CAPÍTULO 22

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-¡Abraham! Llegaron justo a tiempo el ensayo esta a punto de comenzar- Exclamó Alexa emocionada y corrió a abrazarnos, mientras Antonio la seguía para saludarnos también.

-¿Creías que me lo perdería? Es importante que el padrino esté presente y aquí me tienen.

-La madrina también ya está aquí.- Afirmó Antonio poniendo su mano sobre mi hombro. -Que gusto verte _______, que bueno que viniste, permíteme darte un abrazo, has hecho que el casanova de mi hermano siente cabeza, te lo agradezco mucho.- Mencionó estrechándome entre sus brazos.

-Bienvenida linda- Añadió una señora sonriéndome.

-Muchas gracias por invitarme, señora- Saludé cortesmente.

-Susana, por favor dime Susana, soy la madre de Abraham y Antonio; un gusto querida.

-A mi también puedes llamarme Antonio, seré el padre de un par de hombres adultos, pero aún no estoy tan viejo para que me llamen señor.- Interrumpió en forma de broma el que parecía ser el padre de los Mateo.

-Gracias por el recibimiento- Dije mientras el padre de Abraham me abrazaba.

-No tienes porque agradecernos, eres la novia de Abraham, es lo menos que podemos hacer, además es muy gratificante tenerte en un evento familiar tan importante.

-Al contrario, gracias por invitarme.

-Muy bien, ya que la familia está completa, pasemos a almorzar.- Afirmó Susana guiándonos a la mesa.

Yo estaba más que sorprendida por la calidez de la familia, jamás me imaginé el recibimiento que me darían, ni mucho menos la forma en que se llevaban entre ellos, se notaba la unión y el amor que se tenían.

Mientras me encontraba divagando en mis pensamientos; Abraham me abrazó y me dio un beso en los labios.

-¿Ya se te pasaron los nervios?

-Sí, tienes una hermosa familia.

-Y ahora es más hermosa porque tú ya perteneces a ella- Dijo y me guiñó un ojo.

Le respondí con una gran sonrisa, no pude decirle nada más, me emocionaba la idea de pertenecer a esa familia y quizá algún día celebren para nosotros igual que para Antonio y Alexa.

Luego de comer y conversar, Antonio dijo que el ensayo era en una hora, apenas teniamos tiempo de arreglarnos.

Abraham me tomó de la mano y subimos las escaleras hasta el tercer piso, la última habitación era la nuestra. Tenía las paredes pintadas de blanco, la enorme cama estaba pegada a la pared, al frente estaba el tocador y al lado había un par de puertas que supuse eran el armario y el baño, junto a la puerta de entrada había un mueble con un moderno aparato de sonido, varios libros y CDs, pero lo más bonito era un balcón con vista al mar que lucía tranquilo.

-¿Te gusta?.- Mencionó Abraham abrazando mi cintura.

-Mucho, la vista es preciosa.

-Y eso que aún no conoces nuestra casa en San Fernando tiene una vista aún más impresionante, pero estoy observando algo aún más bello que el mar.- Con su mano movió mi rostro para poder besarme.-Sabes, como tenemos poco tiempo es buena idea bañarnos juntos.

-Precisamente porque tenemos poco tiempo, no es buena idea, te conozco muy bien, así que mejor nos bañamos separados.

-Prometo portarme bien.

¿Tienes tiempo para mí? (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora