CAPITULO 13

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-¿Melissa, qué hacías en mi cuarto?- Exclamé mirándola desconcertada.

-No es lo que piensas, es que esa es la recámara que usualmente ocupo y como soy muy sensible ante la luz, necesito dormir con antifaz y entré por el que siempre guardo en el armario- Aclaró mientras me enseñaba el objeto en cuestión- Toqué la puerta varias veces, pero como nadie me atendió, entré, pensé que Alex y tú habían salido a dar un paseo- Agregó con una sonrisa pícara.

-¿Alex no está en la habitación?- Pregunté sorprendida.

-No, no hay nadie, ¿Y tú dónde estabas?-Me devolvió la pregunta.

-Bajé a la cocina a tomarme una pastilla para el dolor de cabeza.-Respondí.

-Ah vale, buenas noches, que descanses, no, mejor diviértete- Afirmó jocosamente mientras caminaba por el pequeño pasillo y cerrar la puerta de la habitación a sus espaldas.

Entré a la recámara y en efecto Alex no estaba en la cama. El pánico volvió a inundarme y mi corazón se aceleró al pensar en la posibilidad de que se haya dado cuenta de lo que estaba haciendo.
Iba a tomar mi celular para llamarlo, cuando de repente salió del baño y al verme de pie en medio de la habitación, se asustó y dejó caer su teléfono en la alfombra, el cual recogió inmediatamente.

-Te tardaste una eternidad- Dijo nervioso dejando el aparato sobre la mesa y se sentó en la orilla de la cama.

-Salí a tomar aire para ver si me sentía mejor.

-¿Y funcionó?- Preguntó mientras se acostaba y me daba la espalda.

-Si, ya estoy bien.

-Hasta mañana, cariño.

-Buenas noches, Alex.

Me acosté a su lado en la orilla de la cama y apagué la luz, no pude evitar sentirme mal por lo que había hecho con Abraham, mientras mi novio estaba bajo el mismo techo. Pero tampoco puedo evitar sentir incertidumbre ante la actitud de éste, ¿Qué hacía hablando por teléfono en el baño? Si el reloj de la mesa mostraba que era un poco más de la una de la mañana.

A la mañana siguiente aún no despertaba por completo cuando comencé a sentir levemente caricias delicadas en mi brazo que coquetamente subían la manga de la camiseta para acariciar mi hombro, después esa mano se deslizó hasta mi espalda para acariciar mi cintura. No me encontraba en la facultad de mis sentidos pero pude sentir el peso de una persona recostarse a mi lado. Abrí los ojos de golpe al sentir aquella mano bajar más allá de mis caderas, era hora de despertar y encararlo.

-Abraham, ¿Por qué rayos estás aquí?- Exclamé asustada, levantándome de golpe de la cama.

-Comprobando si eres capaz de cumplir la promesa- Respondió juguetón acostado de lado apoyando el mentón en su mano.

-¿Estás loco? Cómo entras así sin más, Alex podría estar en el baño.

-No te preocupes por él, salió a correr hace quince minutos.

-De todos modos vete, Melissa si está en casa.

-Esa niña no se despierta hasta las diez de la mañana y hasta ahora son las nueve- Dijo levantándose de la cama.

-Por favor Abraham, no me hagas las cosas más difíciles.

-¿Tú? ¿Difíciles? ¿Y yo como califico que no tienes voluntad para impedir que él te acaricie?- Cuestionó levantándose de la cama para caminar hacía mí.

-Estaba dormida, disculpa si no tengo mucho control bajo ése estado.- Mencioné desafiante viendo sus ojos enardecidos. 

-Sentí cuando te despertaste y aún así no me detuviste- Me tomó por la cintura y me hizo caer en la cama colocándose encima de mí. -No quiero imaginarte entre sus brazos.

¿Tienes tiempo para mí? (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora