Tuvieron que pasar dos semanas para que al fin todos salieran de casa menos yo. Hasta el momento mis tíos aún no confiaban en mí lo suficiente como para dejarme sola en casa, pero tras hablar con mi psicólogo las cosas cambiaron.
Unos días después de la fiesta, Brian y Àine se enteraron por boca de Niall que me había cortado, y mi tío, horrorizado, se puso en contacto con Aidan. En la sesión siguiente, que resultó ser martes, el psicólogo me convenció de que no me cortara más y desde ahí ningún metal afilado había vuelto a tocar alguna de mis muñecas.
-Mariluz, tu familia no ha cruzado la frontera del más allá porque se dejan algo muy importante aquí, y si tú sigues cortándote los decepcionarás tanto que al final se irán y te quedaras sin respuesta a todas tus preguntas –me dijo en aquella sesión-. Además, te podrías haber muerto en el primer intento de suicidio y si aún sigues viva es por algo, aprovecha esta segunda oportunidad que te ofrece la vida.
Tras esa sesión que se alargó un poco más de lo normal, mis tíos quedaron más tranquilos y se arriesgaron depositando un granito de confianza en mí. El domingo de esa misma semana Brian, Àine y Niall fueron a la iglesia por la mañana dejándome a mí sola con la oportunidad de subir a la buhardilla.
Cuando vi al coche desaparecer por la esquina, rápidamente subí al segundo piso, me dirigí a la puerta de la buhardilla y la abrí, por suerte no había llave. Una débil luz iluminaba las escaleras que subían al desván y algo en mi cabeza me decía que cerrara la puerta y volviera a mi habitación, sin embargo mis piernas lentamente fueron subiendo. Cada escalón que subía, sentía más miedo en mi interior.
-No, Mariluz, ahora no te eches atrás –me dije en voz alta-. No hay nada que temer porque papá, mamá, Zayn y Alejandra están contigo y te cuidan. No hay nada que temer… -susurré.
Cualquiera que me viera en ese estado pensaría que yo no sería Mariluz, porque ¿cómo podía tener miedo a subir a una buhardilla aquella chica que era tan rebelde? Pero sí que era yo, la rebeldía era solo una capa tras la que me escondía.
Cuando estaba a punto de subir los últimos escalones que doblaban hacia la derecha para dar lugar al gran cuarto que formaba el desván, un aroma familiar inundó mis fosas nasales. El aire desprendía el olor de los muebles de mi antigua casa de Irlanda, y aunque no fuera tan intenso como años antes, se percibía el olor mentolado de los saquitos de hierbas que mi madre colocaba en cada mueble. Sintiendo los nervios en cada parte de mi cuerpo, subí el último escalón y la débil luz que entraba por la ventana redonda sucia de polvo y medio tapada con una vieja sábana, me permitió observar con gran fascinación, sin necesidad de encender ninguna luz, que la buhardilla estaba llena de objetos y muebles que habían pertenecido a mi familia.
-Pe-pero… -tartamudeé-, el piano…Ese piano es de mi casa de Cádiz.
Encontré algún mueble más y una caja llena de objetos de mi casa de España, pero lo demás pertenecía al chalet irlandés que tiempo atrás había sido de mi familia. Las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas cuando saqué fotos de la caja de España.
-Dios mío de mi vida, ¡qué recuerdos! –susurré.
Saqué varios objetos más de la caja de cartón y los abracé con fuerza contra mi pecho, después los guardé alegrándome de que no se quemaran en el incendio. Abrí un armario viejo que mis abuelos paternos habían dado muchos años antes a mis padres para su habitación de la casa de Irlanda. Cerré los ojos y respiré hondo cuando el olor mentolado se hizo más intenso al abrir el armario, colgado de la barra seguía estando el saquito de hierbas. En los cajones habían guardadas varias sábanas pero nada más importante que revelara algún dato importante sobre el agarre de mi familia a La Tierra. A continuación, di media vuelta y me encontré cara a cara con el piano, por lo que tuve que luchar contra mi conciencia para sentarme en la butaca de madera y con gesto sereno quitar el polvo de la tapa y abrirla. En el momento en que mis dedos rozaron las primeras teclas, un trueno me hizo chillar y girarme hacia el fantasma de mi hermana. Los meteorólogos no habían anunciado lluvia pero en un momento el cielo se había nublado y la lluvia había empezado a caer acompañada de truenos y relámpagos.
-¿Qué quieres Alejandra? ¿Qué tengo que buscar? Dame una pista al menos.
El fantasma movió el brazo y señaló hacia unas cuantas cajas que habían en la parte izquierda.
-¿Qué caja tengo que abrir?
Ella desapareció y me senté en el suelo llorando lágrimas que mostraban decepción. A los segundos un rayo seguido de un trueno que iluminó la buhardilla me hizo levantar la mirada y ver al fantasma de Zayn señalando una de las cajas de la parte izquierda. Me levanté para abrirla pero un nuevo rayo me hizo chillar otra vez, y los fantasmas de mis padres movieron con la mirada las cajas que rodeaban la que segundos antes había señalado mi hermano.
Tras las cuatro apariciones, me arrodillé en el suelo y abrí la caja. Dentro habían varios objetos, hojas sueltas de un diario y varias cartas que me llamaron mucho la atención. Oí un coche parar cerca y con miedo a que fueran mis tíos y no unos vecinos, decidí coger las hojas y las cartas.
Con el corazón latiéndome rápidamente, me tumbé en mi cama tras haber escondido los papeles bajo todos mis pantalones. Mi tía nunca entraba en mi vestidor, por lo que nadie descubriría que había subido a la buhardilla.
-¡Mariluz hemos vuelto!
La voz de mi tío me hizo felicitarme a mí misma por haber reaccionado rápidamente al oír el coche.
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Wild Heart. {Tommo's fanfic} TERMINADA
Fiksi PenggemarNunca sabes lo que puede pasar. Parece que tu vida sea perfecta pero en un segundo las cosas cambian rápidamente. Pierdes a las personas que más quieres, te sientes desorientada, no tienes ganas de nada, tu actitud empieza a cambiar y las drogas son...