10º El alumbramiento de Jane

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10º El alumbramiento de Jane

Lydia permaneció en Longbourn durante tres días más antes de regresar al cuartel de Meryton junto a su marido. Durante ese tiempo, intentó resarcir a su hermana con todas las atenciones posibles. Todas las mañanas iba con Kitty hasta Netherfield y pasaban la mañana en compañía de Lizzy y Jane. Hablaban de los embarazos de ambas, de cómo mimarían a los bebés cuando nacieran, y lo feliz que sería la señora Bennet si eran varones.

Tras ese paréntesis de felicidad, Lydia partió, dejando a su madre desconsolada. Pensaba en lo atormentada que se iba a sentir su hija menor con aquel hombre al que ahora miraba con otros ojos.

Lizzy, aunque no lo reconociera, también sintió la marcha de su hermana. Darcy percibía como su humor decaía ligeramente, aunque se esforzaba por que no se le notara.

Sabiendo que el alumbramiento de Jane estaba tan cercano, el caballero intentó que su atención recayera en hacerla sentir cómoda, en ayudarla y acompañarla, consiguiendo así que Elizabeth se olvidara de la situación de Lydia por unos días.

Además, estando al corriente del afecto que sentía Lizzy por todas sus hermanas, estaba decidido a hacer algo para facilitar la vida de Lydia, pero no quería decirle nada hasta que estuviera seguro de conocer lo que su influencia podía hacer por los Wickham.

La mañana del 15 de Marzo, aprovechando el soleado día que hacía, Elizabeth convenció a Jane para salir a pasear un poco pese a la negativa de su esposo y a la cantidad de motivos que enumeró para evitar la salida. Kitty y Mary, que habían ido a visitarlas esa mañana, decidieron acompañarlas, haciendo que Darcy se sintiera un poco más tranquilo.

-Paremos un poco- Pidió Jane, tras quince minutos de caminata.

-Claro, no tenemos prisa- Dijo ayudándola a sentarse sobre una gran roca para que descansara. La observó un momento, y notando que respiraba un poco más acelerado de lo normal, le preguntó- ¿Estás bien? ¿Te has agotado mucho?

-Quizá deberíamos volver, no creo que deba cansarse demasiado- Sugirió Mary.

-No es cansancio- Dijo por fin Jane, respirando de nuevo con normalidad.

-¿Y qué era entonces?- Preguntó Kitty, preocupada por la palidez de su hermana.

-He sentido pequeños dolores, pero ya estoy bien.

-¿Dolores?- Elizabeth se preocupó de inmediato.

-No te preocupes, ya los he sentido antes- Intentó calmar a sus hermanas- El doctor dijo que era normal sentirlos una o dos semanas antes del parto. Llevo sintiéndolos desde hace una semana.

-¿Estás segura?

-Completamente- Dijo con rotundidad. Y poniéndose en pie, se dispuso a continuar su paseo- ¿Seguimos?

Algo dubitativas, sus hermanas asintieron, pero al ver como caminaba, con premura y sonriente, le quitaron importancia al asunto. Después de todo, ninguna de ellas tenía experiencia en ese aspecto.

Sin embargo, cinco minutos después tuvieron que volver a parar de nuevo, pues Jane sintió de nuevo esas mismas molestias. Al igual que había sucedido la vez anterior, estas desaparecieron igual que habían venido, permitiéndoles continuar. Pero cuando tuvieron que detenerse por tercera vez en menos de cinco minutos, Elizabeth estaba segura de que eso no podía ser normal.

-Vamos a volver, Jane.

-Estoy bien, de verdad- Intentó hacerla entrar en razón- Son molestias por el esfuerzo del paseo, nada más.

-Por favor, tengo un presentimiento- La voz de Lizzy sonaba suplicante- Hazme caso y volvamos ya.

-De acuerdo- Cedió por fin, levantándose de nuevo para comenzar el camino de vuelta.

A pesar de todo, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora