Capítulo 4

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De camino a su casa, Alya iba dando saltos emocionada. No podía terminar de creerse que había ayudado a sus superhéroes favoritos. Nino, a su lado, trataba de controlar a la emocionada chica.

–¿Y qué me dices de cuando Ladybug me dio las gracias? ¡Fue sencillamente increíble! –proclamó la morena.

Él tan solo asentía a todo lo que ella decía, enternecido por lo emocionada que estaba. Al poco rato llegaron al portal de Alya, donde ambos se despidieron, aunque como la vez anterior Alya lo paró.

–¡Un momento! –la chica lo cogió de la muñeca impidiéndole avanzar y obligándolo a girarse– me gustaría agradecerte que me acompañes a estas cosas, ya sabes, por vigilar mis espaldas y todo eso.

Alya bajó la vista algo cohibida, por lo que no pudo ver la enorme sonrisa de satisfacción de Nino, quien se sentía más que feliz por ese agradecimiento.

–No es nada, ya sabes que no permitiré que te vuelvan a caer más cosas encima –ambos chicos rieron por su comentario, para luego mirarse en silencio fijamente.

Inexplicablemente, Alya sintió una agradable sensación en su interior que no supo identificar, al igual que Nino, que se quedó aturdido observando los ojos de su amiga.

–Bueno yo... –tosió avergonzado– debería irme, se hace tarde y...

–Claro, hasta mañana –murmuró ella.

Con un gesto de la mano, ambos chicos se despidieron. Alya entró rápidamente a su portal sintiendo bastante calor en la cara, así que tuvo que esperar un rato antes de subir a su casa para calmarse.

No entendía su reacción, es decir, Nino tan solo era un amigo. No tenía porque sentirse de esa manera por pasar un rato juntos.

Esta claro que estoy volviéndome loca.

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A la mañana siguiente, Alya se sorprendió de que su mejor amiga no estuviese en clase. Esperaba que llegase tarde, pero pasado un buen rato seguía sin venir. Miró a los asientos de delante y le sorprendió que Adrien faltase también, eso era bastante raro.

Nino pareció darse cuenta de lo mismo, pues se giró hacia ella para preguntarle.

–¿No te parece raro que hayan faltado estos dos? –susurró Nino acercándose a ella.

–Bastante, suelen faltar horas separadas pero no todo el día.

–¿Crees que les habrá pasado algo?

Alya iba a contestar, pero una mirada furibunda de la profesora le hizo cerrar la boca e indicarle a Nino que hablarían luego.

Al desviar la vista, se fijó en el semblante serio de Chloe, que miraba de vez en cuando al sitio vacío de Adrien.

Este día está siendo muy raro.

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–Nino, ¿me acompañas a casa de Marinette? –preguntó Alya a su compañero nada más acabar las clases– es que quiero ver si está bien.

–Claro, a mí también me interesa saber como está –respondió el moreno colocándose la gorra– luego podríamos ir a ver a Adrien, también me preocupa.

–Por supuesto.

Cruzaron la calle en dirección a la panadería y para su sorpresa esta estaba cerrada.

–¡Pues claro! –exclamó la chica golpeándose la frente– Marinette me dijo que sus padres se iban a la convención anual de panaderos –le explicó a Nino, el cual parecía confuso.

–Bueno, pues volvemos en otro momento –dijo él dándose la vuelta, pero ella lo retuvo cogiéndole del hombro.

–No hace falta –dijo ella sonriendo enigmáticamente y sacando una llave de su bolsillo– una mejor amiga tiene sus trucos.

–¿Por qué tienes la llave de la casa de Marinette? –preguntó el chico anonadado, mientras ella tan solo le guiñaba un ojo y abría la puerta.

Un agradable olor a dulces y pan los recibió al entrar. Alya guió a Nino hasta la planta superior y le pegó un manotazo en cuanto lo vio detrás del mostrador intentando coger un pastel.

–Tengo hambre –murmuró Nino haciendo un puchero.

–Comerás después, no puedes ir robando comida por ahí –le reprendió Alya, tratando de evitar pensar lo adorable que se veía el chico haciendo ese gesto.

Subieron hasta la casa y llegaron a la trampilla que daba acceso a la habitación de Marinette.

–¡Espera! –esta vez, Nino fue quien detuvo a Alya– ¿Y si está dormida?

–Pues la despertamos –respondió ella encogiéndose de hombros y abriendo la trampilla.

Sorprendentemente, la habitación estaba vacía. No había ni rastro de Marinette.

–¿Dónde estará esta niña? –Alya estaba sorprendida de que su amiga no estuviese en casa.

Iban a irse de la habitación cuando escucharon que se abría la trampilla que daba a la terraza. Para sorpresa de ambos, por ella entraron los héroes de París. Estos no notaron su presencia, lo que ambos chicos justificaron a que parecían bastante preocupados.

–Toda la mañana buscando para nada –se lamentaba Ladybug mientras Chat Noir le abrazaba por los hombros.

–Ya la encontraremos, tranquila –Chat Noir trataba de consolar a la chica.

¿Qué hacen ellos aquí?

Pensaron ambos morenos boquiabiertos.

–Deberíamos descansar un poco y alimentar a nuestros kwamis –aconsejó Chat, a lo que Ladybug asintió.

En ese momento, tanto Alya como Nino estuvieron a punto de desmayarse de la impresión. Una fuerte luz de color rosa y verde iluminó la habitación, mostrando las formas civiles de los héroes, es decir, mostrando a Adrien y a Marinette.

Nino se había quedado sin habla, notando como todo en su cabeza empezaba a encajar como un rompecabezas.

Su extraña actitud al aparecer un akuma, sus desapariciones, todo por... ¡Tío esto es demasiado para procesarlo de golpe!

Pensó, mirando como Alya estaba en estado de shock. Señalaba a sus amigos con un dedo y parecía a punto de estallar.

–¡¡¡Eras tú todo este tiempo!!! –exclamó la chica asustando a Marinette y a Adrien, que ahora los miraban aterrorizados.

–Tíos, tenéis mucho que explicarnos –agregó él cruzándose de brazos, a lo que Alya asintió acercándose a él y poniéndose a su lado. Sus amigos se miraron entre sí, antes de volver a mirarlos a ellos, de nuevo con miedo en sus miradas.

Definitivamente estaba siendo un día bastante raro, pero mejoraba por momentos.

Compañeros de investigación-AlynoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora