Sin descanso

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La sangre salía a borbotones dificultando tremendamente la llegada de aire a sus pulmones, sus entrañas habían sido destrozadas desde el interior.- ¡ma...maldito h..hijo de puta!.- Hablo el Alfa enemigo.

-puedes meterte conmigo pedazo de bastardo, pero nadie toca lo que me pertenece.- Yunak estaba sobre Tayl protectoramente y desde ese punto miraba feroz al lobo suspendido en el aire por su congelado poder.- jamás olvidare todo lo que me dañaste... todo lo que me hiciste, ni en mi más sano juicio le desearía el mal a un enemigo como el que tú me provocaste.

-la esc..coria c..omo tu.... Jamás debi...o exsi...stir – con una rapidez de vértigo las gotas de sangre bajaban por el hielo. Anunciando a los presentes el poco tiempo de vida que le quedaba al dueño de dicho liquido.

- No eres quien para juzgarnos.- sentencio el Omega. El brillo de sus malvados y perversos ojos negros fue desapareciendo lentamente, mientras Yunak disfrutaba de su lento sufrimiento. Lo que nadie sabía, era que estaba creando picos de hielo en el interior de su antiguo alfa. Reventando sus órganos de la forma más dolorosa posible, sin que tuviera la oportunidad de gritar.

Kaylan no hallaba como asimilar lo sucedido frente a sus ojos. El comportamiento agresivo de su pareja era algo inimaginable y lo dejaba perplejo. Un Omega rabioso y con tal poder era un lobo aterrador. Por otro lado su hijo no emitía sonido bajo el cuerpo de su pareja, su olor le indicaba que se sentía más que seguro con él.

Cuando el último suspiro de Wald escapo de sus labios, Yunak avanzo hacia la manada del norte y con cada uno de sus pasos el hielo se apoderaba del suelo y de la vegetación, creando un muro entre manadas.

Como nunca antes, el Omega estaba engrifado y gruñía a su antigua manada-Alguno de ustedes vuelve a pisar estas tierras y les juro que los are tragarse sus propias tripas.- tanto la manada enemiga como la propia estaban pasmados por el comportamiento de aquel que creían un sumiso Omega dispuesto a someterse hasta la peor locura de su Alfa. Pues estaban bien equivocados, pensó Yunak. Solo era la piel de oveja.- ¿necesitan alguna otra advertencia?.- pregunto.

Finas lanzas de hielo avanzaban silenciosas hacia la manada del norte en busca de cualquiera que se insinuara contra su amo. Los lobos no tardaron en huir, pareciese que habían visto el diablo en persona. Ninguno de ellos volteo a mirar al lobo Bayo tras ellos... tal como llegaron, se fueron.

Al otro lado del muro, Kaylan corrió hacia su hijo revisando su estado de cabeza a cola, su pequeño se refugiaba en su cuello, pasando su cabeza de un lado a otro.- ¿te han herido?.

-estoy bien... no me paso nada.- dijo el chico aun angustiado.

Kaylan escaneo el perímetro esperando que todos sus lobos se encontraran en su sitio. Mirando hacia la pared congelada con un vislumbro de tristeza, diviso la silueta de su pareja. Como Alfa de la manada. Percibía hasta la más mínima corriente de emociones que circulaba entre sus súbditos. Aunque en su manada nadie quisiera admitirlo. Temían del nuevo y gran poder de su pareja, no podían evitarlo. Tal poder era como el de un Alfa, incluso era tres veces más poderoso que un Alfa exigiendo la sumisión de algún integrante.

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Yunak jadeaba intensamente. Jamás había ocupado su poder mientras su corazón se colmaba de odio hacia otro ser. Por un momento casi se le va de las manos su control. Cayendo lentamente sobre el hielo entablo la conexión con su lobo.

-Hak... el niño...-

-........

-¡Hak! ¡Maldición responde!

Mi Alfa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora