Portada: 6Moeki9 (gRACIAS
Escribir cosa así en clase era peligroso, los maestros podrían quitarle el papel, o peor, leerlo.
Pero un día algo desastroso ocurrió, algo que jamás hubiera querido que pasara.
Una de sus cartas resbaló del pupitre y cayó...
Las miradas parecieron caer en Connor y Evan como si alguien hubiese puesto un enorme cartel rojo sobre ellos o como si estuvieran cubiertos en olor a mierda. Quizás eran solo ellos los que sentían aquello, pero parecía tan real, el miedo, Evan, el miedo al rechazo otra vez volvía. Sus manos se apretaron, a pesar de que el rubio estuviese sudando como un cerdo, Connor mantenía firme el agarre, no lo soltaría por nada del mundo inclusive si le pagasen por ello. Caminaron por la masa de gente hasta la mesa de la comida, había sillas, era la mejor opción; una mesa larga y angosta que recorría el salón de un lado a otro, lleno de comida para todos ellos. Estuvieron sentados ahí pocos segundos, Murphy debía sacar a Evan de su trance y lo logró fácilmente con un beso en su mejilla, sabía lo enormemente vergonzoso que aquello era para Evan.
—Personas... —Hansen levantó su vista a los ojos de Connor— Hay muchas personas, ya no me siento listo, Connor.
—¿Estás loco? Tú diste el primer paso, claro que estás listo, Evan —Lo miró con su ceño fruncido, tomó con firmeza a Evan y lo hizo pararse de su silla— Bailemos.
No, no, mala idea, mala idea. Tarde, ambos estaban en la pista, rodeado de gente sudorosa y excitada, contando a Jared y Michael, quienes se movían como nadie más. Evan tragó saliva, miró con una expresión aterrada al mayor, quien puso sus manos en la cintura del rubio y le sonrió de forma secreta, casi incluso le había dado un guiño. Evan torpemente puso sus manos en los hombros del más alto, era complicado, pero a la vez se iba tornando más y más perfecto, eso quería. Connor Murphy no era gran fan de estar rodeado de gente, pero podía manejarlo, entonces ayudaría a Evan a estar lo más tranquilo posible. Ambos tomaron aire al mismo tiempo y nadie notó esto, lo único que todos notaron fue... todo lo demás. Habían rumores, oh sí, rumores que contaban que aquellos dos enfermos mentales de verdad mantenían una relación, todos lo sabían, excepto aquellos dos ineptos sordos que no quería saber nada de afuera, por eso sus amigos no les decían nada en lo absoluto. Los susurros se hicieron presentes y todo comenzó a girar, todos reían en la cabeza de Connor, Evan lloraba y todos seguían gritando; separó una de sus manos y agarró su cabeza, cerrando sus ojos con fuerza y gruñendo. Se repuso, levantando la mirada y dándose cuenta de que nadie reía ni gritaba.
El rubio sudaba como un cerdo e intentaba sonreír con torpeza. Tomó a Connor de la mano y lo jaló hasta un rincón de la sala, donde Jared y Michael tomaban cerveza y comenzaban a tocarse, tal y como otras parejas; al menos era más decente que estar atrapado entre pedazos de carne sudorosos.
—Lo siento, creí que lo lograría y podría protegerte —La voz de Connor caía poco a poco, aún no colapsaba y parecía que estaba en camino de hacerlo, de gritar y lanzar todo, de desgarrar sus labios con sus propios dientes y llorar lágrimas hirviendo. Evan tomó su mejilla acalorada y roja y la acarició con sus manos frías y sudorosas. Su sonrisa estaba forzada para no parecer nervioso, pero en el fondo era una sonrisa de cariño, sabía que ambos tenían sus problemas y que la mayor parte del tiempo que estaban juntos Evan explotaba en crisis nerviosas más que Connor, por eso él creyó poder controlarlo, pero se dejó llevar mal y ahora estaban en eso, era un total fracaso.
—Bailas... lindo —Se dignó a hablar el rubio, aguantando su tartamudeo aceitoso. Aguantó la respiración por unos segundos y luego habló otra vez—: Si hubieses sido otra p-persona... aunque lo dudo, yo... no lo habría intentado... se sintió bien por unos segundos —Alzó un hombro y abrazó con cuidado a Connor, quien no respondió nada y tan solo rodeó con un brazo la espalda de Evan.
La música fuerte y excitante se hizo aún más fuerte y excitante que antes. La gente bailando parecía una masa con vida propia que crecía y crecía frente a nuestros protagonistas. Los traseros de las personas comenzaron a golpear de manera muy incómoda a ambos chicos, Evan se vio más afectado, pues intentaba pedir a las personas que se alejaran por favor, claramente esto no funcionó con ninguno, apenas él se podía escuchar. Alguien lo tiró al suelo, pero por suerte pudo poner sus manos sobre su pecho antes de que su rostro se golpeara contra la cerámica, subió su mirada para ver el rostro de quien había sido, pero no encontró ningún rostro, tan solo el de Connor Murphy, que se agachaba con cuidado y levantaba el mantel de la alargada mesa— ¡Entra! —Exclamó el drogadicto, dejando asombrado a Evan, además también de confundido. Gateó hasta debajo del mantel y se deslizó por debajo de la mesa, viendo a sus espaldas como Connor hacía lo mismo.
El mantel cayó y ambos quedaron en total oscuridad.
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