Capítulo 2

218 33 3
                                    

Ryeowook pensaba que, los trajes mandados a hacer por la tienda británica Savile Row, eran los mejores del mundo. Cada tienda tenía sus ventajas, pero a él en particular le gustaban los trajes hechos por uno de los mejores diseñadores.
—Esta línea es muy elegante.
Vestido con un traje gris oscuro, Ryeowook admiró su reflejo en el gran espejo cerca de la entrada.
—Anthony, ¿crees que existan tiendas en Japón donde hagan trajes como éste?— Ryeowook sonrió afectuosamente a su mayordomo, quien se encontraba reflejado en una esquina del espejo.
—Supongo que deben de existir. Los hombres japoneses usan trajes diariamente.
Sosteniendo una chaqueta negra, el mayordomo continuó hablando con esa calma que lo caracterizaba —De cualquier forma, Ryeowook-sama, me he sorprendido el enterarme que estaría haciendo esta clase de trabajo aquí en Japón. Hay tantas cosas diferentes que podría haber hecho.
—Esto es un juego Anthony. Tengo suficiente dinero ahora. Seguramente puedo pasarmela bien por lo menos durante unos veinte años.
—La vida en Japón se mueve muy rápido ahora. Veinte años pueden ser…difíciles.

—Supongo que puede ser cierto. ¿Me pregunto desde cuándo la vida en Japón se volvió tan acelerada?
Ryeowook se quedó pensativo mientras se ponía los zapatos y tomó el abrigo que sostenía el mayordomo. —Las bellas costumbres y elegancia han desaparecido. Es justo como esta casa nueva. Es sólida y funcional, pero hay varias cosas que son inútiles y sin sentido para mí. El darle personalidad cuesta dinero, pero lo más que durará son cincuenta años.
Ryeowook tomó la perilla de la puerta y la giró. A primera vista era una puerta espléndida, pero para él, quién estaba familiarizado con las puertas antiguas en Inglaterra, solo parecía demasiado vistosa.
—Bueno, me retiro.
—Por favor, sea cuidadoso.
El mayordomo le acompañó hasta el garaje, donde presionó el botón para abrir la puerta. Ryeowook ingresó en su jaguar negro y aun cuando era una noche fría de noviembre, condujo con las ventanas abajo.
El aire frío de la noche despeinaba su cabello de color claro, el cual parecía haber sido teñido. Su piel delicada y facciones faciales, incluyendo su nariz afilada, lo hacían a uno pensar que tenía ascendencia inglesa recorriendo sus venas. Las irises de sus ojos eran de un color miel y sus labios rojos. Ese gran par de ojos de color profundo hacia que sus facciones estuvieran muy bien balanceadas.

Pero a pesar de todo esto, no daba la impresión de que él fuese delicado. Se esperaba que la gente joven de las familias de clase alta apreciara el valor de las artes de la pluma y de la espada.
—Hermoso— murmuró, encantado por la vista que se expandía frente al vidrio de su auto.
Ryeowook estaba sorprendido por la vista nocturna de la ciudad. Hasta ahora, había vivido en lugares tranquilos…aun en Londres, había vivido en los suburbios. A causa de esto, el vivir en una ciudad donde las luces jamás eran apagadas era una experiencia nueva para él.
Aun cuando eran ya después de las ocho, el tráfico era pesado, así que se alejó de las calles principales y se dirigió hacia el centro de la ciudad. Cerca de la estación, junto a una calle llena de edificios altos, había un garaje el cual Ryeowook había rentado. Parqueo su jaguar y vio que vehículos se encontraban allí estacionados.
Había un Mercedes Benz, un BMW, un Audi y un Porsche. Parecía como una exhibición de autos extranjeros. Todos eran autos que pertenecían a empleados que trabajaban para el negocio de Ryeowook.
Se colocó su abrigo y comenzó a caminar. Aquellos que caminaban cerca de él, lo volteaban a ver. Sus rostros estaban llenos de curiosidad mientras disimuladamente veían la espalda de Ryeowook.
No parecía ser un ejecutivo regresando a casa. Tampoco parecía ser un “anfitrión” o gerente de algún club a penas comenzando con su jornada laboral. No parecía ser alguien quien realizará trabajo académico y tampoco parecía estar involucrado en la industria de los servicios. Nadie podía tan siquiera adivinar de qué manera se ganaba la vida.
Ryeowook caminó a través de la entrada de un enorme edificio y descendió las escaleras hacia el sótano. Se detuvo frente a una puerta de apariencia barata…o al menos esa era la impresión que recibió. Los clientes probablemente la percibían de distinta manera. Ryeowook abrió la extravagante puerta cubierta de cuero con la palabra “Carmesí” escrita en ella e ingresó a una habitación bastante iluminada la cual contenía aproximadamente veinte hombres jóvenes. Todos dieron una reverencia al mismo tiempo.
—Buenas noches, señor.
El primero en acercarse fue Minamikawa, el gerente del establecimiento. Aunque él decía tener veintiséis años de edad, en realidad tenía treinta. A él se le había confiado el manejo del negocio de Ryeowook, el cual era un bar de chicos. El anterior dueño había planificado clausurar completamente el bar, pero Ryeowook lo adquirió y conservó a todo el personal.
El anterior dueño había sido una mujer, quien se había aprovechado de su propio personal y cuya malversación de los fondos del bar era tan descarada que incluso las clientas hablaban mal de ello. Sin embargo, desde que él se había hecho cargo, las cosas se encontraban mucho más estables. Lo mejor de todo era que Ryeowook no interfería constantemente en el manejo del bar.
—¿Le gustaría comer algo?

Secret Moon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora