Capítulo 20

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Daila se despidió de Kyle en la puerta de la mansión, mientras él la besaba en la boca varias veces, riendo. Parecían dos adolescentes enamorados y se sentían muy bien juntos. Una semana en Italia había volado, entre paseos a su mirador, comidas en pequeños restaurantes y cenas con la familia Lucerni. Todo era perfecto, excepto por la presencia constante y molesta de Alex, que fulminaba con la mirada a Kyle cada vez que tenía ocasión.

Un carraspeo los interrumpió. Alex se encontraba en la puerta, mirándolos con el ceño fruncido y sus ojos azules clarísimos reflejaban frialdad.

–¿Pueden dejarme salir? –pidió con fastidio–. Están bloqueando la puerta.

–¿Para qué quieres salir, Alex? –Daila frunció el ceño también, poniendo las manos en las caderas–. ¿Qué, no podías irte antes?

–No. Quiero salir, ahora –siseó.

–Es de mala educación interrumpir, Alex. ¿Esperas?

–No. Necesito salir –al ver que Daila no se movía ni Kyle, continuó– ahora.

Su voz salió en un rugido. Tanto Daila como Kyle se echaron unos centímetros para atrás, con una mezcla clara de sorpresa y fastidio.

–Tú y yo, vamos a hablar... ¡ahora! –bufó Daila con firmeza. Alex la observó sin poder creer, cuando su hermana menor lo tomó con fuerza del brazo y se giró para dirigirse al interior de la Mansión, obligándolo a acompañarla–. Kyle –dijo, volviéndose por un instante, para mirar a su sorprendido novio– ¿podrías entrar y esperarme? Te prometo que no tardaré demasiado.

–Por supuesto –murmuró Kyle entrando y cerrando el portón de la Mansión. Quería estar lo más lejos posible de esa conversación.

Una vez en el salón, Daila se giró hacia Alex con rabia contenida en la voz.

–No Alex, no tienes por qué ser así con Kyle –recriminó. Alex la miró con ojos llenos de furia–. En verdad, no tienes por qué.

–¿No? ¡Claro, tú no lo entenderías!

–¡Lo entendería perfectamente si me explicaras! Alex, soy una mujer adulta. ¿Qué es lo que pasa? Tu odio tenía razón de ser. Ahora ya no.

–¡¿No?! El odio es mutuo y tiene una razón de ser. Él fue... –sus palabras se perdieron en un murmullo irascible.

–¡Lo sé! ¿Y acaso eso es un crimen? –sabía que era por Danaé, pero no entendía por qué exactamente–. ¡Ni siquiera se interpuso entre ustedes, Alex! Quizá no sé la historia completa, pero Kyle no hizo nada desleal hacia ustedes; al contrario él fue todo un caballero, ¡inclusive es amigo de Danaé aún!

–¿Crees que no lo sé? Lo detesto aún más por eso. No lo quiero cerca de mi esposa. Ni de mi hermana. Ni de nadie de mi familia. ¿Por qué, existiendo millones de hombres, tenías que fijarte en él y traerlo aquí, a mi casa?

–¡Es mi casa también, Alex! –Daila suspiró–. Kyle no hizo nada malo y tú lo sabes, Alexandre. Él es un gran hombre.

–Sí y también sé que quién se interpuso entre Danaé y Kyle fui yo, ¿sabes? –Alex soltó con rabia–. ¡La amaba! La amaba y casi la pierdo por él. Lo que es peor, ni siquiera podría reclamar si sucedía ya que él era tan perfecto. No merezco a Danaé, ya lo sé. Y, es aún más doloroso saber que existe un hombre mejor que yo que quizá sí la merece. No la quiero perder y Danaé parece ser su defensora desde que lo trajiste aquí.

Daila lo examinó lentamente con sus ojos dorados. Jamás había visto a su hermano mayor tan inseguro y vulnerable. ¿Alex aún dudaba del amor que Danaé sentía por él? ¿Por qué? Bien, ella era amiga de Kyle, pero nada más. Era tan evidente. Danaé no tenía ojos más que para Alex.

Nunca imaginé (Italia #10)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora