13º La historia de Lady Catherine

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13º La historia de Lady Catherine

La presencia de Lady Catherine durante las siguientes semanas fue muy beneficiosa para Elizabeth. Su Señoría la estaba ayudando a ver las cosas desde otra perspectiva, cambiando poco a poco su estado de ánimo.

Por las mañanas, después de volver de su paseo diario junto a su marido, Elizabeth y Lady Catherine se reunían en la sala de música, donde escuchaban a las dos jóvenes intérpretes mientras bordaban alguna nueva prenda para el bebé. Lady Catherine aprovechaba esos momentos para narrarle hermosos acontecimientos familiares, como el día del nacimiento de su marido, los primeros pasos de Georgiana, las primeras palabras de su Anne…

Con cada instante que le narraba, Lizzy iba perdiendo progresivamente parte del miedo y recobraba la ilusión que sentía durante los primeros meses. Hasta que llegó un momento en que la propia Elizabeth empezó a imaginar lo que sería ver a su hijo hacer todas esas cosas.

Además de la costura, Lady Catherine se aseguró de que comiera de manera adecuada, pues había comprobado que, aunque no había dejado de alimentarse, si que había perdido algo de apetito, y eso empezaba a pasarle factura. En el momento en que su alimentación fue la adecuada, sus fuerzas se incrementaron, al igual que su vitalidad y alegría.

Lo que más costó vencer fueron las pesadillas, y es que por más que Elizabeth pasaba el día animada y esperanzada con la llegada de su hijo, al llegar las noches regresaban los sueños angustiosos, oscureciendo los avances que hacía día a día.

-Señora Darcy, tiene unas ojeras muy pronunciadas- Le comentó Lady Catherine una mañana lluviosa, mientras ambas paseaban por el corredor interior- ¿No consigue dormir bien por las noches?

-Me temo que no, las pesadillas nunca me dejan descansar.

-Entiendo cómo se siente. Yo experimenté lo mismo cuando esperaba a Anne- Le confesó, haciendo que Lizzy parara de caminar de la sorpresa.

-¿Qué quiere decir?

-Venga conmigo, sentémonos y se lo contaré- Elizabeth cogió el brazo de Su Señoría y la acompañó hasta unos asientos que había junto a una de las estatuas más grandes, situada en el centro del pasillo. Una vez estuvieron ambas acomodadas, Lady Catherine la miró a los ojos, notando el pavor que aún habitaba en ella.

-Por favor, cuénteme el motivo de sus miedos cuando usted esperaba a la señorita de Bourgh.

-Se lo contaré, pero quiero que esté tranquila mientras lo hago- Le indicó seriamente- Con siete meses de gestación, no quiero que se altere y tengamos algún susto- Lizzy asintió, ansiosa por conocer la historia- Mi esposo y yo llevábamos años intentando tener descendencia para perpetuar el linaje de la casa de Bourgh sin éxito. Yo empezaba a perder la esperanza de concebir cuando por fin ocurrió. Quedé encinta y la dicha me embargó por completo- Narró con calma, sin dejar de observar el rostro de la señora Darcy- Sin embargo, mi alegría duró poco tiempo, pues a las pocas semanas comencé a sangrar abundantemente.

-¡Oh, Dios mío!- Exclamó Elizabeth- ¿El bebé corría peligro?

-Así es- Le confirmó Su Señoría- El doctor aseguró que si me levantaba, podría interrumpir el embarazo, así que pasé los meses restantes en cama, temiendo cada día, que si hacía algún movimiento brusco o me levantaba, aunque solo fuera para estirar las piernas, jamás conocería a ese bebé al que tanto deseaba- Elizabeth se llevó las manos a la boca, ahogando un grito- Estuve mucho tiempo con pesadillas y con miedo, sin comprender como algo tan maravilloso como es concebir un hijo podía convertirse en algo tan terrible.

-Entonces, usted sintió el mismo miedo que yo durante todo el embarazo.

-Así es, señora Darcy. Guarde reposo sin queja, temiendo que mi bebé no pudiera sobrevivir al parto- Continuó con su narración- De hecho, estuvo cerca de no superar el alumbramiento- Al decir esa frase su voz sonó un poco más débil. Lizzy sintió como si fuese propio el miedo que destilaban las palabras de la dama- Sin embargo, lo consiguió. A duras penas, y siendo una niña enfermiza desde el primer instante, pero vivió.

A pesar de todo, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora