Se encontraban sobre el sofá, acurrucados uno contra otro mientras la chimenea calentaba el gélido ambiente, aún estaban en otoño pero el clima parecía querer congelarlo todo, incluso había nevado un poco la noche anterior. En Londres nadie se explicaba porque el clima parecía tan enojado con ellos, aunque a Harry y Draco no parecía molestarles en absoluto que hiciera el frio suficiente para tener el pretexto perfecto y abrazarse de aquella manera durante las tardes que Harry no debía ir a trabajar. Apenas y cabían en el sofá, no era que fuera pequeño, era más bien que ellos habían crecido demasiado, incluso los pies de Malfoy sobresalían un poco de la longitud del mueble, por mucho que se encogiera para evitarlo.
Draco abrazaba a Harry por la espalda en busca de calor mientras una manta con los colores de Gryffindor los cubría, al principio era agobiante para el rubio que todo fuera tan escarlata, estaba tan acostumbrado a estar rodeado de colores verdes y opacos que aquel rojo le parecía ligeramente irritante y, aunque se quejaba con más frecuencia de la que quería, en el fondo sabía que no había color que quedara mejor con Harry. Pese a todo agradecía que Potter y su familia remodelara el número doce de Grimmauld Place, pues había tenido oportunidad de mirar el lugar por fotografías que su madre alguna vez le había mostrado y antes de eso era terriblemente tenebrosa, ahora, sin embargo, era cálida, hogareña, luminosa y bien decorada, era bastante sutil, no podía decir que humilde, pues la casa Black jamás lo sería, pero ahora carecía de sus muebles ornamentados y de madera oscura.
Si bien Draco llevaba bastante tiempo pasando algunas tardes junto a Harry en aquella casa, nunca se había topado directamente con Lupin o Black, aunque podía declararse culpable de eso, pues siempre se encargaba de escapar antes de que ambos hombres regresaran del trabajo, Remus de Hogwarts donde daba clases y Sirius de su taller en el Londres muggle donde daba mantenimiento a vehículos no mágicos, Harry decía que principalmente motocicletas.
Por supuesto que Potter se había percatado de la manera en que Draco parecía tener de repente muchas cosas que hacer cuando su padrino y la pareja de éste estaban por llegar a Grimmauld Place, y si, le parecía ligeramente irritable no poder presentarlo como su novio, como merlín mandaba, pero entendía la situación y tampoco era que pudiera darle demasiadas explicaciones a su familia, no podría decirles ni si quiera su verdadero apellido, pues todos sabían que los Malfoy no tenían descendencia, y era por ello que nunca había replicado nada y se limitaba a hacer un puchero bastante infantil para su edad cuando el ojigris anunciaba que era hora de marcharse.
Harry mantenía los ojos cerrados mientras Draco acariciaba su rebelde cabello, no intentaba acomodarlo, el rubio se había rendido desde su tercer año del colegio prácticamente. Pese a todo los mechones del moreno eran suaves y Malfoy disfrutaba con el tacto contra sus dedos que se deslizaban con facilidad, contrastando su pálida piel con lo oscuro de las hebras de cabello del héroe. El ojigris no podía evitar pensar, cuando se encontraban así, que Potter de verdad parecía un cachorro mimado y la sola idea lo hacía sonreír tiernamente.
En momentos como aquellos, ambos pensaban en lo mucho que se querían, y era extraño, pues nunca antes habían tenido la oportunidad de pasar tiempo de aquella manera tan normal, sobre todo porque Potter parecía ser un imán humano de tragedias y sucesos extraordinariamente perturbantes, y no era que la normalidad les molestara, pero era extraño definitivamente que pudieran acaramelarse de aquella manera sin que nada amenazara su integridad física y mental, pues si ignoraban el hecho de que Draco solo tenía cuatro meses para convencer a sus padres y Severus sobre quién era en verdad, todo era relativamente ordinario.
Harry suspiró tranquilamente, disfrutando de las caricias que estaba recibiendo, había tenido una semana particularmente dura, alguna fuerza mágica inexplicable estaba causando estragos en Londres, el Támesis se desbordaba sin razón aparente, uno que otro temblor azotaba la ciudad, la noche duraba más de lo que normalmente lo hacía y la energía mágica de los magos Londinenses parecía estarse viendo realmente afectada por ello, a tal grado de que un simple Wingardium Leviosa podía causar una peligrosa explosión, sobre todo cuando algún mago particularmente débil lo intentaba. Sin embargo, cuando Draco llegaba a casa y lo mimaba como en aquel momento podía olvidarse de todo y concentrarse en lo que era más importante, Draco Malfoy estaba con él, después de un largo camino, uno que habían podido superar.
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Draco Malfoy. El regreso de la serpiente.
FanfictionDrarry/Harco Continuación de Draco Malfoy y el principe de Gryffindor. Draco Malfoy ha regresado y su única misión es recuperar aquello que mas ama en el mundo usando solo su fuerza de voluntad y su espíritu Slytherin. Advertencia: Si el final pre...