo. Por cómo respondía a aquellas embestidas el cuerpo de Lauren parecía que estaba disfrutándolo mucho, aunque ella también se deleitaba con aquella imagen: su chica extasiada contra la pared de la que colgaban miles de herramientas de jardín. Nunca le había dado placer a nadie y ahora no dejaba de preguntarse cómo podía haber vivido tanto tiempo sin ello. El rostro extasiado de la morena fue decisivo a la hora de incorporar un segundo dedo, que se habituó rápido a los movimientos del primero y los imitó.
Entonces, la espalda de su chica se arqueó por completo y un gemido largo puso punto y aparte a aquel instante. Camila sintió cómo el interior de su novia abrazaba sus dedos y se contraía. Bombeaba. ¿Latía? Sí. Buscó sus labios porque se moría por saber cómo sería el orgasmo en un beso. Lo descubrió al encontrar su lengua: era esperado, salvaje.
-Wow. No sé que decir.- Se reía mientras se recogía el pelo en una coleta mal hecha. Tenía calor.
-Ya lo digo yo por ti. Vámonos. Quiero irme lejos de todo.
- ¿Enserio?
- Pero quiero ir contigo.
- No te ibas a escapar tan fácilmente de mi.- La besó. Era el beso. Nunca en tan poco tiempo y sin pronunciar ni una palabra se había dicho tanto.
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Strangers
FanfictionPeleas ilegales, boxeo y apuestas es en lo que se basa el mundo de Lauren Jauregui. Dinero, caprichos y represión es lo que rodea a Camila Cabello.