Capítulo 14

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¿Qué es el miedo? Cuando los humanos se topan con algo desconocido, sienten ansiedad y miedo.
El profesor Ohata había estado sufriendo en gran cantidad ambas sensaciones. Después de haber atropellado a ryeowook, éste había corrido hacia el hospital y llamado a una enfermera, sin embargo nadie había visto a dos hombres que respondieran a la descripción de ryeowook y kyuhyun. No había forma que esos dos hombres tan peculiares podían permanecer ocultos por tanto tiempo. Seguramente alguien debió verles. Más sin importar cuánto buscó, no pudo encontrar ni un solo rastro de ambos hombres. No había ni un solo rastro de sangre. Finalmente cuando alguien había sugerido que llamasen a la policía, Ohata escapó.
Ya que lo  había atropellado a propósito, temía enfrentarse a la policía. Desde ese día, se había reportado enfermo y se encontraba oculto en su apartamento en el tercer nivel. Estaba feliz de no tener familia… no había nadie que le molestara por lo que había hecho.
Se lamentaba de no tener habilidades para apostar. ¿Por qué no se había percatado que ryeowook era de la misma raza que Cho Kyuhyun? Había dicho demasiado cuando habló con ryeowook ¿Por qué había sucedido eso? De alguna manera parecía que no podía mantenerse en silencio. Había sido incapaz de mentirle al hombre.
¿Qué se supone debía hacer ahora? Si ryeowook había muerto entonces, él era considerado un criminal. Sin importar cuantos días pensará al respecto, no podía obtener respuesta.
Pensaba que su plan había sido perfecto, había observado la casa de por días, siguiéndolos a todas partes como si él fuera uno de esos paparazzi. Por alguna razón ryeowook solo salía de noche. Durante algunas ocasiones, kyuhyun salía de día, sin embargo Ohata no había visto a nadie más ingresar o salir de la residencia.
Su intención no había sido atropellarlo tan fuertemente. Lo único que quería era separarlos, al llegar al hospital convencer al joven de darle una muestra de su sangre.
—¿Dónde me equivoqué?
En sus estudios de folklore había examinado las características especiales de la sangre de la gente del sur así como la del norte. Fue en esos momentos, que con la ayuda de otro estudioso supo que el plan para obtener la sangre de kyuhyun era perfecto, sin embargo ahora el plan había sido arruinado.
—¿Habrá muerto? Me pregunto si kyuhyun robó su auto y huyó—. No había salido en las noticias así que era probable hubiera ocultado su cuerpo sin vida y huido.
Mientras el tiempo pasó y no hubo consecuencias se puso de buen humor. Ni la policía ni kyuhyun habían llegado a verle. No se había encontrado ningún cuerpo, la ansiedad y el temor de Ohata comenzaron a desaparecer. Incluso pensaba ir a trabajar al día siguiente y pretender que nada había ocurrido. Si alguien había escuchado del incidente en el hospital, diría que se encontraba bajo mucho estrés últimamente.
No había absolutamente nada de qué preocuparse. Se hacía tarde y Ohata decidió irse a la cama y descansar para el día siguiente.

Su apartamento de dos habitaciones estaba lleno de libros. Ya que vivía en el tercer piso, no cerraba las ventanas. Debido a que era un fumador consuetudinario su habitación pronto se llenó de humo. Pensando en que debía dejar ingresar aire fresco se dirigió hacia las puertas que daban hacia la terraza, entonces vio que las cortinas se movían por la brisa. Más eso era imposible… estaba seguro que las había cerrado y echado picaporte. Desde el accidente, siempre se había tomado la molestia de asegurarse que las puertas se mantuvieran siempre cerradas. Sin embargo, las cortinas se movían.
Cuando los humanos no entienden la fuente de algo, sienten ansiedad y miedo.
Esperando que hubiera sido un accidente y él se hubiera olvidado de cerrarlas, Ohata se dirigió para revisar. En esos instantes, todas las luces de la habitación se apagaron.
—¿Cómo?
Las luces de los demás edificios y todas aquellas de la ciudad continuaron encendidas. El apagón fue únicamente en su habitación. Ohata sentía el sabor agudo del miedo en su boca.
—Profesor Ohata.
Cuando una voz se pudo escuchar al lado de su oreja, Ohata dio un brinco como si se tratase de un sapo. —¡Aahhhh!
Temía ver a su alrededor. ¿Qué tal si algo sobrenatural se encontraba ahí?
—Si quiere disculparse, lo escucharé—. La voz era altanera y de alguna manera un tanto… tentadora, casi hipnótica.

