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Sagitario.

No puedo más, todo esto me supera, si bien soy un poco despreocupado la mayor parte del tiempo pero ahora no se que hacer.

Digamos que me considero una persona alegre pero la tristeza de todos y a la vez la mía también no me sienta para nada bien. Me hace sentir incómodo.

— Necesito salir de aquí así que iré a buscar esa dichosa llave de que hablaron.

Aries me miro unos segundos y se levanto de donde se encontraba sentado.

— Te acompaño.

— Me sumo. –dijo Leo acercándose.

Asentí. Esto de no hacer nada me pone nervioso.

— Exactamente ¿Dónde comenzaremos a buscar? –preguntó Aries.

— Comencemos cerca del avión a ver si hay algo también para comer o tomar un poco de agua.

Asintieron y nos dirigimos hacia allí tranquilamente dejando a los demás atrás.

Este lugar era raro pero amo las aventuras así que me da mucha curiosidad.

El avión se encontraba justo en el medio del lugar ocupando grande espacio. Buscamos por su alrededor, adentro de cajas que se encontraban allí y hasta por los huecos del avión.

— Deberíamos entrar. –sugirió Leo.

Comenzó a caminar hacia las escaleras que dirigen a la puerta pero la detuve.

— Entremos con cuidado.

— Sí, no sabemos en que condiciones se encuentra este avión. Parece nuevo pero hay que tener cuidado. –habló Aries luego de un tiempo aquí. Últimamente estaba muy pensante que por lo que se es cosa rara en él.

Toco su cinturón donde se encontraba el arma y comenzó a caminar.

Abrimos la puerta y lo que vimos nos sorprendió.

Todo se encontraba en perfectas condiciones, como si hubiera sido usado hace poco.

— Al parecer es nuevo. –comentó Aries.

Un olor nauseabundo comenzó a entrar por mis fosas nasales a lo que tape mi nariz con la mano.

— Aries, por favor, consigue un baño.

Leo largo una carcajada contagiando al chico a mi lado y a mi.

Aries detuvo la risa. — Esperen un segundo.

Nos detuvimos y lo miramos confundidos.

— Ese olor tiene que venir de algún lado.

— De tu trasero. –contestó Leo conteniendo la risa.

Aries solo fingió una sonrisa y comenzó a caminar por el pasillo hasta llegar a la zona de servicio, donde se encuentran las azafatas y la comida.

¡Eso es! ¡La comida!

— ¡Es la comida, Leo! ¡La comida! –agarre su mano y la lleve conmigo corriendo hasta donde se encontraba Aries.

Al llegar mi sonrisa no podía ser mayor. El chico se encontraba con un estante lleno de snacks, botellas de agua y gaseosas, hasta había champagne.

— ¡Gracias Dios inexistente! –gritó Leo.

— ¿Eres atea? –pregunte curioso.

Solo se limitó a asentir y acercarse al lado de Aries recolectando los snacks en bolsas que se encontraban allí.

El olor seguía así que decidí a serle caso a mi nariz y guiarme por ella.

Llegue hasta lo que parecía una mini heladera y la abrí. Al instante cubrí mi nariz.

— Que asco. –susurré.

Eran porciones de comidas en mal estado que al no estar enchufada la heladera se pudrieron horriblemente.

Cerré la mini heladera y me dirigí hacia los chicos quienes habían comenzado a comer algunos snacks.

— ¿Quieres? –me preguntó Leo estirando unas papas fritas.

— Primero avisemos a los chicos que encontramos un lugar donde dormir.

Y así nos dirigimos hacia allí.

cuarentena [zodiaco] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora