Traitor Angel(#0)

Satanás

Me habías aceptado a pesar de los rumores, de mi corpulencia y temerario reino. Estabas dormida sobre mí, y recién me dijiste que sí. Te abracé con fuerza, por fin estaríamos juntos, ni el cielo podía separarnos. Te llevé a Sublatti para devolverte a tu casa mientras yo visitaba al Creador. Fue un saludo amistoso, recordando aquellos años en los que estuvimos en la nada y decimos hacer la gran creación, y tú estabas en la perfección. Fui al grano, diciendo que quería llevarte conmigo y renunciarías a tu reinado por el mío. Él se sorprendió soltando una risa. "Te veo cambiado Satan. Eso es bueno y nunca me contaste que la heredera se veía contigo a escondidas...", repuso sin hacerle mucha gracia. No le puso ninguna objeción y mañana haríamos el gran anuncio.
Llegué al infierno emocionado deseando que fuese el momento. Sublatti me observó sin estar muy convencida, preguntando si estaba seguro de todo esto. Lo estaba, por supuesto. He pasado toda mi vida en soledad, sin nadie que le diese vida a mi corazón. Ella dijo: "Estás enamorado del ser equivocado, Satan". ¿Yo, enamorado? Negué aquella afirmación, un dios no puede enamorarse, yo solo... Te admiraba. Esas palabras me confundieron, sin estar muy atento a los informes de mi reino. Le dije a mi consejera que se encargase de ellos y me retiré a mis verdaderos aposentos. Era poco habitual, ya que siempre estaba en el trono. Esa vez... quise llorar. No de tristeza, sino de felicidad. Feliz de tenerte a mi lado después de tantos años. Me acosté en la cama en la que dormías numerosas veces de pequeña. Sí, los recuerdos contigo me seguían emocionando.
Al rato, salí calmado cuando uno de mis mensajeros me comunicó que era el momento. Sobresalté y sin recoger mi espada, me encaminé al cielo. Por el pasillo del edificio de tu creador, los ángeles me miraban con asco y otros con miedo. Entré en la sala dónde me esperabas junto con el Creador y tu familia. Ambos estábamos nerviosos, tú por cuál sería la reacción de los presentes y yo por lo que pensarían.

En silencio todos, comenzó la charla que tanto deseaba que confirmase si nuestro sueño se haría real.