Bonus: Discusión.

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Draco llegó apareciéndose en la pequeña salita de estar, se sentía algo cansado e irritado, había estado trabajando de sol a sol las últimas dos semanas pero había valido la pena, su inversión en la tienda de Krum en artículos de quidditch estaba dando frutos y su fortuna prácticamente crecía sola, lo que era un alivio, pues pensaba que sus hijos merecían aquello y mucho más, merecían una vida donde no tuviesen que preocuparse por que comer, donde vivir o que vestir, merecían tener todo aquello para poder darse a sí mismos una vida normal, como la que ni él, ni Harry habían tenido. Draco trabajaba fuertemente por su familia, por su amado esposo y sus hermosos y preciosos hijos quienes habían demostrado merecerse cada uno de los caprichos que pedían, pues no solo eran los magos con mejores calificaciones de todo el colegio, sino que además, le habían otorgado a su casa la copa de las casas y de quidditch por dos años seguidos.

Por eso, cuando Viktor le había invitado a tomar una copa por ahí para festejar el éxito de su negocio, Draco había decidido que lo tenía bien merecido y que si, iba a ir con su amigo a alguna parte a relajarse por un par de horas, luego volvería a casa, tomaría un baño junto a su esposo y se iría a dormir para al día siguiente volver a la rutina, a las cuentas, a los números, a los negocios, al oro y a los inversionistas.

De manera perezosa se quitó la lujosa túnica de seda gris y con un bostezo que cubrió con la mano la dejó caer en uno de los sillones, la sala se encontraba en plena oscuridad, por ello, cuando una de las lámparas se encendió solo pudo cerrar los ojos, deslumbrado por la repentina cantidad de luz en sus ojos. Ahí, en el marco de la puerta estaba Harry ya con el pijama puesto y con la peor de las miradas que Draco le hubiese visto nunca, era una mirada que le culpaba de algo y que le reprochaba un sinfín de cosas. Draco solo atinó a sonreír de manera achispada, había bebido, no lo suficiente como para estar ebrio, pero tampoco había sido poquito. Aquello hizo que su marido entrecerrara más los ojos, como queriendo asesinarlo ahí mismo y en aquel momento el rubio agradeció que su marido no pudiera hacer magia, ni verbal, ni no verbal.

—¿Dónde estabas? —le preguntó al ver que Draco no iba a decir nada más.

—Fui a tomar algo... —aclaró, como restándole importancia.

—¿Y por qué? —su voz sonaba peligrosamente molesta.

—Porque tuve una semana de mierda y necesitaba relajarme —la simpleza en su voz hizo que Harry se pusiera rojo de la furia.

—¿Y de pura casualidad no olvidaste hacer algo antes de largarte a quien sabe dónde con quién sabe quién? —apretaba los dientes, furioso.

—Amm... no, creo que no... envíe al abogado todos los papeles, —comenzó a contar con los dedos— mandé a mi padre las gráficas del mes de todas nuestras fábricas, firmé aquel contrato con la fábrica de pociones y traje el pan, lo aparecí en la alacena —dijo complacido consigo mismo. Harry desvió la mirada apretando la mandíbula.

—Los chicos... —aclaró, a punto de reventar— olvidaste pasar por los muchachos a la estación, Draco, ¡Olvidaste a nuestros hijos en King Cross por ir a tomarte un puto "descanso"!

El rubio palideció recordando, era verdad, él había quedado en recoger a Albus y Scorpius en la estación de tren, aquel día volvía de su quinto año en Hogwarts. Pasó su mano por su cabello, sintiéndose terriblemente mal, lo había olvidado pero no había sido a propósito, él jamás hubiera dejado a sus hijos ahí, solos, sin dinero muggle para volver y joder...

—Voy a hablar con ellos —anunció, pasando junto a su marido que le detuvo de la muñeca, bastante brusco.

—Ni se te ocurra, es media noche, ya deben estar dormidos...

Draco Malfoy. El regreso de la serpiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora