Capítulo 2: Sin escapatoria

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Una vez en ese lugar, en donde se llevaban a cabo todos lo planes de la macabra mente de este sujeto, un chico, no más de 26 años, algo, fornido, con un semblante autoritario, observaba a todas las presas que su secta había escogido, todas le daban asco, ninguna estaba buena, sólo pensaba en aquel cuerpo suculento que el había visto en unas vacaciones que tuvo en España, unas curvas que lo enloquecian, un trasero que gritaba a los cuatro vientos que le dieran una palmada, unas tetas que hacían querer enterrar tu cara en ellas.

Observó a todos sus hombres que había mandado a ir por la chica, sabía que en ese momento, o felicitaba a alguien o los mandaba a matar, esta misión había sido planeada por años y habían muchos intentos fallidos en el pasado, esta vez no sería tan ligero con respecto a los castigos. Pero al ver aquel rostro que había sido el protagonista de sus sueños humedos, supo que tendría que felicitar a alguien, se acercó a su colega, que había hecho todo ese recorrido para traer a la chica y le dio una palmada en la espalda.

- Buen trabajo macho, lo hiciste- felicitó a su colega. Este sonrio victorioso

- No fue nada, trabajo para ti- dijo este, soñando modesto.

- Sabes que tu para mi no trabajas, tu me acompañas- insistio una vez mas, este sujeto sonrió.

- Entonces donde la dejó?- preguntó señalandola que estaba dormida aún en una mesa.

- Ya sabes donde dejarla, ponla en ese lugar, cuando despierte iré yo....

*Dos horas después*

Sus ojos pesaban, su cuerpo se sentía como si la hubiesen estado cargando durante mucho tiempo, se sentía más pesada y no por que estuviese gorda, más bien esa misma sensación cuando acabas de salir de la piscina, así mismo se sentía.

Miró por todos lados, notó que no estaba en el mismo lugar que antes: paredes rojas, sin rastro de ninguna ventana, la puerta estaba cerrada y era imposible abrirla de ninguna manera, ¿estaba secuestrada? Quien podria ser el responsable de eso, ya se podía imaginar a alguien perturbado, como de 40 años o hasta 50, que la haya estado observando durante mucho tiempo. Pero en eso, mira como la puerta de abre un poco, dejando escapar un poco de luz, un poco más clara que la de el cuarto en el que ella se encontraba, es así como se mostró a un hombre, totalmente diferente a como se lo imaginaba, sintió como sus músculos de contraian, aquel hombre podía decirse que era hasta atractivo, se veía que es de esos que cuidan mucho su higiene, dejando destacar su barba era impecable, aún que se notaba que no se rasuraba hacia ya un par de meses máximo.

- ¿Qui.. Quien es usted?- Pregunto ella con el tono un poco temeroso.

- ¿Yo? Eso no te lo puedo contestar, hermosa, y no lo haré- Contestó, con un tono ¿Amable? Pero a la vez firme, morboso, aún que algo seductor, pero aún así le daba miedo estar en la situación en la que esta.

- ¿Por qué me trajeron aquí?- Pregunto esperando respuesta, intentó moverse pero cayó en cuenta de que tenía los brazos atados a la cama, fue allí cuando se percató de que sólo tenía ropa interior, y aparte, esa no era la que tenía esta mañana cuando se despertó.- ¿Pe... Pero que? ¿Por que tengo esta ropa? ¿Qué me quieres hacer- preguntó con miedo en la voz, no quería imaginarse lo peor, no quería sentir que podía pasar algo malo con ella. Rogó interiormente que no la asesinaran o la usarán para la trata de blancas.

- Pues no se, ¿Que sientes que te haré?- Dijo él, con tono decisivo.

Ella se quedo pensando un rato, su miraba ese habia perdido, observo cada centimetro de el, su rostro, con una barba corta, su torso, sin camisa, lo cual provocaba un sentimiento en ella, no amor, ni mucho más, era más como, que la ponía cachonda. Este tipo salió del cuarto dejando libre a Freya, esta al ver la acción de él corrió para intentar escapar, pero justo llego, cerro la puerta, de nuevo, por afuera.

Intentó gritar lo más fuerte que pudo para pedir ayuda, pero no logró más que un dolor de garganta, entonces al ver que nadie vendría por ella, se tiró a la cama, se abrazó y comenzó a llorar, pero algo en este entorno no iba bien, sentía que estaba siendo observada, miro por todos lados pero no habia ningun rastro, por otro lado, el sujeto miraba desde una cabina con varios monitores que le mostraban diferentes angulos del cuarto donde Freya estaban, el ya estaba mas que prendido, verla con ese cuerpo lo hacia ponerse duro, erecto, casi sentia que se corria en ese momento, aprovecho el hecho de que solo el entraba a ese lugar y desabrocho su pantalon, al fin veria en vivo color las imagenes que tanto lo hacian fantasear, en una mano agarro su miembro y se puso a satisfacer las necesidades que ha tenido durante mucho tiempo, no podia entrar con ella en ese momento por que al estar llorando iba a romper cualquier placer que pueda tener.

Ya un par de horas despues todos se fueron a dormir, encerraron a las chicas, Freya quedó dormida de tanto llorar, y el sujeto del cual ya, habiendo satisfacido sus necesidades, apago las luces del cuarto de la chica y se fue a su habitacion y miro al techo, penso en todas las cosas que podria hacer con ella, pensaba en sus gritos, sus gemidos, su cuerpo, su trasero, sus tetas, y con eso se quedo dormido.

Al dia siguiente Freya tenia solor en sus ojos, debido a tanto llorar, sus nudillos estaban rojos por golpear la pared de cemento, sus pies por patear la cama, basicamente por descargar su ira contra lo que tenia frente.

Fue alli cuando escucho la puerta abrirse, golpeo y solo sintio miedo, se sento en la cama y observo aquel individuo que habia ordenado traerla, con los ojos bien abiertos, y con las manos hechas puño, tenia lujuria en los ojos, y se acercaba a ella con intenciones de algo.... que para ella no acabarian bien...

Esclava del amor | Samuel de LuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora