Nino y Alya habían vuelto al salón donde las parejas bailaban y se divertían. Iban en busca del príncipe Alí, para continuar con su trabajo.
–¿Por qué? –Alya se giró a Nino, todavía sin acabar de creerse lo que había ocurrido pocos minutos antes. Había sido uno de los momentos más intensos y felices de su vida y necesitaba saber si para el chico había significado lo mismo. Necesitaba saber si él sentía lo mismo que ella.
–Leí en alguna parte que las muestras de afecto en público avergüenzan a las personas, así que supuse que sí yo te...yo...ya entiendes –Nino se frotó la nuca nervioso– te dije que conseguiríamos librarnos del problema.
–Sí... –la morena bajó la vista disgustada– ¿No hay otro motivo por el que lo hicieses? –Alya todavía tenía una pequeña esperanza de que sus sentimientos fuesen correspondidos, a pesar de la respuesta del chico.
–Yo... Esto –Nino se golpeó mentalmente por no ser capaz de formar una sola frase coherente, pero la sola idea de confesarle a la chica sus sentimientos hacía que la lengua se le volviese de trapo.
–No importa –Alya sonrió triste. Se había equivocado al pensar que él sentía algo por ella– tenemos un príncipe al que vigilar –añadió dándose la vuelta y agachando la cabeza para no tener que mirar a Nino a la cara.
Durante el resto del tiempo tan solo vigilaron al príncipe, sin intercambiar palabra alguna.
La he fastidiado pero bien.
Nino no paraba de insultarse a sí mismo por no tener la suficiente valentía cuando más la necesitaba. Seguro que ahora Alya lo odiaba y no quería volver a saber de él. Había conseguido besarla y al poco rato lo había estropeado todo.
Iba a seguir lamentándose, pero un hombre bajito y de aspecto asiático le llamó la atención. A diferencia del resto de las personas en la sala, este vestía una vistosa camiseta hawaina y se movía usando un bastón. Miraba en su dirección fijamente, como si estuviese analizándolos.
–Alya –la chica se giró a mirarle sin molestarse en cambiar su cara de enfado y disgusto, él le indicó con un disimulado gesto que mirase en dirección al extraño hombre– lleva mirándonos un rato.
–¿Qué crees que querrá? –preguntó Alya en tono brusco.
–No lo sé, tal vez debamos acercarnos a preguntarle –opinó el moreno, un tanto inseguro por el comportamiento agresivo de la chica.
–O tal vez debamos espantarlo como a la asistenta de Alí, ¿no? –Alya le dirigió una mirada que podría haberlo desintegrado ahí mismo, provocando que Nino se sintiese peor al ver lo ofendida que parecía– venga, vamos con él antes de que me arrepienta.
Cogiendo al chico del brazo (sin ninguna delicadeza) lo arrastró hasta estar frente a frente con el misterioso hombre.
–Discúlpenos señor, pero no se si sabrá que quedarse mirando a la gente por un largo período de tiempo puede considerarse un gesto de descortesía y mala educación –la morena soltó toda la furia que contenía en aquel momento contra aquel pobre hombre, pero no había podido evitarlo. Estaba muy enfadada y desilusionada por lo que había ocurrido. El hombre, lejos de ofenderse por el tono y la brusquedad de la chica, tan solo sonrió y les indicó que lo acompañasen.
–Si quereis que os explique que quiero de vosotros, seguidme –Nino iba a replicar que no iban a irse con un desconocido a ninguna parte, pero el hombre no le dejó– no oses replicarme, Nino Lahiffe. Lo que os voy a ofrecer puede llegar a salvar la vida de vuestros amigos.
Esta última frase intrigó tanto a Nino como a Alya, por lo que, cautelosos, decidieron seguir al hombre. El anciano los llevó a una pequeña salita que había oculta tras una cortina, donde los invitó a tomar asiento. Para su sorpresa ya había alguien allí.
Chloe los saludó con la mano, sonriendo como hacía habitualmente.
–¡Qué bien que estáis aquí! Eso significa que vosotros...
–¡Chloe! –el anciano le indicó que se callase– hemos quedado en que yo les daba la sorpresa.
–Uy, si, perdón –Chloe soltó una extraña risita– es que estoy muy emocionada.
Alya y Nino tomaron asiento, ahora más calmados al ver a Chloe allí también, pero intrigados por lo que aquel señor podía ofrecerles.
–Creo que debo presentarme –dijo el anciano captando su atención– yo soy el Gran Guardián de los Miraculous, o el maestro Fu si lo preferís así –Fu miró a ambos morenos esperando alguna reacción por su parte, pero tan solo consiguió expresiones de desentendimiento– yo fui quien les otorgó los Miraculous a Ladybug o Chat Noir, o como los conoceis vosotros, Marinette y Adrien. Os he reunido aquí porque vuestros amigos van a necesitaros para enfrentarse a su enemigo, a Hawk Moth, no van a poder derrotarlo ellos solos, necesitan más héroes.
Fu esperó un rato antes de continuar, observando las expresiones de perplejidad de Alya y Nino.
–¿Eso quiere decir que vamos a ser superhéroes? –el rostro de Alya se iluminó de emoción de solo pensar en ella como una superheroína.
–Exactamente –confirmó el maestro.
–Pero, ¿cómo vamos a estar nosotros preparados para enfrentarnos a un supervillano? –preguntó Nino algo asustado.
–Estais a la altura, sino no os habría escogido –indicó Fu– y ahora, sin más preámbulos, aquí tenéis vuestros Miraculous.
El maestro les tendió a cada uno una caja con motivos asiáticos decorándola. Primero se acercó a Alya y Chloe, dejando a Nino para el último.
–Cuida bien de Wayzz, es bastante sabio dando consejos y me ha acompañado durante más tiempo del que puedo recordar –el anciano sonrió melancólico antes de entregarle la caja.
Los tres chicos se pusieron sus respectivos Miraculous. Chloe se colocó su peineta en lo alto de su coleta, Alya se abrochó su collar alrededor de su cuello y Nino se ajustó la pulsera a su medida. En seguida salieron tres kwamis, a los que Alya y Nino ya estaban acostumbrados de haber visto los de sus amigos, pero Chloe reaccionó de otra forma.
–¡¡¡Ah!!! –la rubia hacia aspavientos con las manos tratando de apartar al kwami– ¡Una abeja gigante! ¿Dónde hay un bote de insecticida cuando se necesita?
–¡Cálmate Chloe! ¡No soy una abeja! ¡Soy un kwami! –la criatura esquivaba los ataques de su nueva portadora.
–Chloe, tranquila, ella es Pollen y será la encargada de otorgarte tus poderes –indicó Fu, consiguiendo que Chloe se calmase y mirase a Pollen dudosa.
Alya y Nino rieron por la escena y se fijaron en sus respectivos kwamis.
–Tú debes ser Alya, mi nueva portadora –el kwami con forma de un pequeño zorro hizo una leve reverencia– yo soy Trixx, a tu servicio.
–¡Pero que monada! –exclamó la chica abrazando a su kwami.
Nino sonrió conmovido por la escena, con una pizca de remordimiento por lo ocurrido anteriormente.
–Oye chico, si quieres arreglar las cosas con ella debes disculparte y explicarle las cosas en condiciones –Nino se giró hacia su kwami, quien no parecía ofendido por su falta de atención, sino más bien comprensivo– soy Wayzz por cierto, tu nuevo kwami.
La criatura extendió uno de sus pequeños brazos hacia el moreno. El chico cogió con sus dedos índice y pulgar el extremo de su brazo extendido y lo movió arriba y abajo en un extraño apretón de manos.
–Ahora teneis que decir el nombre de vuestro kwami seguido de la palabra "transfórmame" –ordenó el maestro Fu.
Los tres adolescentes se pusieron en pie, se miraron entre ellos animándose para la situación que iban a enfrentar. Tras esto, miraron a sus kwamis, decididos a ayudar a sus amigos.
–¡Wayzz, transfórmame!
–¡Trixx, transfórmame!
–¡Pollen, transfórmame!
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Compañeros de investigación-Alyno
FanficAlya es una intrépida aspirante a periodista dispuesta a lo que sea con tal de obtener una exclusiva. Nino no está dispuesto a permitir que Alya se arriesgue sola. ¿Qué puede ocurrir si deciden trabajar en equipo? Créditos del dibujo de la portada a...