Ohata la reconoció inmediatamente. Solo hacía unos días atrás, había girado el volante de su automóvil para arrollar a la figura de cabello que vestía un saco negro. Quizás los frenos no estaban funcionando apropiadamente. Cual fuera la razón, Ohata no podía olvidar el sonido que el carro había hecho al chocar contra la espalda del hombre. Alguien atropellado con tal intensidad, hubiera tenido que pasar meses en el hospital para poder recuperarse.
—¿Profesor Ohata?
Temía voltear, pero lo hizo; las cortinas se abrieron en esos momentos, revelando una sombra gigante en la entrada. Los ojos del gigante brillaban de un color rojo sangre. Era como si fuera confrontado por un animal salvaje durante la noche en una calle abandonada. Entrando en pánico, Ohata corrió hacia la puerta delantera. Pero alguien se encontraba interrumpiendo su huida.
Ohata lo único que podía ver era un saco negro y una camisa blanca. El hombre frente a él lucía como un vampiro salido de una película de terror.
—¡Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhh!
—No grite. Despertará a los vecinos.
Al escuchar estas palabras silenciosas, la voz de Ohata ya no salió, lo único que podía hacer era cerrar y abrir la boca, como si se tratase de un pez fuera del agua. Dio un paso hacia atrás, su expresión llena de confusión y se topó contra algo. A menos de 20 centímetros de la cabeza de Ohata los ojos rojos del gigante brillaban. No podía huir hacia delante ni hacia atrás. Incapaz de gritar, lo único que Ohata hizo fue quedarse quieto.
—Kyuhyun, sostén a Ohata.
Kyuhyun tomó a Ohata por detrás. Sostuvo al profesor tan fuerte que sus huesos tronaron y un sudor frío apareció en su frente.
—Responde esta pregunta ¿Has hablado acerca de Kyuhyun con alguien más?
Ohata sabía que no podía rehusarse a responder las preguntas que hicieran esos labios rojos. No tenía otra opción más que decir la verdad. —No le he dicho a nadie. Los aldeanos me lo advirtieron. Dijeron que cualquiera que interfiriera con los Inugami sufriría las consecuencias.
—¿Y aún así intentaste utilizar a kyuhyun?
—Era por el bienestar de la humanidad, ¡no por interés personal!
—No, era pura avaricia. Solo querías dinero y fama.
—Bueno si, quería el dinero, lo admito, ¡por favor déjame ir!
Una mano con guante blanco tocó su arteria carótida. —¿Debería decirte algo interesante? No soy un Inugami, soy un vampiro.
Los ojos de Ohata se abrieron. Por lo general no le hubiese prestado atención a tan ridículo comentario, pero ahora que estaba frente a frente con los dos hombres, hombres que habían ingresado en una habitación bajo llave, no tenía otra opción más que creer.

—Relájate, tu asqueroso vicio de fumar te ha salvado. No beberé sangre tan desagradable— Ryeowook rió con crueldad y presionó con fuerza la arteria carótida de Ohata. —No solo te perdonaré la vida, sino que te daré un regalo maravilloso.
Ohata permaneció en silencio.
—Temerás a la noche, le tendrás tanto miedo a la oscuridad que no podrás tolerarlo—. El profesor tragó.
—Olvidarás todo acerca de nosotros, pero tu temor permanecerá. Le temes a la noche, le temes.
—Yo… yo le temo a la noche.
—Correcto. Le temes a la noche, especialmente a las noches cuando haya luna, no serás capaz de caminar solo durante la noche.
—Tengo miedo, es cierto.
—Olvida todo acerca de Cho Kyuhyun. Olvida todo acerca de mí.
—No sé quiénes son ustedes.
—Correcto, eso está muy bien. A partir de hoy, regresarás a casa antes del anochecer. Es por tu propio bien.

…Ohata lentamente salió del trance. Parecía haber perdido la conciencia momentáneamente. Por alguna razón, la puerta de la terraza estaba abierta y el frío aire de la noche ingresaba a la habitación. La habitación estaba completamente a oscuras y tan pronto que se percató de esto, sintió terror. Sentía como si criaturas en las sombras se burlaban de él y que habían fantasmas en todas partes.
—Uh…uh…uh…—, casi llegando al pánico. Ohata de alguna forma comenzó a buscar el interruptor de la luz, los cuales habían sido apagados sin razón aparentemente. Con un dedo tembloroso encendió las luces. Encendió cada una de las luces del apartamento. Encendió el televisor y le subió todo el volumen, con las luces y ruidos provenientes del televisor fue capaz de relajarse un poco, pero aún estaba aterrorizado de acercarse a las puertas de la terraza.
Aun cuando el frío viento soplaba a través de la puerta, temía cerrarla. Afuera, donde la oscuridad cubría la ciudad. Ohata temía más que nada en el mundo a la oscuridad.

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