CAPÍTULO 4

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Eran las once de la mañana y yo jugaba con un lápiz golpeándolo contra mi escritorio, no podía concentrarme en el trabajo, había sido una espectacular noche que terminó con una frase que no me agradó para nada "No estaré disponible hasta el lunes en la noche", recordé que me dijo antes de salir de la habitación, así que uniendo eso a que no hacía nada por dinero, llegué a la conclusión de que está casado o si no ¿Qué otra razón puede haber para que no podamos vernos el fin de semana?, no sé si podré soportarlo apenas es viernes y faltaban muchas horas para las ocho de la noche del lunes; y eso si me respondía, "No te desanimes bonita, siempre hay otras opciones, puedes acariciarte pensando en mí" agregó finalmente para cerrar la puerta tras de sí.

-¿Estás bien?- Preguntó Mónica entrando a mi oficina.

-Sí ¿Por qué?

-Llevas media hora haciendo lo mismo, vas a romper en dos el pobre lápiz.

-No seas exagerada- Exclamé con una sonrisa.

-Te noto...algo ansiosa, no sueles jugar con los lápices a no ser que algo te moleste ¿Problemas con Alex?

-No, todo está bien con él, es sólo que estoy un poco bloqueada con el artículo de la edición del siguiente mes.

-Por cierto, hoy no puedo ir a almorzar contigo, Joshua me invitó.

-¿ El mensajero?- Exclamé sorprendida.

-No es lo que piensas, su hermano administra un salón de fiestas infantiles y quizá me consiga un descuento para la fiesta de Katherine.

-Si claro, lo mismo dijiste de Alejandro el contador y al final terminaron en su oficina, no haciendo negocios exactamente.

-Bueno, tú tienes un novio maravilloso y no sabes lo que es querer sentirse mujer, sentirse deseada.

-No, no lo sé como todos los días duermo con mi novio- Dije irónica.

-Al menos, tienes novio- Dijo saliendo de la oficina.

Si lo tenía, pero no me hacía sentir deseada, al menos, no como el extraño que anoche me había mirado de una manera que hizo temblar, me hizo sentir deseada como nunca antes, era como si en sus ojos hubiera un fuego incesante. Tenía que hablar de esto con alguien, no podía seguir guardándome este secreto, me estaba carcomiendo por dentro, Mónica no era opción, seguramente me regañaría por engañar al novio perfecto, entonces pensé en contarle a Ángela y recordé que me había platicado del pequeño desliz que había tenido con un ex-compañero de preparatoria. Si, ella era la ideal para escucharme y quizá aconsejarme. Entonces la llamé, afortunadamente su oficina quedaba cerca a la mía y la invité a almorzar, notó mi tono de angustia y aceptó de inmediato vernos a la una en punto en el restaurante de la esquina de la editorial.

Cuando llegué, ella ya estaba allí, nos saludamos de beso y me abrazó.

-Muy bien, Helena ¿Qué te sucede?

-No sé por dónde empezar, es complicado.

-De eso me puedo dar cuenta, traes una cara como si hubieras cometido un crimen.

-Engañé a Alex- Solté sin que se esperara la noticia.

-¿Qué hiciste qué?- Exclamó abriendo los ojos con sorpresa.

-Lo que escuchaste, me acosté con otro hombre.

-Pero, ¿Cuantas veces lo han hecho? ¿Quién es? ¿Dónde lo conociste?

-El día de mi cumpleaños y ayer.- Mencioné jugando con mi tenedor, viendo fijamente mi plato.

-Wow, te desconozco, no te estoy criticando soy la menos indicada para eso, pero es que siempre has sido tan...correcta.

¿Tienes tiempo para mí? (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora