Bonus: Scorbus.

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Albus y Scorpius están peleados, Draco puede saberlo por la manera en que se ignoran y se miran, como si se odiaran de verdad, cosa que es mentira porque ellos se aman, se aman como nadie en el mundo. Se aman incluso más de lo que Draco y Harry alcanzan a ver, porque son sus hijos y han sido criados como hermanos pese a no estar unidos por lazos de sangre. Y es extraño, porque desde que aquellos dos nacieron nunca se habían peleado de aquella manera, ni por tanto tiempo. Tres días, dice Draco mentalmente, ya han pasado tres días y ninguno ha querido soltar la razón por la que han discutido, aunque Draco puede adivinarlo, todo es culpa de Rose Granger-Parkinson.

Rose, la hija de su mejor amiga, una chiquilla encantadora y humilde pero con mucha clase, criada con los mejores estándares de un sangre pura, pero a la vez, llena de valores que solo Granger podía aportar y es el nuevo amor platónico de Scorpius y Draco no puede culparlo porque la chiquilla es hermosa, inteligente y amable, pero aquello no parece tener de muy buen humor a Albus quién ha crecido toda su vida pegado a su hermano, como carne y uña, y la idea de una intrusa en su relación con Scorp le parece ofensivo e irritante. Por supuesto que Al debió haber sabido que aquello pasaría, porque ambos estaban creciendo, ya tenían dieciséis años y las hormonas estaban a tope y él, al igual que su hermano, debía estarse desviviendo por una jovencita o un jovencito, no por su recién enamorado hermano.

Harry opinaba que era divertido, pero Draco pensaba que aquello no podía terminar bien, mucho menos si sus sospechas eran ciertas y Albus no quería a Scorp únicamente como debía, si no como algo más. No era que los Malfoy no hubieran hecho aquello de mantener la línea de sangre desposándose entre hermanos, pero simplemente no podía concebir aquella idea, porque sus dos pequeños habían sido educados y criados para verse únicamente de manera fraternal, como Draco veía a Pansy, Blaise o Greg, por ejemplo y ya hasta podía ver el escándalo que se armaría de tener razón; que Albus Potter estaba enamorado de Scorpius Malfoy.

Su esposo por otra parte parecía no entender nada y aquello hasta cierto punto era irritante, por que Draco tenía que lidiar con aquella duda sin poder decir una palabra, primero, porque no estaba seguro de que fuese verdad, segundo, porque Harry seguramente no entendería la gravedad del asunto.

—¿Cuánto tiempo más crees que estén así? —Le preguntó el moreno mientras ambos se encargaban de lavar la vajilla. — Al principio el silencio y la calma estaban bien, pero creo que comienzo a extrañar sus bromas y sus gritos.

—Creo que hasta que Scorpius decida que ya no quiere salir con Rose.

—¿Y qué tiene que ver Rose en todo esto?

—¿Es que no te enteras de nada, Potter? —Preguntó enternecido, depositando un besito en su nariz, haciendo que su marido se sonrojase.

—Deja de tratarme como un bebé.

—Pues deja de portarte como uno —se burló.

—¿No vas a contarme lo que sabes o sí?

—No estoy seguro de lo que sé —confesó.

Y no mentía así que Harry dejó el tema y se dedicó a tocar el trasero de Draco cada que tenía oportunidad, recordándole que él, definitivamente no era un bebé y Draco tuvo que retractarse esa misma noche mientras se derretía gritando el nombre del moreno.

Pero así como el enojo entre Scorpius y Albus llegó, también se fue, una mañana de verano realmente calurosa Draco y Harry simplemente fueron despertados por unas risas estruendosas y unas pisadas fuertes que bajaban las escaleras. Los chicos habían salido al jardín con sus escobas y habían comenzado un uno contra uno. Harry preparó unas malteadas para el desayuno, contento de que sus pequeños, no tan pequeños, por fin hubieran arreglado sus diferencias. Draco, sin embargo salió al jardín a verlos volar, si, parecía que habían arreglado sus cosas, pero también les notaba diferentes como si estuvieran...

Un viejo recuerdo llegó a su mente, un pequeño Scorpius de seis años anunciando a todo pulmón que le había pedido matrimonio a Albus y que este había aceptado, ambos había presumido su anillo improvisado de una rondana de cereal de miel, por lo que todos soltaron gestos enternecidos, aplausos y felicitaciones. Sonrió pensando que, al menos, Albus era correspondido.

Harry llegó con las malteadas un rato después, Albus y Scorpius descendieron rojos por el calor y el esfuerzo, agradeciendo por la comida una vez que los cuatro estuvieron en la mesa.

—¿Papá, podías pasarme el cereal? —Preguntó Albus y Harry se lo tendió.

Scorpius miró el cereal y tomó una de las donitas de maíz tostado, mirándola con diversión, inmediatamente tomó la más grande y la colocó a medias en el dedo meñique de Albus, quién se sonrojó hasta las orejas.

—¡Scorp! —Exclamó avergonzado, Draco los miró con una ceja arriba, pero no dijo nada.

Albus y Scorpius se adentraron en una conversación de la que sus padres estuvieron excluidos y al verlos así, Draco pudo verse a sí mismo y a Harry, profundamente enamorados, pero separados por unas circunstancias crueles y duras. Suspiró y cerró los ojos para finalmente dedicarles a sus hijos una sonrisa aprobatoria que les hizo sonrojar.

—¿De qué me estoy perdiendo? —preguntó Harry.

—De nada cariño, vayamos a la habitación, quiero devolverte el favor de anoche —Draco le guiñó un ojo a su esposo quién rápidamente se puso de pie mientras unos muy avergonzados Scorpius y Albus exclamaban:

—¡Papá por favor, no!

Draco Malfoy. El regreso de la serpiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora