Uzziel

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Ella... era el motivo por el que mi padre enloqueció. Lo único que hice fue abrazarle y darle unos puñetazos flojos en el pecho.

—Lo siento... No esperaba que llegase tan lejos... ¡Debí saberlo!

Le miré a los ojos llorosos y nos acurrucamos juntas. Mebahel parecía derrotada, sabía cuál sería el final de esta historia.

—¿Qué será de nosotras? ¿Vamos a morir como Vinn, John y los demás?
—Es lo único que podemos hacer, he perdido el control de este mundo. Antes de irnos al paraíso y desaparecer, debo contarte mi gran secreto —. Hace una pausa para suspirar—. Existen numerosos mundos, y en cada uno de ellos está el bien y el mal, encargados de mantener el equilibrio. Mientras el mal intenta destruir, el bien se lo impide, por lo que la diosa todopoderosa, creadora de este universo, hizo que ellos tuviesen unas versiones alternativas y elaborasen su trabajo. Uno de los mundos tenía demasiadas anomalías, entre ellos no tener una versión de bien, por lo que decidí entrar en él y arreglarlo, pero... Él me atrapó.
—¿Eres el verdadero bien? ¿Y los tres poderes?

Se retiró un poco y recitó unas palabras, saliendo de su pecho tres bolas de diferentes colores: azul, rojo y dorado.

—Esto son la creación, la destrucción y el destino. Me lo otorgó la diosa todopoderosa para arreglar el caos, aunque ya... No sé qué hacer. Si yo muero... Jamás había pasado esto.

Paró de hablar cuando aquel monstruo nos atacó intentando arrebatarle los tres poderes. Por esquivarlo, a Mebahel se le deslizaron de las manos y cayó a larga distancia. El engendro le derribó para que no pudiese recuperarlo. Ella chilló algo que no comprendí, aunque supe qué hacer. Corrí y me lancé hacia ello llegando antes que eso. Miré mis manos, viendo que solo tenía una, la dorada. Ésta brilló e iluminó todo, sin darme cuenta que... Lo destruyó todo. Estaba envuelta por la esfera roja, y la azul se encontraba entre una mano casi desaparecida. No... Mebahel... Era su cuerpo casi deshecho y mantenía lo último que quedaba de ella.

—Uzziel... Ahora sé qué puedes hacer...
—¡Mebahel! No me dejes sola... -dije entre sollozos.
—Toma, coge mis poderes y haz un mundo nuevo, uno que sea diferente y como tú quieras... Cuando lo hagas aparecerá una versión de mí, te lo pido, dale el poder para que el orden del universo regrese... Te lo prometo, estaremos juntas para siempre... —. Sonrió y se desvaneció.

Agarré con fuerza lo único que me quedaba de ese lugar. ¿Qué haría, sola en medio de la nada? La fastidié si no me hubiese equivocado al atrapar los objetos, por mi culpa ella...

—¡MEBAHEL! Esto no es real... dime que no...

Nadie contestó, estaba sola. Tenía que haber una forma de enmendar ese error. Poseía los tres poderes, y, con ellos, haría un nuevo lugar. Pero... desconocía cómo.

Déjame a mí.


Paradise... Casi le olvidé. La sombra rodeó mi desnudez porque la explosión destrozó mi ropa y tomó mis manos sujetando el poder. Como dijo, su voz era diferente.

Yo lo haré por ti, confía en mí. No permitiré que nadie más te haga daño. Estaremos juntas... para siempre.

Y, así, un nuevo mundo fue creado, en el que se dividían en dos partes: cielo e infierno. Esperé muchos años hasta reconocerle, el ángel de pelo dorado y telas blancas abriendo la puerta que jamás debió abrir. Por fin... le encontré.

Traitor Angel(#0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora