Capitulo 30: Esclava del amor

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- Samuel, se que las condiciones en las que se fue desarrollando nuestra relación no fueron las mejores, y tengo que aceptar que al principio te odiaba, pero ¿Cuando cambie de parecer? Cierta persona me hizo mirar a través de tu caparazón- miró de reojo a Guillermo que sonreía orgulloso- me hizo ver que mas allá de tu imagen de chico rudo al que todos temen, hay un tierno e indefenso hombre que necesita alguien que lo ame, que le haga ver las cosas con claridad, y tengo que aceptar que nuestro primer beso... Fue con el que desataste todo, me enamore de ti, pensando que eras un hombre malo, pero esa imagen cambio- Samuel le sonrió- Me ayudaste mucho desde el inicio, siempre estuviste alli, me ayudaste a comenzar de nuevo en la ciudad, me enseñaste que lo mas importante no es el dinero, como yo pensé que tu creerias, sino que es el amor, y ahora que estamos aquí reunidos, apunto de unir nuestras vidas eternamente ante dios, me doy cuenta de una cosa- el pulgar de Samuel acariciaba la mano de Freya- me di cuenta que soy esclava del amor- finalizó y mientras se miraban sentían que ya querían besarse y acabar con todo de una vez.

Samuel la tomó de la cintura, acercandola a él y notaron como las cámaras comenzaban a resonar por el lugar debido a que la prensa tomaba la mayor cantidad de fotos posibles.

- ¿Hay alguien en este lugar, que se oponga al matrimonio de estos dos hijos de dios? Que hable ahora o caye para siempre- proclamó el sacerdote y todos se miraron entre si y la pareja volteo esperando a que no entrara nadie por la puerta- Bien, entonces en el nombre de Jesucristo nuestro señor yo los declaro marido y mujer, puede besar a la novia-

Y en ese momento los dos unieron sus labios, haciendo que el sonido de las cámaras se alocara mas y ellos dos rieron en medio del beso. Samuel tomo a Freya en sus brazos y salieron de la Iglesia hacia la limusina pasando por en medio de todos los paparazzi, y entraron en esta.

- Oficialmente estamos casados- le dijo Samuel.

- ¿Los vidrios son polarizados?- le preguntó Freya.

- Totalmente oscuros, ni acercándose se miraría lo que hay dentro- y eso fue suficiente para que ella se abalanzara sobre su cuello besandolo.

- No puedo esperarme a la noche, desde mi cumpleaños 20 no hacemos el amor- dijo sobre sus labios y Samuel la besó.

- Tienes que esperar unas horas mas- hablo sobre sus labios.

- ¿Acaso tu quieres esperar?- lo miró por unos instantes.

- Chofer de una vuelta por la ciudad tarde lo mas que pueda- habló por el interfono que había ya que la limusina estaba hecha aprueba de sonido.

La pareja comenzó a besarse con desesperacion, intentando saciar su sed de placer con el contrario, para su mala suerte no podían demorar mucho, el tiempo lo tenían contado y no solo tenían que asistir a su fiesta, sino tenían que ir con sus hijos.

La chica se arrodilló en el suelo de la limusina y desabrochó el pantalón de Samuel, mirándolo con deseo, anhelando lo que sus pantalones escondian, sacó su miembro desesperadamente y comenzó a masturbarlo, lamiendo la punta de este para estimularlo aun mas, fue allí cuando se lo metió a la boca, haciendo a Samuel gemir por el reencuentro con ese sentimiento de placer después de mas de un año, había olvidado la manera en la que Freya le hacia un oral, lo cual era la cosa mas excitante del mundo para él, su boca lo chupaba como si fuese una deliciosa paleta, su saliva envolvía su tronco y los sonidos sucios que salían provocaban mas gemidos de parte de Samuel.

No pudieron terminar con lo que habían empezando puesto que ya se había hecho hora de llegar a la fiesta, se dieron un ultimo beso jurando acabar lo que habían iniciado mas tarde.

Bajaron de la limusina ya limpios y arreglados para no levantar sospecha de su encuentro cercano hacía unos minutos y saludaron a las cámaras, está vez Samuel no agredió a nadie por la presencia de Freya, en parte los medios sabían que aun que él no dijera nada aun había que mantener su distancia puesto a que no sabrían si se pondría agresivo o no.

Entrando a la fiesta todo se desarrollo con tranquilidad, los niños pequeños bailaban, Nivea y Guillermo cuidaban de los gemelos mientras Samuel y Freya los vigilaban de lejos, aun que para cuando le tocó la hora de comida de los bebés Nivea acompañó a Freya al baño para ayudarle.

- Ya se durmieron, Nivea puedes llevarlos a casa, habla con María, ella es la que se encargara de cuidarlos- su amiga asintió.

La fiesta continuó, la pareja recién casada estaba feliz, miraba a su familia unida, todos bailando y divirtiendose, los niños ya se habían ido por lo que todo se había descontrolado ya, llegó el alcohol y los juegos para adultos, la ceremonia del ramo y la liga, cortaron el pastel.

- Freya, te amo- Samuel la miró.

- Yo también te amo Samuel-

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Fin.

Esclava del amor | Samuel de LuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora