Habían pasado unas semanas, y ellos ya se habían vuelto literalmente inseparables.
Han pasado pequeñas e importantes cosas en tan poco tiempo, cosas buenas y... cosas extrañas.
Uh, ¿Por donde empezar? ¿Lo "malo"? Ngh, no es demasiado en todo caso, pero empecemos por eso. Por el lado del rubio, había sido repentinamente atacado. Un día, luego de la escuela, fue guiado por Jared hasta la parte trasera de la secundaria; aunque Connor buscase a su amigo jamás los encontraría en ese lugar, el de gafas era el único que sabía de él y eso era un alivio, también una gran oportunidad. En cuanto se encontraron ahí, Jared de su bolsillo sacó un pequeño pedazo de papel y se lo estiró a Hansen; este —dudoso y sudando por la angustia del acto anterior tan inesperado— lo tomó y leyó las tan pequeñas, temblorosas y simples letras en él:
Me gustas, Evan.
En ese momento ni él se lo podía creer, cuando levantó la mirada del pequeño trozo de papel, Jared ya no estaba ahí; en lugar de él estaba Connor, mirando de forma preocupada a su amigo, Evan escondió el papel con rapidez y simuló como si nada hubiera ocurrido. Jared jamás obtuvo su respuesta.
Ahora las cosas mejores, no completamente buenas, pero nada de que quejarse, uh... la verdad es que solo es una cosa, y relaciona a Heidi con el joven Connor.
Como sabemos, Murphy ayudaba a Evan con sus pastillas y tratamientos, por lo que debía ir a su casa de forma constante. Un día de estos, fue una sorpresa que Heidi —la madre de Evan— se encontrara en casa, un día de semana, tan temprano; era prácticamente un milagro. Cuando la noche cayó, Connor entró en la necesidad de hablar con la señora Hansen sobre el extravagante cariño que le tenía a su hijo, como por fin se había dado cuenta de que la persona a la que amaba era Evan.
Cuando lo dijo no pudo evitar llorar, Heidi conmocionada no dudó en abrazar al chico mientras este seguía balbuceando palabras sin sentido; y de lo poco que pudo entender, la mujer se separó de él, en su cara se veía sorpresa y tristeza.
—Yo... no quiero lastimarlo, ni hacerlo sentir como si estuviera solo. Cuando se quedó en mi casa tomó de mis pastillas... Le dio un ataque, señora; cuando lo vi, sentí como si mi mundo se derrumbara. Lo único que deseo es que E-Evan sea feliz, y tengo tanto miedo de que mi d-depresión se l-lo impida. S-señora Hansen... yo lo amo más que a mi vida.
Heidi, de forma apresurada intento juntar todo en una breve explicación para sí misma. Si era cierto lo que el amigo de su hijo decía, entonces, este estaba sufriendo casi tanto como él mismo; su diferencia con la sociedad los maltrataba y desfiguraba de tal forma que era casi imposible reconocer sus pensamientos o sentimientos. Heidi volvió a abrazarlo y a darle pequeños besos en su frente, acariciando los mechones que tapaban el rostro del drogadicto, esto hacía sentir a Connor como si el mismísimo Evan lo estuviera consolando; correspondió el abrazo, como si aquella fuera su propia madre... ¿Les recuerda a algo?
Bueno, eso ya había ocurrido hace mucho. Ahora los chicos se encontraban en el cuarto del de pelo oscuro, leyendo; cosa que se había vuelto también pasatiempo enorme de Evan, como lo es en Connor. A lo largo del tiempo fueron comprando y comprando más libros, juntando sus mesadas para conseguirlos, o recibiéndolos de regalo por parte de la gentil señora de la tienda. Murphy le leía en voz alta al de ojos azules, quien estaba recostado en sus piernas, con sus ojos bien abiertos; estaban en la parte climax del texto. ¿No os pasa que cuando algo emocionante ocurre comienzan a temblar en sí mismos? Eso era lo que le estaba ocurriendo en este momento a Evan, tenía una radiante sonrisa en su rostro mientras las palabras narradas por Connor lo hacían estremecer de una forma bastante agradable, estaba feliz.
—¿Por qué te detienes? —Dijo en cuanto Connor dejó de leer de un segundo a otro. Había perdido su mirada en las páginas y sus manos temblaban levemente, provocando miedo en el chico Hansen— ¿Pasa algo malo... Connor?
—No, es solo que... —Cerró el libro con cuidado, con pequeñas lágrimas desplazándose por sus mejillas levemente ruborizadas; se tapó la cara— Esto esta mal...
—¿Q-que sucede? N-no llores. —Intentó ser suave y acariciar las mejillas de Murphy, este levantó la mirada con lentitud y miró fijamente a los hermosos ojos azules de Evan.
—No sucede nada, tranquilo, solo me puse emocional por el libro. —Mintió, secando las pocas lágrimas que había derramado, y volviendo a abrir su libro.
—¿Seguro? —Lo miró inquietud Hansen, pues era obvio que eso no era lo único que hubiera querido decirle Connor.
—Si, no te preocupes. —Besó su mejilla y la acarició luego de esto, pasando sus dedos por la suave piel del contrario, quien sonrió nervioso y nuevamente intranquilo— Yo te quiero mucho, Evan.
—Yo también te quiero, Connor... —Susurró más bien que haberlo dicho alto y seguro, aún le tenía algo de vergüenza a su amigo.
—Evan...
—¿Q-qué?
—¿Quieres fumar algo?
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ʙᵉˢᵒˢ ᵈᵉ ⁱⁿᵛⁱᵉʳⁿᵒ // ᵗʳᵉᵉ ᵇʳᵒˢ
FanfictionPortada: 6Moeki9 (gRACIAS Escribir cosa así en clase era peligroso, los maestros podrían quitarle el papel, o peor, leerlo. Pero un día algo desastroso ocurrió, algo que jamás hubiera querido que pasara. Una de sus cartas resbaló del pupitre y cayó...