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La noche estaba presente, las luces, la musica y algunos choques de vasos se oían en el lugar, todos estaban mirando a las chicas que bailaban, otros bebían con sus amigo

–¿Ya estas lista?– Dijo el hombre a fuera del camerino de la rubia.

–Ya casi– Esta se miraba al espejo pues su jefe le había dado un nuevo traje el cual era mas corto y enseñaba mas, para ella era muy incomodo.

–Apurate cariño, ya quiero verte

Con desconfianza salio dejando ver un traje rojo muy ajustado que le llegaba mas arriba de la rodilla, de la espalda estaba la mayor parte descubierta, su antifaz y unos guantes los llevaba del mismo color.

–Dios... Te vez hermosa,  con eso sorprenderás a muchos, lastima que soy gay– Este se le quedo mirando de arriba a abajo a la rubia quien se incomodo.

–Bueno... Me iré a cambiar– Dijo queriendo entrar a su camerino pero el hombre se lo impidió.

–No mi reina, ya lo tienes puesto, ahora ve a trabajar– Ordenó.

–Si señor– Dijo mirando al suelo.

–Quiero verte con una sonrisa y buen ánimo, así no conseguirás que más gente te pague

–Si señor– Ahora fingió una sonrisa.

–Así me gusta, anda ve a trabajar– Dicho eso la rubia tomo una charola y atendió a los clientes, ahora era su turno de mesera, mas al rato le tocaría bailar. Esta se acerco a un joven quien no podía verle la cara ya que tenia la carta en la cara.

–Buenas noches ¿Desea ordenar?

–No se si se llame ordenar pero bueno– La rubia abrió los ojos al ver a la albina en ese lugar.

–¿Q-Que haces aquí?– Dijo nerviosa.

–Todavía me recuerdas, que buena memoria tienes– La albina la volteo a ver y se quedo boca abierta, la otra vez no lucia así.

La rubia trato de calmarse, pensó que la reconocería pero al parecer no, tenia que fingir ser otra persona, tenia que fingir que no la rubia conocía.

–Disculpe joven, si no va a pedir algo, entonces no puede estar en esta estancia

–Eh..– Esta reacciono –Dice que puedo pedir un acompañante... Y quiero que seas tu– Dijo mirándola a los ojos que apenas se podían notar.

–Si, pero yo estoy de...

–¿Algún inconveniente joven?– Dijo el jefe de aquel lugar.

–No, pero me preguntaba si puedo pedir a esta hermosa señorita de acompañante

–Claro, Chick, deja tus cosas, acompañaras a este joven

–Si señor

–Bien, que disfrute del lugar– Dijo el hombre para luego retirarse.

La albina se quedo viendo a la rubia, de vez en cuando se atontaba en como iba vestida, ese color le quedaba muy bien.

–Y dime, ¿Cómo una persona como tú esta trabajando aquí? Eres muy joven– Dijo tomando de su bebida.

–Eso no me impide trabajar aquí

–Lo se, solo me sorprende...¿No hay una habitación privada o algo por el estilo?– Dijo mirando su alrededor.

–Eh...si, por aquí joven, por favor– La rubia la guió a un habitación donde su única puerta era una tela negra, el sonido de la musica disminuyó, aun se podía escuchar pero muy bajo, al entrar esta se puso nerviosa.

–No me espere que fuera esto pero con esto me conformó- Dijo la albina quien miraba la cama que había ahí y la pequeña mesa que había.

–Bueno... ¿Q-Que quieres que haga?– Dijo desviando la mirada, no podía creer que su compañera de habitación viniera a estos lugares.

–Nada

–¿Eh?– Esta la miro confundida –No se si sepas, pero las acompañantes...– La albina la interrumpió.

–Si se sobre eso, no quiero que me bailes ni tengamos sexo, solo quiero hablar contigo, simplemente como amigas, perdón, amigos–

–Pues... Mejor para mí, supongo– aun gran alivio sintió la rubia.

–Ven, vamos a sentarnos– La albina la jalo de la mano y se sentaron en la cama.

–¿Porque has venido otra vez?– Preguntó.

–Por ti, creo que después de eso... No he podido dejar de pensar en ti, se que suena un poco loco pero, quiero conocerte– Dijo sincera.

–Yo... No se si sea eso posible– Ahora estaba en un gran problema.

–No tengo el día libre pero... En la noche... A esta hora... Quiero verte, por favor– La rubia no sabía que hacer, si aceptaba en cualquier momento tendría  que decirle quien era.

–Dejame pensarlo, no puedo pasar mas de una hora con una misma persona

–Entonces aprovechare al máximo esa hora, que dices– Dijo sonriendo.

–Pues... De acuerdo– Al fin al cabo solo sería una hora ¿No?.

–No te arrepentirás, pues bien, comencemos, me llamo Puppet

–Chick, un gusto

–Chick... Suena hermoso

–Eh... G-Gracias– Dijo un tanto sonrojada.

–¿Por que de repente de un traje normal pasaste a uno sexy?

–B-Bueno... El jefe me lo dio hoy– Dijo apenada, sus halagos la hacían sonrojar.

–Sabes... Algo lindo de ti es que te sonrojas fácilmente– Sonrió divertida.

–C-Callate, tú me halagas mucho– Dijo desviando la mirada a la vez que se cruzaba de brazos.

–No es mi culpa que seas tan linda– Dijo coquetamente.

–B-Basta– Dijo tomando un cojín y pegándole a la albina logrando que esta riera.

–Esta bien, me controlaré– Dijo rascándose la nuca.

–Gracias

–Por cierto, soy mujer, no se si eso te incomode

–No, desde que te confundiste con el "como amigas perdón amigos" desde ahí supe que eras mujer, no soy ingenua– Dijo inventándose lo primero que se le vino.

–Vaya, a parte de linda, lista

–Que dijimos de los halagos– Dijo dándole otro golpe con el cojín.

–Lo siento, se me van– Dijo sonriendo.

–A la próxima te aventare la lámpara que esta ahí– Dijo señalando la dichosa lámpara.

–Oye, esa lámpara es de marca "Golden", son de las caras, mejor cada vez que te diga un cumplido me das un cachetada... Bueno, eso no me conviene– Dijo pensándolo bien.

–Me parece buena idea, cada vez que digas algo así cachetada te tocara

–Ahora si prefiero que rompas la lámpara–

Y así, las dos se la pasaron toda la hora hablando, por suerte la lámpara no sufrió daños, pero si recibió unas buenas cachetadas la albina.












Continuará

Mi Secreto  [Puppica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora