Capítulo 1.
Abro los ojos gracias a la tonta alarma despertadora. Otro día en la escuela, otro día de tortura. Como puedo, me levanto de la cama y me dirijo al baño para darme mi indispensable ducha mañanera que terminaba con el sueño.
Cuando termino, me coloco el uniforme. Sí, uniforme. Lo odiaba muchísimo. No me gustaba tener que llevar aquella falda a cuadros ni la corbatita color rojo que iba con una blusa blanca de manga larga. Lo detestaba. El uniforme sólo me quitaba más las ganas de asistir al colegio. Una vez lista, bajo las escaleras para desayunar.
-Buenos días- saludo a mis padres mientras me siento en la mesa de la cocina. Como siempre, papá lee el periódico con una taza de café humeante en las manos.
-Buenos días, cariño ¿has descansado bien?- dice mi madre asentando un plato de huevos con tocino frente a mí, delicioso.
-Buenos días, ____- saluda papá asentando el diario en otro lado de la mesa.
-¡Buenos días, familia! - una voz masculina se escucha entrando a la cocina. Liam,mi hermano mayor. Es un año más grande que yo, pero ambos asistimos a West High, aunque él cursa su último año. No tenía la menor idea de como podía tener tan buen humor a las siete de la mañana un lunes, era simplemente impresionante.
-Hola, enana- me saluda Liam con su típico apodo hacia a mí. Se sienta mi lado después de saludar a mis padres y comenzamos a desayunar todos.
Los desayunos siempre transcurren iguales: Liam y papá hablando sobre el último juego que vieron en televisión, mamá apurándonos a mí y a mi hermano para que nos vayamos al colegio y yo, en silencio. Siempre.
-¡Por Dios, Liam! ¡Baja el sonido de esa cosa!- digo al entrar el auto. Todos los días, Liam y yo íbamos juntos al colegio, y a mi lindo hermano -nótese el sarcasmo- se le daba por poner una música de rock muy fuerte. Aunque pensándolo bien, no era música si no ruido.
-Eres una amargada, ____. Lo que tu necesitas es un día de fiesta para relajarte- bromea - Además- toma la caja del CD de Green Day y me lanza cayendo ésta en mi regazo- Esto es música- dice poniendo su auto en marcha.
Ruedo los ojos, mi hermano era un gran idiota. Aunque igualmente, tenía que agradecer que mi madre lo haya obligado a que me llevara a le escuela, de lo contrario tendría que tomar el autobús escolar que siempre tardaba más de lo normal. Cuando llegamos al gran edificio, bajamos del auto.
-¡LiLi!- se escucha su chillona voz. La chillona y plástica voz de la novia de mi hermano. Jenna Stanley, porrista destacada de la escuela y una de las chicas más irritantes que hubiera podido conocer.
Ruedo los ojos cuando vi a Liam besarla. No era que la odiaba, odiar es malo ¿sabes? pero cada vez que la veía me daban ganas de enterrarla en algún lugar para que se callara. Pero claro, no podía y tenía que fingir que me agradaba la chica rubia que mi hermano tenía como novia. Ella era de esas chicas que tenían la reputación de haberse acostado con medio equipo de fútbol. Yo, por mi parte me dirigí a la entrada principal lo más rápido que pude. No quería que la rubia me dedicara una de sus miradas de desprecio como solía hacer, ni tampoco tenía ánimos de aquello.
Ugh, como odiaba venir aquí. Era simplemente lo peor que podía hacer. Estudiar no era lo que me molestaba, de hecho tenía buenas notas. Lo que odiaba era el ambiente y a mis compañeros. Allí sólo importabas si te destacabas en los deportes, o si eras una de esas plásticas porristas -como Jenna, claro está- pero en cambio, si eras una persona como yo, aplicada y no con tantos amigos como mi hermano, te trataban como mierda.
Suspiro mientras sacaba mi libro de literatura inglesa de mi casillero. Estoy apunto de meter otros cuadernos cuando siento que alguien me tapa los ojos.
-¡Boo!- exclama una voz muy conocida para mí.