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Luego de que Evan saliera de la ducha y se vistiese, bajó nuevamente hasta la primera planta, donde se encontraba Connor sentado en la mesa, comiendo un emparedado de mantequilla y queso —al parecer la comida congelada no existía—, cuando cayó en cuenta de la presencia ajena tragó rápido y miró a Hansen; este se veía nervioso ante el común acto de su mirada, pero, ignorando eso fue hasta el drogadicto y se sentó a su lado.

Llevaban tres días juntos, la amistad que llevaban en ese poco tiempo era algo... admirable; aunque por alguna razón Evan sentía incomodidad de saber que Connor era su amigo solo porque él había sido el único en quererle de verdad; eso no era malo, Hansen lo sabía, alguien quien te quiere es algo que todos deberíamos tener en la vida; si no había tenido buenas experiencias con amigos pasados, ¿Por qué no probar de nuevo? Rendirse en ese momento no era una opción. Entonces, ¿Murphy de verdad lo quería? ¿O solo estaba con él por esa sencilla y necesitada alternativa? Si en el poco plazo de tres días —en realidad dos— se había torturado con esas preguntas, no soportaría estar con el drogadicto por más de un año; lo destrozaría por completo.
No quería contarle a nadie sobre esos ataques a sí mismo, jamás lo había compartido y jamás lo haría; ni siquiera en el relato pudimos verlo.

—¿Estás bien? —Salió de la boca de Connor con suavidad, miraba fijamente la cara del rubio, quien, en su lugar había estado con la mirada perdida en la mesa por unos largos minutos.

—Y-yo...

—Pasa algo malo. —Connor apoyó su codo en la mesa y recostó su cabeza en un mano, mirando con tranquilidad al contrario.

—Su... pongo —Dijo, entonces, Evan. Evitó la mirada por unos segundos, hasta que ocultó su cara en sus manos, suspirando con algo de pesar En medio de esta acción un leve sonido ahogado salió de la garganta de Hansen; pareciera que volvería a llorar— No estoy bien.

—¿Que quieres decir?

—Que no estoy bien, osea, no tomo bien mis pastillas, me alejo de los demás, me estoy distanciando de mi Madre, Jared me odia, tu familia me odia, tú estas conmigo por lastima y conveniencia, P-papá me abandonó... y todo esto. —Señaló su cuerpo con sus manos, luego abrazándolo, casi intentando ocultarlo— Es un asco sentirme así, no quiero que alguien tan genial como tú vea lo patético que soy en realidad.

—Espera, eso no es cierto, algunas cosas no son ciertas. Jared no puede odiarte, ¡Mi familia no te odia! —suspiró— Yo... no me das lastima, eres lo mejor que me ha pasado, y eso de... conveniencia... ¿Qué con eso?

Hansen quería decirlo, pero a la vez no; tal vez si lo decía a Connor este jamás volvería a hablarle; no quería... ¡No quería eso!

—Nada —Respondió con sequedad, se apoyó en las manos, levantándose de la mesa; un tacto de tela lo sostuvo por la mano, miró con miedo y preocupación a Murphy.

—¡Dime que significa eso!

—¡No es nada, en serio!

—¡Maldita sea!

—¡Suéltame! —Forcejaba.

—¡Que no, mierda!

—¡¿P-por qué insistes tanto?!

—¡Porque sé que estás haciéndote daño, Evan! —Jadeó, soltando por fin el fuerte agarre de su amigo.

Hansen bajó la mirada, con temor de volver a llorar, hizo puños sus dos manos y se tapó los ojos con estos.

—La carta, me quieres por la maldita carta, nada más —Dijo casi en un susurro inaudible—. Solo estás conmigo porque pienso que eres alguien bueno y los demás no, porque yo te quiero y ellos nos. Solo por ser la última opción.

—No —Respondió, entonces, Murphy, casi de inmediato— ¡Eso es mentira, claro, comencé a hablarte por la carta; pero todo lo que siento es real!

—Es difícil de creer...

—Tal vez lo sea para ti, pero yo ya lo acepté. —Connor volvió a tomar las manos sudorosas Evan, apretándolas con gentileza; ensanchando una extraña sonrisa en su labios.

Entonces, el rechinar de la puerta hizo que ambos voltearan sus miradas hasta la entrada principal, donde una figura femenina entraba con una mochila en su espalda.

—Hola, cariño. —Luego de que el drogadicto y Hansen se separaran, Heidi saludó a su hijo con un beso en la mejilla, seguido de mirar fijamente al joven de pelo largo  más alto que ella— Tú debes ser Connor, el amigo de Evan, ¿No? —Él asintió, agachándose un poco para también saludarla.

—Un gusto, señora Hasen.

—Igualmente, Connor.

— Señora Hansen, quiero que hablemos un poco, nosotros dos, sobre... Evan. —El nombrado afirmó con la cabeza, haciendo como si no escuchara nada, desviando su mirada—

—¡Por supuesto! Va a ser un honor hablar contigo.

Se separaron —a petición de Connor— de Evan, por supuesto Murphy quería hablarle sobre como su hijo se estaba cuidando y como quería ser él quien pudiera ayudarle a su recuperación. Heidi tras escuchar la larga charla del de ojos cafés, asintió con comprensión al adolescente, y sin negarse —ya que veía la preocupación del contrario y su gran corazón— le dio los horarios de los fármacos recetados al castaño-rubio.

—Gracias, señora Hansen, haré lo mejor.

—Yo te lo agradezco a ti, nadie se había preocupado tanto por Evan antes; eres una gran persona, espero que puedas ayudar a mi hijo; no la ha pasado muy bien últimamente.

—No se preocupe, voy a hacer todo lo posible para que Evan sea feliz.

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ʙᵉˢᵒˢ ᵈᵉ ⁱⁿᵛⁱᵉʳⁿᵒ // ᵗʳᵉᵉ ᵇʳᵒˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora