Capítulo 8

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–Entonces el akuma purificado nos guió solo a un campo de flores –concluyó Marinette con su explicación. Alya y Nino les habían pedido a sus amigos que les explicasen como les había ido su plan de seguir al akuma una vez purificado, que lamentablemente no había funcionado.

–Llegamos a la conclusión de que, una vez purificados, los akumas se convierten en simples mariposas –continuó Adrien.

–Todo esto es para descubrir donde se esconde Hawk Moth, ¿no? –preguntó Alya. La chica no había abandonado su posición al lado de Nino, aunque este ya estuviese recuperado, algo la retenía cerca de él.

Tal vez sea la culpa, porque no se me ocurre que más puede ser.

Pensó ella, pero no muy convencida.

–Efectivamente Alya, pero no se nos ocurre que más hacer –respondió Marinette agotada, apoyando su cabeza en el hombro de Adrien. Alya se asombró bastante al ver lo cómodos que se veían ambos, siendo novios desde hace poco más de 24 horas.

–¿Habéis pensado seguir un akuma sin purificar? –preguntó Nino pensativo.

–Es demasiado arriesgado –repuso Adrien– la última vez que no purificamos un akuma este se multiplicó y tuvimos que enfrentarnos a muchos más villanos.

–¡Ah claro! Os referís a vuestro primer akuma, ¿verdad? –preguntaron los dos morenos a la vez, quienes se giraron para mirarse sorprendidos y luego se echaron a reír.

–Sí, justo a ese –contestó Marinette desganada.

Su amiga había acabado exhausta de la pelea. Al parecer no le había dado tiempo de alimentar a Tikki correctamente y tanto ella como su kwami habían acabado agotadas.

–Hay algo más que debéis saber –habló Adrien– sobre todo tú, Alya.

–¿Yo? –preguntó la chica confusa.

–Ese akuma iba a por ti –Alya abrió los ojos sorprendida– digamos que es parte de tu competencia periodística, pero este chico te tenía muchísima envidia y odio, por eso era tan peligroso.

–Nos hemos dado cuenta de que últimamente los akumas son más fuertes debido a que se forman de sentimientos de auténtico odio y desprecio, no sentimientos pasajeros como ocurría antes –Marinette se incorporó, muy seria– tememos que llegue un punto en el que los akumas puedan llegar a ser mortales.

–Entonces, ¿yo causé el akuma? –la morena estaba escandalizada y muy asustada, por no hablar de la oleada de preocupación que sentía Nino. Si bien ahora Alya era más consciente de lo peligroso que era lo que hacía, sabía que no dejaría de hacerlo y como otro dichoso akuma se atreviese a ponerle la mano encima a su amiga no respondía de sus actos.

Un momento, yo no soy así, ¿qué narices me está pasando?

–No exactamente, tú no interactuastes con él, así que no lo causastes de forma directa, fue su propia envidia que lo cegó –Nino no pudo seguir dándole vueltas a sus pensamientos y los sentimientos que estos despertaban, pues Marinette seguía explicando.

El ambiente en la sala estaba cargado de seriedad. Los cuatro adolescentes se encontraban sumidos en sus pensamientos, tratando de encontrar una solución al problema. Marinette daba cabezadas tratando de no quedarse dormida, pero no pudo aguantar mucho y pronto su cabeza cayó hacia adelante indicando que estaba dormida.

–Será mejor que la lleve a casa –indicó Adrien– mañana seguiremos pensando en qué podemos hacer.

Al grito de "¡Plagg, transfórmame!" Adrien se transformó en Chat Noir y cargó a Marinette en brazos. Se dirigió a la ventana, donde se giró y les dijo a sus amigos:

–Gracias por todo chicos, no sé que haríamos sin vosotros.

Y sin más se fue saltando por los tejados, cargando con una dormida Marinette.

La sala quedó en silencio. Ninguno de los dos se atrevía a hablar. Alya todavía se sentía afectada por lo que había ocurrido horas antes. Aún sentía que todo había sido culpa suya, y sentía que nunca podría agradecerle a Nino el hecho de que le salvase la vida (varias veces). Nino por su parte estaba preocupado por la chica.

Sino hubiera decidido pasar por ahí, tal vez ella...

Sacudió la cabeza, eliminando esos pensamientos.

–Alya –la llamó. La chica se giró enseguida a mirarlo– prométeme que no volverás a ir tú sola a investigar, por favor.

La morena estaba dispuesta a responderle de forma mordaz, pero al escuchar el tono suplicante del chico y ver su expresión no fue capaz.

–Te lo prometo –respondió ella en tono suave– si tú me prometes no volver a darme un susto así.

–Prometido –dijo él con una leve sonrisa.

No habían dejado de mirarse en ningún momento. Era como si sus miradas se atrayesen y no pudieran separarse, una especie de extraño magnetismo. Por mucho que se mirasen, no se cansaban, al contrario, más fuertes se sentían.

–Alya, necesito que sepas una cosa –dijo el chico rompiendo el silencio, pero no su extraña conexión. Ella asintió, dándole a entender que lo escuchaba– el primer día que te salvé, realmente no iba al cine con Adrien –Alya levantó una ceja extrañada y Nino tragó saliva antes de continuar– en verdad, llevaba varios días acercándome a mirar las luchas de los héroes, solo porque sabía que estarías ahí, y me preocupaba que alguna vez te pasase algo.

Nino bajó la cabeza, bastante avergonzado. No se había atrevido a decirle la verdad desde un principio porque temía que lo tachase de acosador o algo parecido. Pero dado lo ocurrido los últimos días, su creciente confianza y esa extraña sensación que tenía al estar con ella, había decidido que lo mejor era contarle la verdad.

–¿Estás diciéndome que te preocupabas por mí, incluso antes de que me lanzasen aquel coche? –preguntó la morena estupefacta, sintiendo como se ruborizaba ante el hecho de que alguien se preocupase por ella de esa manera.

–Sí... –respondió Nino en tono casi inaudible. Alya lo volvió a coger de la barbilla y lo obligó a mirarla a los ojos. Le sorprendió ver lo abochornado que él estaba y el intenso sonrojo que poseía.

–Dilo otra vez, pero esta vez dímelo a la cara, por favor –pidió ella, sin entender el porqué de aquella necesidad.

–Sí –el chico trató de relajarse, pero el hecho de tenerla tan cerca lo ponía terriblemente nervioso– cuando he dicho que estaba dispuesto a protegerte lo decía en serio.

Eso bastó para que el corazón de Alya empezase a aumentar el ritmo de sus latidos. Ver la decisión que los ojos de Nino transmitían al decir aquello la hacían sentirse especial, como si fuese la única que gozaba de dicho privilegio. Se acercó un poco más al chico, sin saber muy bien que estaba haciendo. Solo se dejaba llevar por esa agradable sensación.

Estaban tan cerca el uno del otro que Alya podía notar como la respiración entrecortada de Nino chocaba con su rostro. Nino, por su parte, sentía tal necesidad de acabar con el poco espacio que los separaba que lo abrumaba.

–¡Alya! Ya estamos en ca... –Alya le pegó un empujón a Nino, haciendo que el chico quedase recostado en el sofá. Los padres de Alya los observaban boquiabiertos desde el otro lado del salón. Las hermanas pequeñas de Alya los señalaban haciendo gestos de asco.

–¡Agh no! ¡Cosas de mayores! –exclamaron ambas chiquillas antes de huir asqueadas al interior de la casa.

Tierra trágame.

Pensó la chica en cuanto vio la mirada curiosa de sus padres. Iba a necesitar muchísima más suerte que la que obtenía su amiga al convertirse en Ladybug.

Compañeros de investigación-AlynoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora