- Lauren me haces daño. Por favor suéltame.- Lauren apretaba con tanta fuerza la muñeca de la morena que ya le estaba empezando a dejar marca. Una vez que metió de golpe la maleta de Camila en el coche, metió a esta de la misma forma, Camila tenía miedo, estaba a punto de llamar a sus amigas o incluso a la policía. -Lauren te pido que me dejes salir.- No hacía caso, su respiración era brusca, era como si desde que tuvo ese enfrentamiento con Julia entrase en una crisis, estaba en otro mundo.
El coche aceleró y directamente las manos de Camila se sujetaron fuertemente al asiento. Los grandes y verdes ojos de Lauren que a Camila la habían impresionado, ahora estaban fijos en la carretera, se habían vuelto fríos. Sus manos temblaban sobre el volante, Camila sabía que algo le pasaba, Jauregui ocultaba algo.
- Lauren escúchame. Lo de Julia no me molestó. Estoy bien pero si frenas mejor. No quiero tener un accidente.- La cara de Lauren cambió, sus ojos se volvieron cristalinos. Lauren estaba llorando y Camila no entendía nada, sólo sabía que algo se le estaba escapando.
Aprovechando que la carretera por la que circulaban estaba vacía, Lauren giró bruscamente el volante, haciendo que las ruedas chirriasen sobre el asfalto y quedasen paradas finalmente a un lado de la carretera a milímetros de un árbol, afortunadamente no habían chocado pero Camila tardó en darse cuenta porque se puso a gritar y cerrar con fuerza los ojos.
- Perdón.- La voz de la ojos verdes era suave, era un hilo de voz que acabó rompiendo en llanto. Sus manos seguían sobre el volante, tenía los nudillos amarillos de la fuerza que ejercía al sujetar el volante. A Camila le llamó la atención las heridas que tenía en las manos, supuso que era por las continuas peleas en las que se veía implicada. Al parecer la aclamada Libélula era más frágil de lo que parecía. Camila puso sus manos sobre las de Lauren y poco a poco las fue quitando del volante y las puso sobre sus piernas mientras las acarició. El lloro de Jauregui se calmó y Cabello aprovechó para hablarle con la mayor tranquilidad posible, le producía una gran pena verla así.
- ¿Quieres hablar?
- No creo que sea buena idea... Bastante tienes con lo tuyo como para cargarte con mis mierdas.
- De acuerdo. Pero... ¿Te acuerdas lo que me dijiste está mañana cuando la que lloraba era yo?
-Dijimos muchas cosas.
- Me dijiste que podía contar contigo para lo que fuese por eso yo ahora quiero que sepas que tú también puedes contar conmigo. Igual ahora no es el momento pero cuando te veas con fuerzas. Además ahora vamos a vernos mucho.- Camila le lanzó una de esas sonrisas reconfortantes y Lauren antes de volver a poner en marcha el coche, pasó un pulgar por su mejilla y le sonrió de vuelta.
- Gracias.
-Pero si no he hecho nada.- Volvió a sonreír.
- Tienes una sonrisa muy contagiosa.
Llegaron a casa casi a las tres de la madrugada, tanto Lauren como Camila estaban agotadas. La casa de Lauren consistía en un amplio y luminoso estudio con una habitación y un baño.
-¡Wow! Tu casa es increíble.
-¿Estás de broma? Si tu casa es mil veces más grande.
-Ya no es mi casa...- Esto le partió el corazón a Lauren. Había sido una imbécil comportándose de aquella manera en el coche sabiendo lo que había pasado Camila. Le había prometido a sus amigas cuidarla y ya el primer día casi la mata en la carretera.
-Tienes razón ahora esta es tu casa.- Dijo Lauren guiñándole un ojo mientras le ayudaba a deshacer la maleta.
-¿Aquí entrenas?- Camila se acercó a un saco de boxeo que colgaba del techo del salón. Pasaba sus manos delicadamente por el cuero del saco, algo que le hizo gracia a Lauren ya que ella en todo el tiempo que tenía el saco en casa nunca lo había tratado con esa suavidad.
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Strangers
Fiksi PenggemarPeleas ilegales, boxeo y apuestas es en lo que se basa el mundo de Lauren Jauregui. Dinero, caprichos y represión es lo que rodea a Camila Cabello.