Capítulo 6

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–Menudo beso os disteis Adrien y tú ayer, ¿eh Marinette? –Alya sonrió maliciosamente mientras reproducía por enésima vez el vídeo delante de Marinette, la cual no podía estar más sonrojada.

–Cállate, yo solo seguí tu consejo –dijo ella apartando la vista.

–Pues que bien lo seguistes –Alya levantó las cejas sugestivamente, por lo que Marinette le propinó un golpe en el brazo– está bien, ya paro –dijo la morena riéndose y frotándose la zona golpeada.

Ambas acababan de llegar a clase y estaban esperando a que llegase la profesora. Desde ayer, Alya no había parado de recordarle una y otra vez el vídeo a Marinette, llegando a mandárselo unas 50 veces, solo para atormentarla y avergonzarla. Alya no lo sabía, pero Marinette estaba deseando poder devolverle toda la vergüenza que le estaba haciendo pasar, y estaba segura de que sería más pronto de lo que creía.

–Por cierto –Marinette sonrió pícara antes de que Alya se girase para mirarla– ¿cómo es que últimamente Nino y tú pasáis tanto tiempo juntos?

–Ah, eso –Alya agitó la mano restándole importancia– solo me ha acompañado un par de días y es porque insiste en que "no me caigan más cosas en la cabeza" –la chica hizo comillas con los dedos en esto último– insiste en que lo que hago es muy peligroso y no me deja ir sola.

–¿Y a ti te gusta que te acompañe? –preguntó la pelinegra apoyando un codo sobre la mesa y usando su mano para sujetar su cabeza.

–No está mal, así alguien me vigila las espaldas –respondió Alya algo cohibida– ya me ha salvado un montón de veces...

Marinette sonrió complácida al ver un sonrojo en la cara de Alya, confirmando sus sospechas. Su amiga estaba enamorándose de Nino, pero aún no se daba cuenta. Al igual que sospechaba que el comportamiento de Nino con Alya era debido a que a él le gustaba ella, aunque no estaba muy segura de esto. No pudo seguir interrogando a su amiga, pues en ese momento entraron Nino y su ahora novio por la puerta.

Marinette se levantó rápidamente para ir a saludar a Adrien, mientras Nino se acercaba a hablar con Alya.

–Gracias por pasarme el vídeo de ayer –dijo el moreno a modo de saludo– ha sido muy divertido atormentar a Adrien con él.

–Te lo dije, yo siempre llevo la razón –respondió ella echándose el pelo a un lado, en un falso gesto de soberbia.

–¿Siempre? –preguntó Nino levantando una ceja y apoyando una mano sobre la mesa de ella– te recuerdo que creístes que Chloe era Ladybug, y estabas bastante equivocada.

Alya se levantó indignada para enfrentar a Nino, quien tenía una sonrisa burlona en el rostro.

–Disculpa, pero había evidencias que me despistaron, a cualquiera le pasa –replicó ella dando golpecitos con su dedo índice sobre el pecho de él– tú lo vistes.

–Excusas, excusas y más excusas –se burló él acercando un poco su rostro al de ella mientras sonreía triunfante. Alya tan solo bufó molesta, y se cruzó de brazos, pero sin dejar de mirar al moreno de forma desafiante. Se quedaron un rato retándose con la mirada. Como estos últimos días, Alya sintió algo raro dentro de ella, como un cálido cosquilleo que surgía en cuanto miraba bastante rato a Nino a los ojos. Nino por su parte, sintió como su corazón dio un brinco al fijarse en la cercanía de la chica, por lo que se alejó disimulando su desconcierto sonriendo con sorna y despidiéndose de ella con un gesto de su mano.

En cuanto ambos chicos dejaron de mirarse, se dirigieron hacia sus respectivos mejores amigos, los cuales los miraban fijamente con sonrisas que no auguraban nada bueno.

–Oye Adrien –susurró Nino cerca de su amigo– deja de sonreír así, tu Chat Noir interior se está dejando ver y asusta bastante.

Pero Adrien lejos de hacerle caso, siguió sonriendo de esa manera durante un buen rato. Su amigo pagaría por la vergüenza que le había hecho pasar, y estaba deseando que eso ocurriese. Se giró para mirar a Marinette una última vez, quien le devolvió una mirada cómplice.

Pronto empezaría lo bueno.

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Después de clase, Alya corrió apresurada hasta su casa. Tenía que actualizar su blog cuanto antes, si quería aprovechar que sus padres tardarían en llegar y que sus hermanas estaban en casa de una amiga. Tenía la casa para ella sola prácticamente toda la tarde.

Estaba a punto de llegar a su portal cuando escuchó un fuerte estruendo al final de la calle. Se giró hacia allí y pudo ver a Ladybug y Chat Noir combatiendo contra un nuevo akuma. Decidió correr en esa dirección, para poder grabar la batalla.

Lástima que Nino no me acompañe.

Nada más pensar eso se quedó paralizada en mitad de la calle. Ella no podía haber pensado eso. Sacudió la cabeza tratando de evitar ese tipo de pensamientos y siguió corriendo hasta esconderse detrás de un coche. Se asomó con cuidado con su móvil y empezó a grabar. Puede que ahora supiese quienes estaban tras las máscaras, pero eso no le impedía seguir sintiendo admiración por los héroes.

El akuma de hoy, poseía un poder extraño que no entendía muy bien. A las personas que acertaba estaban tiradas en el suelo, inertes, como si estuvieran...

Muertos.

Pensó la morena aterrorizada. Esperaba que no fuese lo que pensaba, porque de ser así no creía que los poderes de los superhéroes pudieran ayudarlos mucho.

El akuma se dirigió hacia donde estaba ella escondida, cogiendo el coche que la ocultaba en peso y lanzándolo hacia sus amigos. Los héroes quedaron aplastados por el coche. Alya estaba muy asustada, pues el akuma se había girado hacia ella sonriendo diabólicamente. El villano estaba preparándose para lanzarle uno de sus extraños rayos a ella. Alya intentó levantarse para correr, pero estaba paralizada, literalmente. El akuma irradiaba una especie de aura que la mantenía inmóvil.

–Prepárate para un largo sueño, reportera de pacotilla –alzó el arma contra ella y disparó.

Lo que pasó a continuación, para Alya pasó como a cámara lenta. Veía el rayo yendo hacia ella, segura de que le daría y tratando de prepararse. No iba a ser capaz de cubrirse, por lo que vería claramente el momento en el que el rayo impactaría contra ella.

Sin embargo el rayo no le alcanzó. Una figura se interpuso entre ella y su atacante, absorbiendo el rayo. La persona se desplomó en el suelo, desvelándole a Alya quien era. Notó en la garganta un nudo, un grito desesperado por salir.

Pues a sus pies, inerte, estaba ni más ni menos que Nino.

Compañeros de investigación-AlynoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora