Lelahel

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Estaba a su lado, frente a todos los ángeles y al Creador. Di un paso al frente y respiré.

—Creador, delante de todo el cielo y mi familia, renuncio al futuro puesto de comandante para residirme al infierno para mantener un pacto con Satanás, rey de los infiernos y solicitar permiso para residirme con él.

Nadie se lo esperó. Cuchichearon impresionados de mi decisión, algunos no querían creerlo.

—Lo has hecho bien, pequeña —susurró Satan apoyando su mano en mí. Debía estar tranquila a pesar de lo que los demás hablaban, pero no era así.
—¿Estás segura de esto, Lelahel, heredera del trono? Serías una buena comandante, aunque quieres renegar a ello. ¿Quién lo será? —dijo el Creador queriendo hacerme dudar.
—Lo estoy, le cedo mi herencia a mi hermana, Diana. Tiene más experiencia y sabrá cuidar del cielo como lo han hecho mis padres.

Oí como se levantaba de su asiento y anunciaba mi dimisión. Tras esto, acabó la reunión y fui con mi familia para despedirme.

—Madre, padre, hermana, he de irme. Vendré a visitaros.
—Hija, ¿de verdad quieres irte con ese demonio? —preguntó mi padre preocupado.
—Cariño, siempre puedes volver a casa si lo necesitas, estaremos aquí para recibirte —. Le di un abrazo a mi progenitora.
—Eres una traidora... —repuso Diana sin alegrarse nada de mi independencia—. Yo no quería esto, por mí no vuelvas jamás.
—Pero hermana, pensaba que te gustaría.

Ella me hizo daño en la cara con un tortazo.

—Si regresas, no serás bienvenida para mí y juro que mataré al demonio que te convenció para cargarme a los asquerosos ángeles.
—¡No digas esas cosas Diana! Llévatela, Narnia, ya hablaremos con ella. Lelahel —se dirigió a mí después de escuchar los gritos de ira de mi hermana y ser llevada por unos guardias—, no debes preocuparte por ella, lo asimilará, dale tiempo. Curaremos esa herida, ¿vale?
—Lo haré yo como su nuevo rey, comandante. Su hija está en buenas manos —interrumpió Satan llevándome con él-. Sublatti se encargará de eso. ¿Estás bien?

Asentí mientras entrábamos en el castillo. La diablesa trató el resultado de la rabia de Diana y nos dejó a solas.

—Ella no es así, no diría tales cosas, supongo que se acostumbrará. ¿Y ahora qué?
—Siéntate, ya viene Manclat.
—¿Enserio?

Por fin iba a poder ver. Esperé impaciente hasta que llegó el brujo. Sentía que traía algunos objetos extraños para sus hechizos por el ruido que formaban.

—Mi angelito, antes de nada, quiero pedirte algo más. Lelahel, sé la reina de los infiernos junto a mí.
—¿Qué?

Si vivieses en un nuevo mundo, ¿cómo querrías que fuese?


Traitor Angel(#0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora