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Se sentía estúpido, completamente estúpido y todo era culpa de Pansy, no podía ser de nadie más, era única y exclusivamente de su mejor amiga, la cual no parecía mucho más contenta que él. Pansy y Draco se encontraban en un banco de madera, vistiendo como muggles y escondidos tras un enorme periódico al cual le habían hecho un encantamiento para poder ver a través de él como si se tratase de un cristal, y estaban espiando a Blaise Zabini que estaba a la mitad de una cita con Ronald Weasley en el parque de atracciones.

El príncipe y la princesa de Slytherin se habían vestido a jugo casi sin querer, una camiseta blanca, pantalones negros y una chaqueta de cuero del mismo color en juego con unas zapatillas deportivas igual que la camiseta, por supuesto que ya habían peleado sobre quién lucía mejor con aquel conjunto, y aunque nadie había ganado, no se les podía culpar, ambos lucían extremadamente bien con aquel estilo rebelde y completamente muggle. Draco incluso había pensado que, de no estar hasta los huesitos por Potter, Pansy hubiera sido su chica ideal.

Pero lo que a Draco le molestaba no era que Pansy hubiera decidido vestirse igual que él, ni que los lentes de sol fueran tan molestos, o que tuviese que teñir mágicamente su cabello de color azul eléctrico, si no el hecho de tener que esconderse e ir tras su mejor amigo mientras soportaba los arrumacos y los besos que se le antojaban sumamente desagradables. Porque por amor a merlín, Zabini no había podido escoger a una pareja que le quedara tan mal, y es que no era que Weasley fuera feo, para nada, e incluso creía que sus pecas eran parte de su encanto, pero era torpe, demasiado, no tenía clase, ni un poco, carecía de todos los estándares establecidos en un mago de sangre pura, Ronald era simple y sencillamente demasiado Weasley.

El pelirrojo caminaba ligeramente desgarbado, tal vez a causa de su altura, aunque Pansy creía que aquello no era una excusa, Draco era casi tan alto como él y caminaba erguido y con todo el porte de un príncipe. Masticaba grotescamente, hablaba y reía con la boca llena de comida, escupiendo pedacitos de palomitas de maíz en el camino y reía escandalosa y llamativamente, sin nada de recato, era, sin duda, la cosa más opuesta a Blaise Zabini en todo el universo.

Mientras Pansy acomodaba su largo cabello, ahora rosa, y acomodaba sus lentes de sol de forma circular sobre su nariz, un tanto fastidiada, la mente de Draco comenzó a intentar comprender como era que todo había pasado. Recordaba muy bien que de entre el trío dorado Ronald era el que más les desagradaba y ni Malfoy, ni Zabini habían desaprovechado nunca una oportunidad para meterse con él y hacerle la vida imposible. Y si bien Draco había hecho las paces con Weasley cuando se unieron para recuperar los últimos horrocrux de Voldemort, y hasta habían bromeado juntos, eso no significaba que creyera que hacía buena pareja con su mejor amigo. Y si le hubieran dado a escoger, él definitivamente hubiera preferido que Nott siguiese con Blaise.

Pensaba lo extraño que le parecía, pero también lo gracioso que era que precisamente él pensara de aquella manera, cuando no existía persona más opuesta a él que Harry Potter, y habían sido esas diferencias las que los habían llevado a pelear una y otra vez, pero al mismo tiempo los había complementado y los había estabilizado en un punto medio, en el que no eran ni Draco, ni Harry, si no Drarry y aquello, al rubio, le parecía perfecto. También estaba el caso de Pansy y Hermione, quienes no eran precisamente opuestas, ambas eran bonitas e inteligentes, aunque bien podían discordinar en el tema de la moda, ya que Granger, al igual que sus dos mejores amigos no parecía muy adepta a vestirse decentemente. El encanto de su relación era que precisamente Granger era una sangresucia, cosa que Pansy había detestado hasta que comenzó a salir con ella.

Blaise que vestía como un muggle bastante elegante iba de la mano con Ron quién vestía como si acabase de despertarse y hubiera escogido sus prendas con los ojos semi cerrados, no combinaban para nada y definitivamente no se le ajustaban al cuerpo como debían y Draco pensó que, cuando todos lo recordaran irrumpiría en su recamara, quemaría todo su guardarropas, en especial aquella camiseta de los chudley cannons y lo obligaría a comprar algo decente, menos naranja, nadie debería comprar cosas color naranja.

Draco Malfoy. El regreso de la serpiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora