Había pasado una semana desde que había despedido a Hye Jin en el aeropuerto y esta vez se había prometido a sí misma el tomar las cosas con madurez y templanza, evitando todo pensamiento tormentoso, enfriando su cabeza para tranquilizar su corazón. Solo quedaban tres semanas y se dedicaba a contar los días en el calendario para el momento en que su novia le acompañara de nuevo.
El propósito de Wheein no se había visto sin obstáculos, durante toda esa primera semana, Byul desde el segundo piso en el que quedaba el nuevo lugar donde vivía, le esperaba cada tarde a los pies de la escalera, aprovechando ya conocer con exactitud el horario y ruta que Wheein tomaba para volver a su hogar desde su facultad.
A la chica del hoyuelo en la mejilla, le asombraba la persistencia que podía llegar a tener la mayor y le inquietaba su falta de acción, cada día al pasar por al frente de ella en dirección a su casa, Moon solo la miraba y sonreía con gentileza, a veces la saludaba asintiendo con la cabeza, pero no hacía más que esto.
Se sentía como las polillas con las que a Ggomo le gustaba jugar, cuando una se detiene en la pared y el gato se sienta frente a ella para no quitarle los ojos de encima, casi a punto de atacar, pero sin mover ni un solo pelo.
Moonbyul, después de rogarle a SeungHo por modificar su horario de trabajo para salir un poco más temprano o al menos tener una ventana de descanso, se aseguró de poder estar ahí cada tarde para ver a Wheein pasar y estar segura de ella llegaba bien a casa.
Para Wheein era algo frecuente que sus compañeros en distintos cursos le pidieran ayuda con algún proyecto o trabajo para alguna de las clases. Ella siempre intentaba ayudarles a todos, encantada y de forma gratuita sin importar lo mucho que tuviera que estar dándoles asesoría o apoyo, pues le gustaba mucho, convencida de que estas eran instancias valiosas de aprendizaje y que, si ella necesitaba ayuda en algún momento, tendría a quien acudir entendiendo que favor, con favor se paga.
Ya era mitad de semana, y después de salir del último salón que le tocaba para ese día uno de sus compañeros la detuvo saliendo de la universidad para pedir de su ayuda, accedió a acompañarlo a la cafetería para explicarle el tema en mayor profundidad. Ya sentados ahí, el esparció los planos de dibujo y diseño que prácticamente no tenían nada en ellos, sin mayores propuestas ella le mostró cómo podía hacerlo, lanzó algunos trazos mientras él la adulaba, así él la persuadió para que siguiera avanzando, pasando alrededor de una hora. La indignación de Wheein se ilimitaba al escuchar la desfachatez del chico al pedirle indirectamente que hiciera todo el trabajo por él, confrontándolo se negó a continuar guiándolo, él, ofuscado, respondió agresivamente, sin embargo, ella decidió no desgastarse en contestar sus insolencias y dejarle gritando solo fingiendo sordera.
Regresando a casa al anochecer volvió a encontrase con la mayor esperándola, notando consternación en su cara. A Byul no le importó ese día el tener que esperar por más tiempo y volver tarde a su labor en el bar, tampoco el tener que aguantar las reprimendas de SeungHo, lo que más le preocupaba era el no verla llegar, mirar pasar los minutos en el reloj e imaginar cualquier tipo de escena trágica al ver que no aparecía, eso carcomía sus nervios. Al verla llegar, se levantó y apoyó ambos antebrazos en la baranda de la escalera intentando ocultar su genuina preocupación.
Moonbyul: ¿Tuviste problemas hoy?
Alertada por ver por primera vez que su centinela hablara, Wheein prefirió no detener su andar.
Wheein: ...Algo así. −Respondió. –
Moonbyul: Pero... ¿Estás bien?
La menor se detuvo y volteó.
Wheein: No tienes que preocuparte por eso.
Moonbyul: No "tengo que", pero quiero hacerlo. −Aclaró bajando los escalones. –
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Tentación
FanfictionComo alumna de artes visuales en la Universidad de artes de Seúl, el espíritu de Jung Whee In era libre y animoso, lleno de creatividad y siempre con deseos de algo nuevo, sin embargo la sonrisa que marcaba un hoyuelo en su mejilla no siempre había...