2º Comunicación dificultosa

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2º Comunicación dificultosa

La noche pasó lenta y fría para el señor Darcy, que no se separaba de su esposa bajo ningún concepto. Rechazó la invitación para desayunar de su suegro y de su amigo Bingley, queriendo estar presente cuando Elizabeth abriera los ojos.

Darcy empezó a preocuparse seriamente. Las horas pasaban sin cambios en la convaleciente, que parecía que no iba a despertar. Al fin, Bingley consiguió convencerlo para salir a montar un rato para despejarse, dejando a Jane en la habitación cuidando de ella.

Kitty y Mary decidieron hacer compañía a su hermana mayor, así que las tres cosían en silencio junto a la cama, mientras la señora Bennet permanecía en el piso inferior. El señor Bennet había decidido hacerle una visita al magistrado Ferguson para saber si había novedades. A pesar de ser conocedor de la preocupación de su yerno, fue a escondidas, sabiendo que si había novedades y Darcy estaba presente, la sangre podía llegar al río.

Las tres hermanas estaban tan pendientes de lo que hacían, que no se percataron de que Elizabeth abría los ojos lentamente. Al principio parpadeó un poco, desorientada. Pero al enfocar bien, y ver donde se hallaba, las imágenes de lo ocurrido con aquellos rufianes vinieron a su mente, provocando que empezase a llorar en silencio.

La primera en darse cuenta de que estaba despierta fue Kitty. Al levantar la vista de su labor, vio como Elizabeth se cubría el rostro con las manos, intentando tapar sus lágrimas.

-¡Lizzy!- Exclamó, levantándose de un salto y corriendo a la cama- ¡Por fin has despertado! ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Lizzy está despierta!- Empezó a gritar eufórica.

-Kitty, cálmate- Le pidió Jane, apartándola de la cama para colocarse ella junto a su hermana querida- ¿Cómo te sientes?- Elizabeth se incorporó y se abrazó a Jane, llorando desconsoladamente- Ya ha pasado todo.

La señora Bennet entró minutos después, con el rostro lleno de preocupación por su segunda hija. Fue hasta la cama y se sentó en el borde, cogiéndole la mano y mirándola con pesar.

-¡Oh, Lizzy! ¡Cómo me alegro de que estés despierta!- La señora Bennet la abrazó con fuerza- ¡Llegué a pensar que no lo harías!- Jane puso mala cara ante la exageración de su madre- ¿Te sientes bien?- Elizabeth no tuvo tiempo de intentar responderle- Siempre me pareció mal que fueras a caminar tú sola, y tenía razón- Continuó parloteando la dama, que parecía haber recuperado su locuacidad habitual después de la falta de habla que había tenido el día anterior- ¡Suerte hemos tenido de que no te haya sucedido nada peor!

-¡Basta ya, mamá!- Levantó la voz Jane, dejando tan sorprendida a su madre, que no pudo hacer más que cerrar la boca- Kitty, Mary, ¿podéis quedaros con Lizzy? Mamá y yo tenemos que hablar.

-Cla… Claro- Respondió Kitty, tan sorprendida como su madre por el tono de su hermana.

Jane dejó a sus hermanas pequeñas cuidando de Elizabeth, y cogiendo el brazo de su madre, tiró levemente de ella para que la acompañara. La señora Bennet no puso oposición, y sin replicar, la acompañó al salón de abajo.

-¿Cómo puedes decirle algo así después de lo que ha sufrido?- Le preguntó Jane, bastante enfadada, nada más llegar a los sofás- ¿No sabes que está enferma?

-Solo he dado mi opinión, no he dicho nada malo.

-No es justo que la acuses así, como si hubiera cometido un crimen- La recriminó- Lizzy no tiene culpa de lo ocurrido y tú solo estás consiguiendo que se sienta peor.

-¡Esto es increíble! ¡Ya no puedo hablar ni en mi propia casa!- Continuó con los brazos cruzados, sentándose muy erguida en el sofá para mostrar su indignación - ¡Ahora me dirás también que no ha sido una mala hija al no venir a vernos durante todos estos meses!

A pesar de todo, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora