El descaro

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A pasos de la entrada de su casa, Wheein abrió su mochila intentando encontrar sus llaves, estirando los dedos para arrastrarlos en el fondo de la bolsa pudo encontrarlas. En lo que ella tardaba en encontrar sus llaves, la chica nueva algo tramaba.

Moonbyul: ¡Jung Wheein! ‒Gritó montada sobre su brillante vehículo negro. ‒

La menor alertada volteó a ver a qué se debía el llamado de la rubia.

Moonbyul: Ahora que pienso mejor las cosas, no me basta solo con un "gracias".

Con el impacto que causaban sobre ellas las palabras de la mayor, Wheein quiso creer que le estaba mal interpretando.

Wheein: ¿No estarás insinuando que quieres que te pague por traerme hasta aquí verdad? Te recuerdo que tú fuiste la que lo ofreció...

Moonbyul: Claro, solo que en ese momento no creí que correría el riesgo de recibir un castigo ahora que debo volver a la escuela. Además, ¿Por qué no te cobraría? Mi bebé perdió gasolina y usa de la más costosa. ‒Indicó acariciando el lomo de su motocicleta. ‒

Wheein: ¿Llamaste "bebé" a tu motocicleta?

Moonbyul: Si, ha sido más fiel conmigo de lo que cualquier persona lo haya sido. Ahora deja de juzgarme y págame.

Wheein: No puedo creerlo, esto es ridículo, no fueron ni quince minutos hasta aquí...

Moonbyul: ¿Es porque no tienes dinero verdad? −Preguntó con presunción. −

Wheein: No. –Confesó sinmayor vergüenza. – Y si lo tuviera, tampoco te daría nada, esto es un descaro.

Moonbyul: Okay, no te pediré dinero, si quieres llamarme descarada está bien, no me importa, dame tú número y luego te diré como podrás pagarme.

Wheein: De acuerdo, te daré mi número. Escribe. –Le ordenó. −

En un ágil movimiento la mayor sacó desde su bolsillo su móvil, realmente no pensaba que Wheein sedería tan fácilmente. Marcó en la pantalla el número que ella le dictaba y en cuanto escuchó el último dígito la menor se apresuró a correr a la entrada de su casa como si el asunto fuera de urgencia, pero antes de poder entrar en ella, escuchó nuevamente un grito de la rubia.

Moonbyul: ¡Jung Wheein!... Éste no es tu número de teléfono. –Acusó luego de escuchar una grabación que enunciaba al número discado como inexistente mientras que, con el teléfono sujeto en la palma de su mano,  su muñeca oscilaba ligeramente moviendo la pantalla de un lado a otro. –

Murmurando algo incomprensible en su descontento, con el ceño fruncido Wheein volvió la vista una vez más hacia la chica nueva y acercándose a ella, con rudeza le arrebató el teléfono celular de las manos. Ingresó en esta oportunidad su número en el teclado de marcado, tan pronto presionó la pantalla su teléfono comenzó a tonar en su bolsillo, dando cuenta de que ahora eran los dígitos correctos.

Wheein: ¿Satisfecha?

Moonbyul: Muy satisfecha. –Respondió con una sonrisa. −

Wheein: Entonces lárgate de aquí.

Moonbyul: ¿No me darás una sonrisa de despedida? –Consultó a la molesta menor. −

La sola mirada de enojo que Wheein le dedicó clavaron el arrepentimiento en los ojos de la mayor dejándole en claro su respuesta.

Moonbyul: Okay, Okay...Nos vemos mañana. –Dijo guiñando un ojo antes de ocultar su rostro bajo el casco de la motocicleta. –

Entrando a su casa Wheein no dejaba de refunfuñar, sin siquiera saludar a su madre, pasó directamente al baño a darse una ducha para cambiar su uniforme por su ropa de dormir. Su madre, al verla, infirió que los pucheros de la joven se debían probablemente al castigo de algún profesor, ya que cada ocasión en la que llegaba tarde era a causa de recibir algún castigo.

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