Lelahel

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En el solsticio de verano, una luz iluminó a un recién nacido, y eso dicen que le quitó la vista. O eso me dijeron. Pelo dorado, ojos claros y unas alas blancas perfectas, el ángel insuperable. Aunque uno de mis sentidos no funcionaba, todos se alegraron de mi nacimiento, pero... ¿Cómo iba a saberlo si era ciega? Con tan solo cuatro años aprendí a orientarme a través del tacto y el oído sin necesidad de estar mis padres pendientes o mi hermana, llamada Diana y sin verle, sabía que era muy bella, buena y cariñosa. No entendía por qué era tan callada cuando salíamos a las calles y oía rumores dañinos sobre ella. A los cinco, mis padres me llevaron ante el Creador. Él era nuestro dios, quién nos creó.

—Será una gran luchadora sin igual, servirá al cielo como se merece.

La familia celebró que el Creador me había elegido como próxima comandante cuando mi papá se retirase y cumpliese la edad adecuada, y fueron varios días de fiesta. Muchos se acercaron para felicitarme por honrar el linaje. Demasiado aburrido para mí.
Un día, salí de casa sin que nadie se diese cuenta, escondiéndome entre los huecos de las casas y con atención. Buscaba aquella puerta misteriosa que trasmitía calor. Nadie me contó qué era o a dónde llevaba y me gustaba esa sensación que transmitía en mis dedos. No tenía pomo, así que empujé y caí del esfuerzo. El suelo quemaba y era rasposo, no era el esponjoso del cielo en absoluto. Anduve perdida por allí, hasta que hallé un gran edificio según lo palpé, tan grande como el del Creador. Noté varias presencias y me fui a una habitación cercana y se marcharon. Seguí hasta que...

—¡Ay! —choqué contra un desconocido, o más bien su pierna.
—¿Eh? ¿Un ángel?
—Pe-perdona... Es que no veo, ¿sabes?

La voz de aquel desconocido era grave, potente y por lo que palpé de su pierna, muy alto y rasposo... como lo que encontré en la entrada.

—¿Un ángel ciego, eh? —. Hizo un movimiento cerca de mi cara produciendo un poco de viento—. No deberías estar en el infierno...
—¿E-el infierno? —dije asustada. Mis papás me contaron rumores de aquel lugar, aunque lo hacía para asustar a los niños.

Intenté huir, pero fui elevada por los brazos de ese demonio. Grité y sollocé.

—No tengas miedo, los demonios no te harán daño. ¿Cómo entraste?
—Por la puerta.

Él se rió, y caminó conmigo en brazos.

—Para ser tan pequeña, eres muy valiente viniendo aquí. ¿Sabes quién soy, angelito?

Negué con la cabeza.

—Satanás, dios y rey de los demonios —respondió alguien, una chica de tono joven.
—Satan... ¿Qué?
—Satanás —corrigieron los dos.
—Qué rollo, Satan está más chulo, ¿puedo llamarte así?
—Por supuesto, te sentaré en el mismísimo trono de un dios. ¿Te gustaría que te contase un cuento?
—¡Sí!

La mujer ya no estaba, y aquel nuevo amigo y yo hablamos durante bastante tiempo de leyendas e historias sobre su mundo. Me sentí cómoda allí, feliz de tener una verdadera amistad.

—¿Vais a chivarte a mis papás?
—No, si me prometes que vendrás para escuchar más cuentos.
—¡Me encantaría! ¿Me enseñarás esos hechizos chulos?
—Claro, cuando quieras.
—¡Gracias, gracias, gracias! Ya no quiero ser comandante cuando sea mayor... ¡Deseo vivir aquí para siempre!
—Está bien, tus padres se preocuparán. Sublatti, acompáñale su casa —. Se acercó a mi oreja y susurró—. ¿Cuál es tu nombre?

Le contesté como me preguntó.

—Mi nombre es Lelahel, tengo cinco añitos, casi seis. ¿Puedo venir mañana?
—Por supuesto, ve con cuidado, ¿vale?

Asentí. Sentí una mano agarrando la mía, llevándome por dónde entré. Mis pies tocaban el suelo ardiente, y no me molestaban aquellas cosas malas que decían los ángeles. Cuando llegué a casa, fui a la cama después de un gran día.

"Mañana me escaparé, me gusta el infierno... Buenas noches, Satan".

Por ese día, no quise ir a la academia de ángeles y dejé a mi familia de lado. Diana vino mientras dormía y dijo "tengo un amigo". Ella, tan callada y solitaria. Estaba contenta, no solo por mí, también por mi hermana. No pude contarle que estuve con el rey de los infiernos, pues era mi gran secreto.

Si pudieras pedir un deseo, ¿qué pedirías? 

Traitor Angel(#0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora