Más que hermanos

10.8K 950 11
                                    



El Alfa y su hermano caminaron de vuelta a la manada mientras el pequeño devoraba su pescado.

El ruido de su manada se acentuaba mientras más se acercaban. Llegaron en poco tiempo a la guarida donde Kaylan dio una palmada a su hermano y lo envió dentro de una de las cuevas, este le ordenó que se transformara y que esperara dentro, a lo que el pequeño se transformó en un pequeño lobezno y se echó en una de las camas.

Kaylan al igual que Tayl, se transformó en su forma lobuna y dio una ronda por el recinto olfateando y asegurándose que todo estaba en orden en el tiempo que pasó fuera.

Traiken, su segundo al mando, dio un informe completo en su ausencia y una vez satischecho al estar todo en orden, se dirigió a la cueva en donde el lobezno de color gris había desaparecido.

Al entrar unos enormes ojos color marrón lo observaron y una cola esponjosa se movía de un lado a otro.

-¿Todo bien por fuera?- preguntó Tayl.

-Sí, todo tranquilo.- dijo su hermano pasando por su lado. Al acostarse, lo empujó con su hocico pidiendo que el pequeño se echara entre sus patas delanteras.

El lobezno comenzó a gemir presionando con la cabeza el cuello de su Alfa en completa sumisión, a lo que Kaylan lamia sus orejas en aceptación.

Con el paso del tiempo lo llamaba más padre que hermano, ya que prácticamente el Alfa lo había criado.

Solo era un lobezno de tan solo seis años, su madre murió al salvarlo del ataque de un alce, no salió bien ese día, el alce arremetió contra su cría cuando ella planeaba cazarlo, por lo que terminó en una tragedia, no contaban con ninguna manada, eran solo ellos.

Ese día mi manada y yo estábamos de cacería pero nos llamó la atención un bulto sobre la nieve, me acerqué a él con cautela pero lo que vi me sorprendió, había una loba agonizando, respiraba dificultosamente, pero lo más sorprendente fue ver entre sus patas a un cachorro de no más de 5 meses. Ella me gruñía y mostraba sus colmillos.

La mayoría de los Alfas que encuentran crías de otro macho en su manada o territorio las asesinan inmediatamente, pero no era mi caso.

Ese cachorro no era mío, pero no podía dejarlo ahí a su suerte. Su madre moriría y se llevaría el calor con ella dejándole solo un par de horas de vida a su bebé.

-No te acerques, déjalo en paz.- demandaba la loba furiosa. Sin hacerle caso olfatee al cachorro para comprobar su estado.- no lo toques.- la loba se incorporó pero no logró mantenerse más que tres segundos de pie donde cayó y no volvió a levantarse.- no le hagas nada, por favor.- sollozaba intentando proteger al pequeño.

-Tranquila, no voy a lastimarlo.- mire el estado de su madre y me di cuenta que se estaba desvaneciendo, no duraría más que un par de minutos. Su cara reflejaba desesperación al no poder proteger a su pequeño.

Controlé mis feromonas de Alfa para que entendiera que no estaba ahí para dañarlos. Me acerqué a ella con sigilo y entendió.

-No lo dejes morir.- rogó su madre.

- no tienes de que preocuparte, lo cuidare como si fuera mi cachorro.- sus ojos reflejaban un brillo único, agradeciendo.

-¿Cual es su nombre?.- pregunte mirando al cachorro.

-Tayl .- dijo mirándolo con tristeza.- mi pequeño Tayl .- con lo que le quedaba de fuerza, tomó a su cachorro entre sus fauces dejándolo entre sus patas y le dio sus últimas lamidas antes de descansar su cabeza junto a él.-Gracias.- escuchó y cerro sus ojos lentamente para no abrirlos nunca más.-

-Traiken.- llame a mi segundo al mando, este vino corriendo inmediatamente.- guía la casería, llevare al pequeño a las cuevas.- sin objeción alguna Traiken aulló y guió al resto de la manada a los campos.

Olisquee al pequeño y lo lamí un poco, pero se removió inquieto tratando de llegar a su madre y daba pequeños gemidos, lo tomé entre mis dientes y caminé hacia las cuevas.

Entré a mis aposentos y lo deje sobre la paja caliente para que descansara, aunque sabía que no lo haría, de sus ojos caían unas pequeñas lágrimas reflejando una enorme pena. No iba a ser fácil que olvidara a su madre.

- Pequeño.- le dije acostándome junto a él y lamiendo su pequeño hocico.- todo va a estar bien, ahora yo soy tu familia .- dejó que lo acariciara y arrullara. No pasó mucho tiempo cuando se acurrucó quedando dormido.

Después de unas horas la manada volvió con un par de presas, por lo que me levante para traer algo de comida a Tayl. al sacar la cabeza por la entrada de la cueva me detuve y le di un último vistazo para después seguir mi camino.

No haría olvidar al pequeño, pero podría amortiguar su dolor y protegerlo con mi vida...  

Mi Alfa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora