No hacían más que reírse, debido a lo torpes que habían sido por no reparar en ese detalle de la maternidad. Justo en mitad de la diversión, apareció el médico.
―Veo que están más contentas.
―Sí, la verdad es que la noticia de que todo está bien nos ha alegrado bastante.
―Bueno, yo venía a ratificarles que todo ha ido bien y que su amiga está dentro diciendo que quiere irse.
―¿Puede irse ya? ―preguntó Nadia.
―Sí, no hay ningún problema. Sólo ha sido un susto, pero lo que sí que tiene que tener es un poco más de cuidado a partir de ahora.
―Genial. Entonces, ¿ahora sí podemos pasar? ―preguntó Irene.
―Sí, por supuesto. Las acompaño.
Las cuatro siguieron al médico, que las llevó hasta la habitación. Allí ya estaba Nuria. Entraron todas de golpe. Laura estaba sentada en la cama esperando que llegaran para poder irse.
―Hola ―saludaron todas casi a la vez.
―Hola ―contestó Laura con la voz algo apagada.
―¿Qué? ¿Nos vamos? ―le preguntó María.
―Cuando queráis.
―Espérese que aún le tengo que decir un par de cosas ―le dijo el médico.
―Bueno, mientras David os comenta eso yo me voy, que tengo trabajo.
―¡Espera Nuria! ―le dijo Nadia que salió con ella―. Muchas gracias.
―Vale, pero me lo podíais haber dicho antes ―comentó algo decepcionada.
―No lo sabe nadie. Laura no quería decirlo por...
―Dani.
―Sí.
―Bueno, por esa os vais a librar. Escucha, Laura va a estar ahora una semanita de baja.
―Pero es que creo que está de vacaciones, ¿no?
―Da igual. Que se quede con alguna. Porque aparte de que se va a aburrir mucho en casa sola, tiene que estar de reposo. Le diría que se quedara conmigo, pero nunca estoy en casa, y va a ser lo mismo.
―Claro, claro. Sin problema.
―Pues eso. Además, yo me iré pasando a ver cómo está. Y ahora me voy que tengo trabajo ―dijo dándole un beso y marchándose acto seguido.
Nadia no tuvo que entrar de nuevo en la habitación, porque antes de que pudiera hacerlo ya estaban saliendo todas.
―Bueno, son las tres y media. Sugiero que vayamos a comer a mi casa ―dijo Aída.
―¡Ostras! ―dijo de pronto Irene.
―¿Qué? ―preguntó algo exaltada María, que había pegado un repullo, al escuchar el grito de su compañera.
―¡Los de la playa!
―Ups ―dijo Aída―. Bueno, los llamaremos desde el camino.
Todas apoyaron la moción y se fueron a comer.
Dani, mientras, estaba en su casa, ya se había hartado de dar vueltas con el coche sin saber lo que hacer. Finalmente, decidió llamar a Miguel Ángel, necesitaba hablar con alguien y no podía pensar en otro mejor que su mejor amigo.
Necesitaba su análisis. Siempre el hombre tranquilo. El que tenía una respuesta para cualquier cosa. Escuchaba como nadie y siempre tenía una palabra de ánimo para quien lo necesitara.
ESTÁS LEYENDO
La playa
General FictionTras seis meses de su inesperada marcha, Nadia ha vuelto a casa. Ahora se tendrá que enfrentar a su familia, sus amigos y sus decisiones. La playa será testigo de su historia, de sus amores y desamores, del retomar de una amistad que parecía perdid...