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Era otra hermosa noche, en la universidad se podía oír el sonido de lo grillos, todos ya estaban dormidos, excepto la albina quien se estaba arreglando para salir a un lugar en específico. Esta se encontraba en frente de un espejo viendo si lucía bien, hasta que su atención fue captada por la cama de la rubia.

–Me preguntó donde ira– Se dijo, decidió pasar eso de largo y no meterse en la vida personal de su compañera de cuarto.

Dio un gran suspiro y con cuidado salió de su dormitorio, los pasillos estaban oscuros así que no podía ver nada, caminaba a ciegas, a duras penas pudo bajar las escaleras y salir de su edificio. Escabulléndose de los guardias que había, salió de la universidad para encaminarse a ver a aquella rubia que se moría de ganas por conocer y pasar más tiempo con ella.

Mientras tanto, la rubia se encontraba bailando ante un hombre pues la  había solicitado a ella, claro que no se podía negar, a fin de cuenta era su trabajo. Para su muy buena suerte el hombre se fue dejándola con un poco de tiempo libre, no olvidemos la gran propina que le dejo. Con cansancio se fue a sentar cerrando los ojos para relajarse un poco.

–¿Cansada de bailar?– Preguntó la albina recién llegando.

–Un poco– Contesto sin abrir sus ojos.

–Entonces vengo con un poco de mala suerte pues yo te lo iba a pedir– La ironía se podía oír en sus palabras.

–Entonces te cobrare el doble– Dijo abriendo los ojos para mirarla cosa que la hizo sonrojar pues iba muy bien arreglada.

–¿Me arregle mucho?- Preguntó mirándose a si misma.

–N-No, te ves bien– De inmediato aparto la mirada, tenía que aceptar que se veía muy bien con ese traje que llevaba.

–Que bien, pensé que había exagerado un poco–

–Vamos al cuarto, acuerdate que tienes el tiempo limitado

–Cierto, hay que aprovechar al máximo– La albina tomo de la mano a esta y la llevo al cuarto de la ultima vez.

–Pensé que no vendrías hoy– Hablo la rubia.

–Si es por ti linda vengó a diario

–¿Que dijimos de los halagos?

–Vamos, se que te gustan, lo puedo notar en tus pequeños sonrojos– Dijo sonriendo.

–Eso no tiene nada que ver, la lampara sigue en su mismo sitió–

–Esta bien, disminuiré mis halagos

–Gracias

–¿Puedo preguntarte una cosa?–

–Dime

–¿Porque trabajas aquí?– La rubia duro unos segundos en silencio pensando alguna respuesta.

–Por mis padres, tengo problemas económicos, es por eso que trabajo sin el consentimiento de ellos

–Solo por dinero...

–Así es, no creas que en verdad soy una puta como las demás

–Yo no creo eso, creo que tu me llamaste la atención por eso, porque eras diferente a las demás– Esta le tomo la mano.

–No soy diferente– Esta trato de quitar su mano pero la otra lo impidió, fijo su vista en los ojos de la albina, las dos se miraban, solo que había algo diferente en la mirada de la mas alta.

–Chik... ¿Puedo confesarte algo?

–Claro

–Creo que me gustas– Dijo sin rodeos.

–¿Cómo?– La rubia se quedo impactada por las palabras de esta.

–Quería conocerte porque muy dentro de mi despertó una emoción que ni yo misma sabía, me gustas– Con delicadeza alzo la mano de la rubia y le dio un pequeño beso.

–P-Pero... Si apenas me conoces y... Y... Yo trabajo en este lugar– Dijo nerviosa.

–Se que apenas te conozco pero me gustas, fue como amor a primera vista y no me importa que trabajes en este lugar– Esta se acerco un poco.

–S-Si pero... No puedo gustarte

–¿Porque no? Eres hermosa, encantadora, carismática, tienes un lado fuerte que por cierto me encanta... Tienes unos lindos ojos morados que no cualquiera los tiene, eres tierna ¿Qué mas puedo pedir? Para mí eres perfecta– Todas esas palabras lograron que las mejillas de la rubia tomaran un color carmesí.

–E-Eso no es c-cierto– La rubia se sentía tan halagada que ni era capaz de mirar a la otra.

–Solo dame un oportunidad, dejame demostrarte que eres todo lo que dije, dejar demostrarte que en verdad tienes razones para gustarle a alguien– La albina tomo del mentón a la mas baja haciendo que la mirara.

–No se que decir...– Esta estaba paralizada, no sabia que hacer.

–Solo dame una oportunidad– En un par de segundos sus caras ya estaban muy cerca, podían sentir sus respiraciones, unos pocos centímetros era lo que las separaba.

–¡Espacio personal!– Dijo la rubia rápidamente dándole un fuerte golpe en el estómago a la de pelo corto quien cayo de rodillas sujetando la zona afectada.

–Golpe bajo– Dijo sin aliento.

–E-Eso te ganas por adelantarte– El sonrojo de la rubia era muy notorio.

–Me sacaste toda la cena– Esta se tiro al piso.

–No exageres

–Muero, pensé que iba a tener una vida mas larga, pero no, dile a mi hermana que le dejo mi lado de la cama– Dijo dramatizando.

La rubia sonrió divertida pues mientras la albina decía su dichoso testamento hacia caras graciosas.

–Y por ultimo dejo a mi pez Armandito en manos de la persona que me mato– Dicho eso la albina cerro los ojos y saco la lengua fingiendo estar muerta.

–Oh dios mio, he matado a una pobre persona– Dijo siguiendo el juego –Ahora que haré– Esta con el cuidado de que la albina no se diera cuenta tomo un vaso con vino y aprovechó a que esta tenia la lenga de fuera echándole un poco.

–¡Waah!– Grito parándose con rapidez –¿¡Qué demonios era eso!?– Dijo limpiandose la lengua con su manga.

–Resusitador

–En serio, que demonios era eso–

–Vino ¿No te gusta?–

–No tomo ninguna bebida con alcohol

–Pero si sabe muy rico– Esta tomó un poco.

–Que asco

–¿No quieres un poco?– Dijo acercando el vaso a la albina.

–Aleja eso de mí– Esta se alejo.

–Solo un traguito

–No, no, Chik, aleja esa cosa de mí ¡No! ¡aaah! ¡ayuda!– Esta empezó a correr por toda la habitación siendo seguida por la rubia quien reía por las acciones de la otra.









Continuará

Mi Secreto  [Puppica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora