Prefacio.

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El amor que ha florecido de la adversidad es el más bello y puro de todos, es el tipo de amor que trasciende barreras, que las encara y las tira abajo. No existe sentimiento más cálido y brillante que el de un amor que se mantuvo intacto ante el paso del tiempo y las circunstancias, y, definitivamente, no existe fuerza más grande y poderosa que aquel amor que se profesa desde lo profundo del ser, desde el interior de un alma que no ha sido corrompida.

Aquel, era el tipo de amor que Draco Malfoy sentía por Harry Potter, era el tipo de amor que lo llevaría a tomar una difícil decisión; sacrificar su propia existencia, su vida y su futuro para salvar la vida de la única persona por la que había sentido algo lo suficientemente fuerte para hacerle cambiar sus ideales, porque Harry Potter no solo le gustaba por su cara bonita, le gustaba por todo lo que representaba, la valentía de enfrentar su destino con la mirada en alto, el coraje de no sucumbir ante las expectativas de los demás y la pureza con la que sacrificaba su propia vida, su oportunidad de ser un chico normal, para ser el salvador, para ser quién traería la tan anhelada paz.

Debía admitir que al principio aquello era irritante, él siempre había estado lleno de miedo, inseguridades y estereotipos que le habían sido inculcados desde su nacimiento, y ver a Potter soportar todo aquello como si nada le causaba envidia, sentimiento que poco a poco se fue transformando en admiración, luego en respeto, respeto que en algún momento se volvió cariño superficial y finalmente amor, uno que no podía revelar a nadie, pues cuando se había dado cuenta de ello estaba a solo dos pasos de tomar la marca tenebrosa.

Sin embargo, en el fondo, Draco sabía que Harry era su salvación, aunque Potter estuviese lo suficientemente ocupado salvando el mundo y enredándose con Ginevra Weasley o Cho Chang, él lo sabía y lo confirmó en la sala de los menesteres, cuando Potter lo había salvado del fuego a pesar de ser enemigos y él ya había tomado una decisión, pagaría la deuda de vida como un mago honorable y haría lo que estuviese en sus manos para mantener con vida a Harry Potter. Por supuesto que no por eso Malfoy había dejado de ser un Slytherin y se encargó, durante esa larga noche de batalla, de parecer completamente normal ante los ojos de sus aliados mortífagos.

Cuando Potter fue asesinado por el Lord Draco supo entonces que el momento había llegado, había guardado aquel giratiempo desde tercer año, lo había robado de la oficina de Minerva McGonagall y no se había despegado de él ni un momento, lo había mantenido oculto bajo sus túnicas con un encantamiento que lo hacían indetectable a la vista, al tacto o la magia y lo había reservado para un momento como aquel, un momento en que el mundo mágico necesitara una nueva oportunidad, donde Harry Potter, el salvador, la necesitara.

Por supuesto que no siempre había pensado así, desde muy corta edad había asumido su papel en la vida, su papel como un Malfoy y la idea de pertenecer a las filas de Voldemort incluso le entusiasmaba, pensaba que era maravilloso poder vivir en un mundo donde los magos no tuviera que ocultarse, vivir en un mundo donde no todo girara en torno a los muggles y a su poca capacidad para aceptar lo que era diferente. Pero aquella imagen de un mundo perfecto que sus padres, Lucius principalmente, le mostraron se desvaneció cuando la verdad se abrió ante sus ojos, Lord Voldemort no era el salvador de los magos, era un monstruo, uno cruel y despiadado.

Draco no justificaba sus actitudes, nunca lo hacía, se le había enseñado a siempre dar pasos seguros y con la cabeza en alto, pero si algo debía admitir, era que, a partir de sexto curso ya no era su honor sangrepura y Malfoy lo que lo mantenía en el bando de la oscuridad, si no el miedo y el terror. El Lord tenía a su familia perfectamente atada, fieles y obedientes a base de torturas y amenazas a las que sucumbieron con facilidad, después de todo, los Slytherin siempre buscaban el bien propio y aquella no sería la excepción. Por supuesto que Draco se las había arreglado para que nadie supiera sobre sus sentimientos por Potter, pues de haberse enterado, el Lord lo hubiese acusado de traidor de manera inmediata y le hubiera aplicado la cruciatus hasta la locura.

Draco Malfoy. El regreso de la serpiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora