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Camila había aceptado. Después de descansar en casa de Normani, las chicas fueron en el coche de Dinah hasta la casa de los Cabello. La pobre morena estaba temblando, temía que su padre la esperase en casa.

Llegaron a la puerta y con mucho cuidado Camila metió la llave en la cerradura y hizo currar la misma oara poder abrir la puerta. Entraron con ella Ally y Normani, mientras Dinah esperaba con el coche en marcha.

- No están. Ni mi madre ni mi padre. Supongo que tendrían algo que hacer...

Subieron a la habitación de Camila y la morena se agachó y sacó de debajo de su cama una maleta que ya estaba lista.

-Ya nos podemos ir.

-¿Ya?- Dijeron ambas amigas a la vez. No entendían nada.

-Siempre esperé a que este día llegase y por lo tanto ya tenía preparada mi huída.- Esto les hizo pensar a Ally y Normani, ellas se sentían mal por no haberse dado cuenta antes de la situación que estaba sufriendo su amiga.

-Pues venga vámonos

•••

-¿Tienes el dinero?

-Ya te he dado lo que te debía.

- ¿Pero sabes todo el dinero que me hiciste perder? Vas a pagarme TODO.

Era él. Era el hombre que había hecho  de la vida de Jauregui una eterna pesadilla. Lauren había trabajado con él, hubo una temporada que eran socios. El hombre le hacía publicidad, conseguía que la gente apostara por Libélula y luego los beneficios los repartían. Pero Lauren comenzó a decaer, la presión y el estrés le superaban y cada vez le exigían más y más por lo que llegó un punto en el que perdía dinero y el hombre que ahora tenía en frente suya se encargó de que Lauren se acordarse de quien era él, de que no andaba con juegos. El hombre que la siguió hasta el despacho al acabar el combate esa noche, era el mismo que se encargó de que Lauren pasase una larga temporada ingresada. Sus hombres le partieron dos costillas, un brazo, le golpearon un ojo llegando a casi quedarse ciega y le hicieron perder una cantidad de sangre importante poniéndola entre la vida y la muerte. Por suerte, su amigo Matt la encontró en su apartamento pronto y se la llevó a urgencias. Lauren le debía mucho al rubio.

- ¿Vas a volver a llamar a tus matones para que me maten? Lo digo porque si es así encárgate de contratar unos buenos matones porque como ves... ¡Sigo viva!- Lauren era asombroso, seguía sin tenerle miedo, aunque Matt al ver que Lauren estaba en la misma habitación con él decidió entrar y intentar calmar las cosas.

-Lauren ya te pagó todo. Es mejor que se vaya.- Sugirió Matt.

- Uno de estos días me volveré a pasar, cuando menos te lo esperes y estarás sola a ver si así sigues siendo igual de valiente.- El hombre se puso su largo abrigo negro y se disponía a salir por la puerta, cuando Jauregui lo llamó.

-¡Espera! ¿Cuánto pides por su libertad absoluta?- Matt temía que algún día no pudiese salvar a su amiga. Quería zanjar este tema cuanto antes.

-Vaya... veo que me queréis perder de vista.- Dijo con una falta sonrisa mientras se frotaba las manos.

No se fiaban de los tratos de ese hombre. Sabían perfectamente que su palabra no valía nada pero por preguntar no pasaba nada.

- Doscientos mil dólares.

- ¿¡¿QUÉ?!? ¡ESA CANTIDAD NO LA HE GANADO EN MI PUTA VIDA!- Lauren se alteró. Pedía demasiado.

-Tú verás. Me tengo que ir. Piénsalo.- El hombre esbozó una sutil sonrisa y dejó a los dos amigos solos. Había conseguido lo que quería, poner nerviosa a Lauren.

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