Capítulo 2. Navidades incendiadas.

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Era 27 de diciembre y mis dos mejores amigas, Triana y Rocío, y yo decidimos celebrar una de nuestras noches de chicas en las que las tres nos confiábamos nuestros secretos, hablábamos de nuestros problemas, nos sometíamos a pruebas graciosas, veíamos películas… en resumen, lo pasábamos bien las tres juntas hasta bien entrada la madrugada.

-         Vale Rocío has quedado muy pero que muy guapa, ¡ahora te toca a ti Mariluz!

-         No sé si quiero que me pintes los labios porque después de ver cómo has dejado a la pobre Rocío…

Las dos nos reímos mientras ella se mira en el espejo y se une a nuestras risas tras ver el resultado de su cara después de que Triana le haya pintado los labios a ciegas.

-         ¡Tía, me encanta! Te voy a contratar para que vengas todos los días a maquillarme y ya de paso empezamos la nueva moda de pintarse hasta las mejillas con pintalabios –bromeó Rocío.

Triana se rió fuertemente pero a los segundos se puso la mano en la boca al darse cuenta de que estábamos armando mucho jaleo. No queríamos despertar a sus padres. Cuando todas calmamos las risas, elegí un pintalabios rosa claro y se lo pasé a mi amiga la cual se volvió a colocar el pañuelo en los ojos y me pintó los labios, o al menos lo intentó.

Cuando estaba notando cómo el pintalabios se desplazaba un poco hacia mi nariz, mi móvil empezó a sonar y Triana me pintó los dientes cuando involuntariamente pregunté a Rocío quién llamaba.

-         ¡Aaaah qué asco Triana, me he comido todo el pintalabios!

Aún seguíamos riéndonos cuando contesté al número sin identificar que me llamaba a las tres de la mañana. Intentaba contener la risa y quitarme la pintura de los dientes pero de repente mi rostro cambió de expresión. Las piernas me empezaron a temblar y me caí al suelo mientras gritaba al teléfono.

-         ¡No, dime que no es verdad, no puede ser! ¿Por qué a mí? ¡No! –repetía una y otra vez en gritos mientras las lágrimas me caían sin control por las mejillas.

El policía intentaba explicarme la situación al otro lado del teléfono pero yo no le escuchaba, mis pensamientos volaban de un lado a otro intentando encontrar una puerta que me sacara de esa grande pesadilla.

Mis amigas intentaron calmarme a pesar de no saber nada de lo ocurrido y los padres de Triana llegaron alarmados a la habitación de su hija. Maribel, la madre de ella vio el móvil que yo sostenía débilmente en la mano y salió de la habitación para preguntar lo ocurrido al desconocido del teléfono.

Ayudada por mis amigas, me quité como pude el pintalabios de la cara, el cual se había extendido a causa de las lágrimas, y sin cambiarme el pijama de muñecos de nieve salimos de la casa. Rocío, Triana, sus padres y yo nos dirigimos en coche a mi casa que se encontraba solamente a tres minutos.

Cuando llegamos, las luces de los bomberos, la policía y la ambulancia mezcladas con las lágrimas que no cesaban de caer por mis mejillas, me cegaron la vista y sentí un gran mareo.

-         ¿Eres Mariluz?- me preguntó un policía acercándose.

-         Eh…ssss…sí…sí –tartamudeé.

-         Le vamos a pedir que venga a reconocer los cuerpos, sígame por favor.

Me abracé a mí misma mientras le miraba sorprendida, ¿cómo me podía pedir que reconociera los cuerpos de mis padres y mis dos hermanos? No tenía valor para hacerlo y tampoco hacía falta ya que podía contemplar cómo todavía salían unas pocas llamas de mi gran casa, en la que había estado viviendo desde que era un bebé.

Wild Heart. {Tommo's fanfic} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora