21º Preparativos

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21º Preparativos

El distanciamiento entre el matrimonio Darcy fue notorio desde el primer momento. Lo primero que delató que algo ocurría entre ellos fue que dormían en habitaciones separadas cuando, hasta la fecha, siempre habían compartido la alcoba de Darcy. Ese hecho se extendió entre todo el servicio, y debido a eso, todos los habitantes de Pemberley empezaron a ver otros signos que corfirmaban el alejamiento.

El señor Darcy no hablaba directamente con su esposa salvo que fuera necesario, pues como le había dicho a ella, pretendía darle todo el espacio que necesitara, aunque supusiera un suplicio para él. Sin embargo, eso no impedía que tuviera gestos hermosos y llenos de cariño hacia su persona. Todas las mañanas depositaba una rosa sobre el lugar que ocupaba Lizzy en la mesa, o le dejaba pequeñas notas donde le ponía simplemente "Te quiero"; mandaba a algún criado a que le llevara su dulce favorito; compraba libros que ella aun no había leído y los depositaba sobre su cama para que los encontrara antes de irse a dormir… Estaba haciendo todo cuanto podía para conseguir el acercamiento a su amada.

Sin embargo, Elizabeth no se dejaba impresionar. Era consciente de cada gesto que él tenía, y apreciaba cuanto estaba haciendo. Estaba totalmente enamorada de su esposo y le costaba horrores no tirarse a sus brazos con cada uno de esos gestos, pero su determinación y cabezonería le impidieron dar su brazo a torcer. En esa ocasión, necesitaba realmente comprobar que los prejuicios que tenía contra Wickham eran solo hacia su persona, y no englobaban a su familia por culpa del matrimonio y la insensatez de Lydia.

Otro de los cambios que se efectuó en la casa fue que, tras las comidas y las cenas, la señora Darcy, en lugar de disfrutar de la velada con su esposo y su cuñada, se dirigía a sus aposentos o a los de su hijo, y pasaba allí gran parte del día. Tan solo salía para atender asuntos de la casa o para dar sus paseos en compañía de su pequeño, que se hacía mayor por días.

Viendo que Elizabeth no quería separarse de su niño, Darcy pensó que quizá podría pasar algo de tiempo con ella cuando iba a ver a su hijo, pero lamentablemente en cuanto él cruzaba el umbral, Lizzy se disculpaba y desaparecía de la habitación.

A pesar de ese distanciamiento, cuando llegaba alguna visita, Elizabeth parecía otra mujer. Se comportaba con naturalidad, hablaba con él y sonreía como días atrás, cuando Darcy se había comportado como un auténtico gañán con ella. Y no es que tuviera muestras de afecto hacia él más allá de tomarle del brazo para acompañarlo o de obsequiarle con alguna sonrisa, pero eso le permitía estar a su lado y poder tomarla de la mano. Su actitud hizo que los invitados no vieran nada extraño en ellos, y por lo tanto no hubiera habladurías entre la aristocracia inglesa.

Tanto disfrutaba él de esos momentos que, al final de la primera semana con esa situación, Darcy, sorprendentemente, estaba deseoso de tener visitas y de invitar a gente a su hogar, pues ansiaba la cercanía de su esposa.

Al comienzo de la segunda semana, toda la familia Darcy, y parte del servicio, se trasladó a Londres, donde tendría lugar la presentación de Georgiana en unos días. Durante el trayecto, la debutante se sentó junto a la niñera, con su pequeño sobrino en brazos, deseosa de hacerlo reír. Elizabeth se sentó mirando por la ventana, ignorando a su esposo, que permanecía a su lado, inquieto y algo malhumorado.

En alguna ocasión, Fitzwilliam no pudo evitar acariciar la mano de su esposa, pero ella simulaba tener que colocarse algún mechón de pelo y la apartaba. Hubo un momento en el que Georgiana, la niñera y el pequeño William se quedaron dormidos, y Darcy vio la ocasión perfecta para intentar hablar con ella. Rápidamente cogió su mano, sorprendiéndola con su movimiento. Elizabeth, de inmediato intentó separarse, pero él no se lo permitió.

-Por favor, no me niegues tu contacto- Le suplicó él, desesperado por sentirla.

-Ya te dije que necesitaba tiempo.

A pesar de todo, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora