Daila sintió la mirada de furia que Lisa intentó disimular rápidamente y no lo consiguió del todo. Aunque no había pensado que lo haría, Lisa se retiró y se colocó entre Kyle y Ryan.
–Gracias –Kyle añadió con una sonrisa amable. A continuación, entrelazó sus dedos con los de Daila en gesto descuidado y continuaron charlando.
–¡Un momento! –interrumpió de pronto Lisa– ¿eres italiana?
–Sí –confirmó Daila por cuarta vez. ¿Qué había de malo en serlo?
–Veo un patrón aquí –soltó con malicia–. ¿Acaso te gustan solo italianas, Kyle?
Kyle la miró con frialdad, intentando no demostrar su disgusto. ¿Para qué? Lisa, de cualquier manera, jamás comprendería nada.
–Las mujeres italianas son hermosas –ayudó Mark con una sonrisa.
–Gracias –sonrió Daila agradecida por el intento de aligerar el ambiente.
–¿Sabías que la anterior novia de Kyle fue italiana? ¿La conoces? –Lisa no se daba por vencida. Kyle iba a hablar pero Daila apretó su mano.
–Sí, la conozco. Danaé me agrada mucho –aseguró.
–¿Ah sí? ¿No te importa que sea la ex novia de Kyle y que inclusive él acudiera a su boda? –Lisa sonrió malévolamente.
–No, eso me alegra mucho. Ahí lo conocí.
–¿Estuviste en esa boda? –Lisa abrió los ojos con sorpresa– ¿por qué?
–Era una de las damas –contestó Jenn con una risita.
–Sí y la hermana del novio también –soltó Daila, sonriendo. Besó a Kyle en los labios levemente y volvió a sonreír–. ¿Me dan un momento? He recordado que tengo una llamada que hacer –se disculpó y se retiró de la mesa.
–¡¿Es la cuñada de Danaé?! –pronunciaron varias voces en lo que se suponía era un susurro que Daila claramente escuchó. Sonrió lentamente por la ironía. Tendría que acostumbrarse a eso.
–Sí, lo es –confirmó Kyle a sus indiscretos amigos–. Es la hermana de él.
–¿El que te la quitó? –Lisa le apretó el brazo–. Realmente lo siento, Kyle –su voz sonaba a que no lo sentía ni un ápice.
–Yo no –Kyle contestó, retirando el brazo del contacto de Lisa. En ese momento, Daila llegó y les sonrió.
–¿Qué vamos a pedir? –intervino Mark tomando el menú– ¿ideas?
Daila se divirtió bastante con los amigos de Kyle. No paraban de hablar, tenían unas anécdotas estupendas y pudo aprender mucho más de él. Kyle muchas veces parecía querer callarlos, sin embargo se limitaba a reírse a carcajadas también. Él era increíble, lo confirmaba con cada minuto que pasaba.
Y ni siquiera la odiosa de Lisa podría arruinar aquellos momentos, que lo intentó, pero Kyle la miraba de una manera que... bueno, hacía que todo se le olvidara. Él era único. Y, Dios mío, realmente quería que fuera suyo.
–Cuídalo mucho –exclamó Donna a su lado– aunque no lo parezca, queremos mucho a Kyle. Entre todos, siempre nos cuidamos. Te confieso que nos sorprendió, no había traído a alguien con quien estuviera saliendo antes. Debes ser muy importante para él.
–Espero que sí –Daila se encogió de hombros– quiero mucho a Kyle.
–Lo podemos ver, es por eso que nos has agradado instantáneamente.
Daila sonrió y asintió, antes de mirar hacia Kyle que le había dado un apretón en la mano. Con sus ojos verdes la interrogó. Daila negó levemente con la cabeza.
–Entonces, ¿no fui yo la primera que te regaló algo? ¿Quién fue? –Lisa se cruzó de brazos y Kyle sonrió.
–Daila –respondió con sencillez–. Dudo que nadie se le hubiera podido adelantar. Fue bastante temprano en la mañana.
Murmullos se dejaron escuchar y Daila se sonrojó. Kyle se limitó a emitir una carcajada, negando con la cabeza.
–¿Por qué tienen que darle otro sentido a mis palabras?
–¿No fue esa tu intención? –Dan clavó sus ojos en Kyle– ¿la quieres, no?
–¡Dan! –Jenn le tapó la boca con su mano–. No le hagan caso, es así de...
–¿Insoportable? –intentó Donna.
–¿Imprudente? –intervino Ryan.
–¿Inconsciente? –terció Mark.
–¿Todas las anteriores? –soltó Kyle entre risas y siguieron varias carcajadas. Dan intentó hablar pero no se entendió ni una palabra.
–¿Qué es lo que te regaló, Kyle? –Lisa llamó tirando de su brazo– ¿te gustó?
–Me encantó –asintió Kyle–. Es el mejor regalo que me han hecho en toda mi vida. Daila me conoce –finalizó con una sonrisa.
–¿Eso crees? ¿Hace cuánto están saliendo? –los ojos de Lisa centellearon–. Nosotros hemos sido amigos por años, Kyle.
–Exacto. Somos amigos, Lisa –enfatizó Kyle.
–Chicos... –Jenn intervino, sintiendo la tensión que empezaba a formarse– ¿qué tal si encendemos la vela para que Kyle pida un deseo?
–Sí, buena idea –asintió Ryan, levantándose para pedir que le trajeran la torta de cumpleaños– ¿listos?
Todos asintieron, con una sonrisa. Kyle se cruzó de brazos cuando uno de ellos sacó de, quien sabía dónde, un gorro de cumpleaños... totalmente infantil. Daila no pudo contener varias carcajadas cuando le colocaron en la cabeza de él y empezaron a tomar fotos.
–¿Qué es eso? –rió divertida. Kyle frunció los labios.
–Parte de la tradición. Cada año, el último cumpleañero elige el gorro del siguiente. Estoy feliz de que no sea una corona de princesa este año.
–¡No! ¿Lo usaste? –Daila no podía creerlo. Kyle asintió, recordando–. ¡Eso tengo que verlo! Debes tener fotografías, ¿no?
–¡No! –gritó Kyle.
–¡Sí! –asintieron con entusiasmo los otros. Daila giró hacia ellos y Dan habló–. Yo tengo unas aquí mismo, luego te las muestro.
Daila tomó varias de las fotografías ese día; y, en un momento dado, pidieron que ella posara junto a Kyle. Solo los dos. Ella asintió y se dejó abrazar por él, sonrieron ampliamente. Para la siguiente foto, él se quitó el gorro y se lo puso a Daila. Ella rió e hicieron dos retratos más.
Frente a la vela encendida, Kyle repasó los deseos que había pedido a lo largo de los años. Siempre se le había hecho una tradición curiosa y... bien, era el momento. Observó la luz que se consumía, varios rostros familiares a su alrededor. Cada año deseaba una experiencia nueva, algo que le trajera emoción y felicidad. Pero, en ese preciso instante, no creía necesitarlo. Ese momento era perfecto. Deseó que nada cambiara. Que estuvieran juntos. Daila...
Apagó la vela y todos aplaudieron con una risita. Varios ya habían alcanzado los treinta años aunque seguían siendo los niños de siempre. Poco después, repartieron varios trozos de torta y continuaron charlando por un par de horas más.
Daila rió bastante al ver las fotos de los anteriores cumpleaños de cada uno de ellos. Cuando le advirtieron que no riera tanto, ya que pronto podía ser ella quien estuviera en ese lugar, simuló un escalofrío. Lo cierto era que se había alegrado porque sentía que la integraban. Era totalmente agradable.
–Gracias Kyle, la he pasado maravillosamente –besó los labios de él en cuanto subieron al auto, después de haberse despedido de todos– son geniales.
–¿Te parece? –Kyle soltó, risueño–. Gracias a ti. Solo por estar a mi lado, fue perfecto –murmuró contra sus labios, besándola largamente.
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Nunca imaginé (Italia #10)
RomanceDaila Lucerni recibió una lección de vida particularmente clara con respecto a dejarse llevar por ilusiones infantiles. No lo haría más, estaba curada de eso. No se precipitaría, escucharía a sus padres y hermano... maduraría. Pero, con el corazón...