Nacho llamó al resto de sus amigos para ir a comer a la tradicional feria del centro. Se reunieron en la Casa del Guardia ellos cinco, Ernesto, Miguel Ángel, Alejandro, Aída, María, Belén y Rafa, Paloma y Diego, y también se reunieron con ellos Dani y Nuria que irían directamente desde el hospital, a pesar de que Nuria le había recomendado encarecidamente que se quedara tranquilo en casa. Éste no consintió, alegando que no iba a permitirse estar mal ni un segundo más del necesario.
Por supuesto, faltaban Sandra, su prima Rocío, que se había tenido que quedar con ella, y el novio de ésta, Antonio. En el punto de encuentro, Nacho dio la noticia al resto de sus amigos y todos, excepto Laura con la excusa de que no se encontraba muy bien, brindaron con un vino dulce por aquel glorioso acontecimiento. Nacho se quedó bastante sorprendido porque se acababa de dar cuenta, ya que increíblemente no lo había hecho antes, de que, además de quitarse un lastre, había hecho felices no sólo a sus hermanas, sino también a sus amigos, a los que tampoco les caía muy bien su ex prometida.
El día fue dedicado a aquel acontecimiento y a las preguntas dirigidas a Dani, preguntando los motivos de su brecha en la frente. Durante la comida, que tuvo lugar en un restaurante llamado La Posada, donde Nacho tuvo que usar sus influencias con el dueño, uno de sus amigos y clientes para poder coger mesa, sólo hablaron de eso.
Intentaron dar una vuelta por el centro, pero casi les fue imposible, por la cantidad de gente que había, en todas las calles por las que pasaban. Como estaban cerca de la tetería, decidieron ir allí a refugiarse, aprovechando además que hasta las seis no abría. No sin dificultad, consiguieron llegar y ya más tranquilos, consiguieron hablar de todo detenidamente.
―Bueno, he de reconocer que te has tomado muy bien eso de cortar con Sandra ―comentó Ernesto.
―Pues sí, la verdad. Me resulta raro hasta a mí. No creí que me fuera a sentir así. Pero vaya, que a vosotros no se os ve muy tristes.
―¡Pues no! ―dijo Alejandro.
―Bueno, ¿y se puede preguntar por qué ha sido? ―preguntó Belén.
―En realidad ha sido por una tontería, porque me he levantado sin ganas de casarme, se lo he dicho y se ha mosqueado. Me ha puesto un ultimátum, que todo o nada, y yo eso no lo aguanto, así que... nada, al final.
―Vaya, que de pronto te ha entrado el avenate de no casarte ―comentó Aída.
―Sí... bueno... no ―rectificó―. No, no ha sido un avenate. Lo hubiera hecho, de verdad que sí, pero es que lo que yo pienso es que un papel no tiene tanta importancia.
―Y ella por supuesto no estaría de acuerdo contigo ―dijo Dani.
―No, no lo estaba para nada. Pero... por ejemplo mírate tú ―le decía―. Has estado muchos años con Laura, después cortasteis, pues muy bien, cada uno por su lado y aquí paz y... ¡ay! ―exclamó cuando notó el pie de Irene en su tobillo, a la que miró con el ceño fruncido.
―Yo estoy de acuerdo ―dijo Diego saliendo al paso―. Eso de casarse es una gilipollez.
―¡Oye! ―exclamó Paloma.
―A ver, cariño. Está claro que es una gilipollez para quien no quiera casarse... ―dijo intentando arreglarlo.
―De esta no te libra nadie Diego ―le comentó Rafa entre risas.
―Ya ves ―contestó escuetamente―. Bueno, mejor será que nos vayamos, ¿no? ―cambió de tema mirando a Paloma.
―¿Ya os vais? ―les preguntó Aída―. ¿No queréis tomar nada?
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La playa
General FictionTras seis meses de su inesperada marcha, Nadia ha vuelto a casa. Ahora se tendrá que enfrentar a su familia, sus amigos y sus decisiones. La playa será testigo de su historia, de sus amores y desamores, del retomar de una amistad que parecía perdid...