Uzziel

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Algo me sacudía. Era Mebahel. Desperté ante su sonrisa y su resplandeciente pelo.

—Buenos días Uzziel.
—Buenos días... —. Estiré los brazos y senté sobre la cama.
—¿Ya te sientes mejor?

Afirmé contenta de verle de nuevo. Me preparé para comenzar el entrenamiento. Ya podía andar bien, eso era positivo. Anduvimos a una sala amplia con poca decoración e iluminación. Los colores de ésta eran de tonalidades oscuras, tal vez firmaba parte de mi entrenamiento.

—Aquí estará bien. A partir de hoy, desarrollarás tus poderes. Al renunciar a la luz, seguramente te molestará. Haz lo que diga y veremos qué hay.

Asentí. Sus manos abrazaron las mías, notando un escalofrío agradable. La comodidad que mantenía con ella era la incapacidad de negarme.

—Mebahel, ¿por qué renunciaste a todo? ¿También te rechazaron? —le pregunté mientras ella pintaba un círculo rojo con una tiza.
—No. Sinceramente quiero detener la injusticia y vigilar a tu padre.
—¿Mi padre?
—Ven, siéntate en el centro —. Señaló lo que recién pintó y coloqué como me dijo—. Me gustaría equivocarme, pero él se está volviendo loco. Piensa que hay un poder capaz de controlarlo todo, crear, destruir y decidir.
—¿Y si fuera verdad? ¡Podríamos acabar con la guerra de los dos pueblos!

Se alejó de mi lado cabizbaja, no parecía gustarle la idea ni a mí su reacción. No quería verle triste.

—Dejemos el tema para otro momento. Pon tus manos sobre el suelo y piensa en algo horrible.

Cerré los ojos concentrándome y arrodillé. Pensé en ese sueño cuando llegué a este sitio. Los brazos temblaban, el cuerpo ardía y unas lágrimas rojas comenzaron a caer sin descanso. El círculo cambió de color, envolviéndome con él. No podía moverme. Todos mis órganos muertos se agitaban provocando un dolor intenso, grité queriendo detener el sufrimiento. Una sombra rozó una de mis mejillas siento tanto miedo como no lo había hecho nunca.

—Tranquila... —musitó.
—¡Déjame salir!

La bóveda se fue rompiendo viendo a mi mentora sacándome de aquel apuro. Estaba acostada en su regazo por su enorme preocupación. Mi rostro se puso colorado por ese momento incómodo. Ella no sabía qué ocurría, aunque yo sí.

—Todavía no estás lista para conocer a tu sombra. Hablaré esto con tu padre, considero que necesitas tiempo para acostumbrarte—. Se levantó y dirigió a la puerta para irse.
—¿Es porque soy una niña?
—No lo creo, tal vez quieras un empujoncito. Deberías descansar, has pasado un mal rato.

Y allí me quedé, sola ante mis pensamientos. Al día siguiente, fui convocada a una reunión con él a solas.

—He oído que has tenido conflictos con tu sombra —dijo el jefe de la organización. No parecía muy contento.
—Me asusté.
—¿Te asustaste de tu propia sombra, lo único que tienes en tu cuerpo? Ese chiste es muy malo, y menos si eres hija mía.
—Lo siento mucho, no volverá a pasar.
—Décimo tercera, tu guía, ha decido que pases por los otros miembros, conocer amistades podría ayudarte.
—Sí, señor —incliné la cabeza en señal de respeto y arrepentimiento.
—No hace falta dirigirte a mí así, Amón o Padre es preferible.
—Sí, Padre. No le decepcionaré.
—Ya puedes irte.

Las puertas de la sala de los nervios se cerraron tras mis espaldas y solté un resoplido de alivio.

—A veces puede llegar a ser cruel, pero es fácil de convencer —declaró Mebahel esperándome cerca de allí—. Lo has intentado por lo menos. ¿Te gustaría dar un paseo por el exterior? Considéralo como un premio por tu primer día.
—Me encantaría —sonreí ilusionada.
—Te diré un secreto: no volveré a forzarte a hacer eso jamás, hazlo cuando sea correcto —. Tomó mi mano y juntas nos fuimos a las afueras del castillo. Apenas podía verse mucho, pero estar lejos de esas salas me tranquilizaban.

Ella consintió que me apoyase sobre uno de sus hombros con mucha confianza sonriendo al horizonte oscuro.

—Tú eres distinta a los demás miembros, te pareces mucho a mí. Apenas has cambiado y vas a tu ritmo. ¿Sabes? Me gustaría ver un cielo con luz y oscuridad, teniendo un equilibrio entre los dos. Aquí todos somos compañeros hechos del mismo material, aunque con diferentes personalidades y pensamientos. Por mí, puedes considerarme como tu amiga, te ayudaré en lo que sea.
—Yo... Solo quería que no me rechazasen por cómo soy o de dónde vengo. Esto es complicado para mí —respondí en tono lloroso.
—Lo sé, por ello estoy contigo. No soportaría que fueses como los otros, pensando en destruir el lado de la luz por rencor.

Destruir el lado de la luz por rencor... Todos nosotros fuimos expulsados o nos fuimos de allí por algún motivo, pero vengarse no sabía si era una solución. ¿No era mejor vivir así separados para evitar problemas? Reflexioné acerca de lo que a Mebahel dijo, si mi padre sentía era ira por el otro lado, el poder que él buscaba lo usaría en su propio beneficio para tan solo hacer pagar a la luz.

Deseé que jamás lo encontrase. Lo hizo antes de lo esperado, y, según él, entre nosotros.

Traitor Angel(#0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora